Capitulo 1: Bienvenido.

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Apenas la alarma retumbó en las cuatro paredes de su habitación, salto ansioso de su cama y corrió en dirección al baño. Cepillo sus dientes y luego entró a la ducha, quitándose la ropa y lanzándola en varias direcciones, la emoción que embargaba su cuerpo era indescriptible y nadie podría quitarle la enorme sonrisa de su rostro.

¡Hoy era el día!

A las nueve de la mañana, debía estar presente en la entrada de la Academia, donde realizarían la bienvenida a todos los nuevos estudiantes. Estaba muy ansioso de llegar y conocer el lugar dónde forjaría su camino como héroe.

—¡Brian, limpia bien tu cabello y recoge el desorden del baño cuando termines! Yo arreglaré tu uniforme —grita su tía Elena desde la habitación, divertida y también emocionada por su pequeño sobrino, quien comenzaría su primer día en la Academia.

—¡Ok tía Elena! —asiente, a pesar de que la rubia mujer no podría verle. Verte el champoo con delicioso olor a fresas en su ondulada cabellera castaña, enjuagando y asegurándose de lavar bien su cabello.

Al terminar su baño, recogió la ropa sucia y la depósito en la cesta junto al lavabo, mirando orgulloso su reflejo en el espejo.

¡Ya quería llegar a la Academia y conocer el lugar!

Salió y vio el uniforme de la Academia ya planchado y acomodado en su cama. Se puso sus boxers rojos, encima de ellos el cómodo pantalón negro y arriba la camisa blanca de mangas largas, abrochando con paciencia los botones, por último iba la chaqueta abierta de color azul rey con bordados en dorado y la insignia de la Academia.

Un águila que sobrevolaba por los cielos y el amanecer. Representando la esperanza de que a pesar de los problemas, el amanecer siempre llegaría para dar esperanza y el águila era la libertad de un mundo en paz.

Término de atar las agujetas de sus botas negras, y agarro la corbata plateada para dirigirse a la puerta de su habitación y salir. Camino hacia la cocina, escuchando el tarareo de su tía quien preparaba el desayuno.

—Buenos días tío Cassius —saluda alegre al hombre, quien se encontraba frente a la mesa del comedor leyendo el periódico.

El hombre castaño de ojos azules desvía su atención de las noticias, para sonreírle a su sobrino.

—Buenos días Brian, puedo ver que ya estás casi listo —devuelve el saludo, mirando detenidamente el uniforme que portaba el menor y notando la corbata aún en la mano de éste.

—No se como atar corbatas —excusa, apenado y sus mejillas se sonrojan ligeramente, para luego sonreír inocente—. ¿Me ayudarías tío?

Cassius sonríe de nuevo, y asiente causando que el castaño se acercara emocionado. Toma la corbata de las manos del contrario, y la pasa por el cuello de la camisa para sujetar las partes inferiores.

—Sigue mis pasos para que no debas pedirle el favor a nadie, y puedas atarte tu solo la corbata —aconseja, guiando por pasos a su sobrino mientras le mostraba como atar la corbata. Y eran observados por Elena.

—Que grande estas mi pequeño niño, el tiempo pasa volando —exclama la rubia mujer, acercándose al menor para sujetar sus mejillas y besarlas.

Brian se queja débilmente, sonrojándose apenado y tratando de separarse de Elena, aunque no se esforzaba tanto para hacerlo.

—Tíaaa... Yo ya tengo dieciséis años, ya no soy tan pequeño —lloriquea, sonriendo cuando los besos se detienen y solamente se encuentra con la mirada verdosa y cariñosa de la mujer.

—Así es, pero siempre serás mi pequeño —dijo sonriente, y se separa para comenzar a servir el desayuno—. Por eso debes comer bien y tener energías para la bienvenida.

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