Eren ha sufrido una desilusión amorosa otra vez. Levi está ahí, como siempre, para reconfortarlo.
A lo mejor la historia sería distinta si el joven Ackerman poseyera la valentía y no se guardara los sentimientos hacia su mejor amigo. Quizás todo ser...
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama. Todos los respectivos derechos. . . . .
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Martes 5 de julio 2016 L
ondres
—¿Levi?
Dudó entre si apresurar el paso o detenerse a escuchar qué tenía por decirle aquella voz conocida. Aunque llegó a pensar que la opción más factible era largarse de ahí sin ni siquiera dignar a su persona a dar la vuelta, al parecer su mente quería otra cosa, ideando planes distintos a lo que él había proyectado hacer, pues ya se había quedado de pie allí, estático, antes de siquiera poder procesarlo.
Antes de voltearse, llevó con rapidez sus delgadas manos a la cara y las refregó en sus ojos, todo para asegurarse de que no quedara ningún indicio de lágrima por ahí asentado—unas a las que, por cierto, les faltó muy poco para atreverse a resbalar por sus pálidas mejillas—.
—¿Sí? —Se permitió girar únicamente la cabeza en la dirección en la cual había captado su nombre, tratando de poner una sonrisa pequeña, una que terminó pareciendo una mueca en extremo fingida y no algo espontáneo ni natural.
—¿Acabas de ver todo eso?
—No sé de qué me estás hablando.
Prefirió hacerse el duro y evadir el tema de la mejor forma que conocía gracias a la experiencia; pretender no tener en cuenta qué era lo que había acontecido. Tuvo el amago de rascarse la cabeza, pero deseaba demostrar lo menos posible su nerviosismo, así que tan rápido como surgió la idea se encargó de erradicarla. Supo que su plan no fue el acertado en cuanto reparó en cómo Armin volteaba sus grandes ojos azules.
Aunque ese último gesto se solía clasificar más bien despectivo, fuera de parecer una expresión molesta fue lo contrario. La mirada que le dirigió luego de hacer rodar los orbes fue una inquisitiva, una que podría asegurar de que le atravesó el alma, desvelando la verdad que guardaba de manera protectora.
—Lo lamento, fue mi culpa que lo presenciaras.
—¿Por qué me pides perdón? —preguntó, exasperado, disfrazando su tristeza con un poco disimulado enojo, uno que bullía dentro de su cuerpo, quemando dentro del torrente sanguíneo.
Armin Arlert era quien ahora le dirigía la palabra, uno de los amigos más cercanos de Eren Jaeger. El rubio de cabello corto iba en su mismo nivel, sólo que en otro salón, con otros compañeros. Se habían conocido en la clase de educación física hace cuatro años atrás, para ser exactos, y desde ahí de vez en cuando se juntaban los tres a almorzar, o algo por el estilo.
Aunque al principio le costó un poco aceptar que Arlert estuviera con ellos, pronto el joven Ackerman se familiarizó con su presencia, acostumbrádonse a sus chistes de chico inteligente y a su innata amabilidad, llegándole a agradar de verdad. Levi podía decir sin dudar que aquel muchacho era el más puro y sincero que había conocido en mucho tiempo, con sólo buenos deseos dentro de él; lo podía afirmar por el notable ser empático y comprensivo del de cabellos más claros, aparte de ser sumamente confiable. Sin mentir, el azabache creía que aquel muchacho de bonitos ojos azules era lo más similar a un nuevo amigo, a escasos pasos de poder lograrlo.