Un Secreto Descubierto

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Cerca de la heladería y de la vieja cabaña de Merlón, justo por debajo del cartel de Karmaland en el "renovada" grieta del lugar había aparecido segundos atrás una chica de largos y anaranjados cabellos. Esta se encontraba inconsciente y tirada sobre las lozas de mármol, siendo gracias a los fuertes rayos del sol que esta despertó, tallando sus ojos y con un fuerte dolor en el cuerpo.

Las rodillas le dolían al igual que el cuello y el ojo izquierdo; cuando por fin pudo sentarse miró a su alrededor, percatándose que evidentemente este no era su hogar ni el lugar en el que recordaba había estado previamente.

Intentó ponerse de pie, pero cayó al suelo miserablemente. La cabeza le retumbaba y un zumbido en sus oídos se había hecho presente. Con gran esfuerzo logro ponerse por fin de pie, miro su cuerpo, asombrada pues lo último que venía a su memoria era ella llena de sangre y chocando contra las duras rocas de la montaña. En sus brazos no había rastros de los rasguños que le hizo el lobo salvaje, así como sus piernas y cuello estaban completos, solo con un dolor que iba disminuyendo poco a poco. A diferencia de su rostro pues la vista de su ojo izquierdo parecía estar nublada, haciéndola ver todo ligeramente borroso.

Empezó a caminar sin rumbo por los caminos de tierra que guiaban a distintas zonas del pueblo, llegando a los comercios donde había gente deambulando y una que otra mirada se clavaban en su silueta por su gran parecido al ex alcalde. Cuando la chica notó las como muchas miradas se clavaban en su nuca, alentó el paso hacia donde sea que estuviese yendo, acelerando su respiración y chocando con varias personas, entre ellas una osezna que compraba por el pueblo. La pelirroja solo se disculpó y siguió caminando estando visiblemente alterada, captando de inmediato la atención de la pelinegra la cual empezó a seguirla desde la lejanía.

Cuando Dalia logro toparse con la casa de bloques obscuros, la reconoció de inmediato pues su amigo Lucas solía mostrarle fotos de donde residía, soñando en mostrarle en algún momento, el pueblo en persona. Con esto logro ubicarse y corrió en dirección al bosque, más exactamente en dirección a la antigua casa de su padre. Ella en contadas ocasiones convencía a Mangel de llevarla a minar a las ruinas de su hogar pues casi nadie se acercaba a esa zona y era relativamente segura para ellos dos pudiesen estar al aire libre.

No tardó en llegar a las ruinas de la estructura y entrar en ella, buscando entre los escombros y bloques mal puestos un cofre en el que ella y su padre guardaban un par de provisiones por si algo llegase a pasar. Tomó un pico gastado un par de sobres de comida con la cual podía pasar la tarde resguardada en las sombras de las rotas paredes que le daban seguridad, no notando que había traído consigo a una curiosa chica.

- ¡Oye! Creo que fue mala idea venir aquí, la estructura se cae a pedazos- Grito Violeta desde unos metros de distancia de la casa al ver que la chica que seguía se había escondido

Dalia al escucharla guardo el máximo silencio posible pues aún su reparación se encontraba agitada y podía ser escuchada

- ¡No quiero lastimarte! Solo te seguí porque... Sinceramente no sé porque lo hice- Volvió a gritar, pero no hubo respuesta, así que se acercó quedando en el marco de la derruida puerta

- ¿Hola?

Detrás de un falso muro salió la chica empuñando la herramienta de hierro como forma de defenderse

-Puede que tengas muchas ganas de clavarme eso en la cabeza, pero no lo hagas

-Dame una razón para no hacerlo

-Estoy desarmada, eso sería injusto

-O más fácil

-No quieres más problemas, créeme... ¿Eres de por aquí? Tu rostro me parece conocido- Preguntó, pero nuevamente no obtuvo respuesta

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