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La noche del domingo Harry Potter, puesto la capa de invisibilidad para no ser descubierto por Filch, se encontraba de camino al despacho de Albus Dumbledore. Todavía no estaba seguro de como comenzar la conversación, teniendo en cuenta que no conoce de nada a Zoe, sin embargo su preocupación y el hecho de que Hermione lo apurara lo habían obligado a estar debajo de la gran gárgola.
—Piruleta de limón— dijo Harry frente a la gárgola, y de inmediato esta comenzó a moverse para dejar ver unas escaleras. Sin perder tiempo, el muchacho subió y al llegar frente al despacho tocó dos veces la puerta.
—Adelante.
—Profesor, lamento molestarlo pero quería hablar con usted de algo importante —la mirada que le daba Dumbledore era una mezcla de curiosidad y tristeza, el viejo mago tenía una idea sobre lo que quería hablar Harry y no sabía si era lo correcto contarle lo que sabía.
—Cuéntame Harry, ¿qué es lo que te tiene tan pensativo?
—Es Zoe, profesor.
La pequeña sonrisa que Dumbledore tenía en su rostro envejecido fue desapareciendo de a poco, sus ojos tomaron una tonalidad más oscura y en su lenguaje corporal se podía ver la incomodidad.
Harry Potter no era tonto, se había dado cuenta que Dumbledore sabía algo acerca de la muchacha que tantos misterios escondía y la actitud del mago frente a él acababa de confirmárselo.
Dumbledore no pudo evitar soltar un suspiro, se levantó de la silla de su escritorio y caminó hacia un lado de su despacho y se puso frente a Fawkes, su fénix. Harry simplemente se acercó en silencio y terminó por colocarse a su lado, acariciando al ave.
—¿Qué es lo que más curiosidad te da Harry?
—Todo profesor, su actitud, su personalidad, sus palabras, pero sobre todo está el hecho de que cada día que pasa parece estar mucho más enferma, sin contar los episodios de desmayos que he presenciado.
—No puedo comentarte nada acerca de su pasado Harry, me temo que no es el momento—habló el anciano sin más, con una mueca en su rostro.
—Pero señor, la última vez que tuvo un ataque sus ojos estaban completamente negros y...
—Sin embargo, puedo decirte una cosa —Dumbledore interrumpió a Harry rápidamente tranquilizando al muchacho, logrando que este le prestara atención— La señorita Zoe Claire tenía un hermano mayor.
—¿Un hermano? ¿Eso que tiene que ver con...?
Dumbledore regresó a ver a Harry con diversión esperando que no lo interrumpiera más.
—Lo siento Señor.
—Verás Harry, al igual que tú, la señorita Claire es una huérfana, perdió a su madre en su nacimiento y nunca conoció a su padre. Sin embargo, lo que los diferencia es que, a la señorita Claire la cuidó su hermano mayor, el joven hermano de Zoe solo tenía cuatro años cuando llegó su hermana a la vida y a pesar de eso no hizo nada más que encargarse de su crianza a la par de las personas del orfanato en el que tuvieron que vivir.
