En la gran pantalla

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La Ley de Propiedad Intelectual, regulada por real Decreto Legislativo 1\1996, de 12 de abril (modificada por la Ley 5\1998 de 12 de abril) dispone en su Art.1 que " la propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creacion".
Por tanto se prohíbe la copia de la trama de esta historia, sus personajes, nombres o lugares inventados.
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A Laura la encantaban las películas, de todo tipo y género. Fantasía, terror, romance, antiguas, modernas...

En su grupo de amigos iban mucho al cine, y también quedaban entre ellos para hablar o ver algo en sus casas.

Aquel día, Laura entró en el cine sintiéndose extrañamente nerviosa. Se preguntó qué ocurriría. La película que iban a echar era de acción, uno de sus géneros favoritos. Trataba de unos guerreros del espacio que desertaron porque no querían matar y morir, y ahora estaban intentando establecer la paz.

A mitad de película, Laura se encontraba demasiado mareada para continuar ahí sentada a oscuras. Se levantó y decidió ir a la salida... Y rozó la pantalla en el proceso.

De pronto, el dolor de cabeza había desaparecido.

Abrió los ojos, aunque no notó que en ningún momento los hubiese cerrado. Estaba sobre un coche viejo y oxidado. En el cielo brillaban las estrellas, y una voz la sobresaltó:

-¿Ves algo, Laura?- Sin saber porqué, ella supo que se refería al bando enemigo, pues iban a requisar unas armas del campamento.

-No...hay un par de centinelas rondando el perímetro. Lo de siempre- Se calló de pronto. ¿Desde cuando era "Lo de siempre"? ¡Ella jamás había hecho aquello! Y entonces constató en que el escenario...Era el mismo que el de la película. Se quedó en blanco. ¡Estaba en la película!

-¡No! Espera.- El chico que la había hablado se volvió hacia ella, interrogante- Esto no es posible. No existís. Me he quedado dormida. ¿Verdad? Tiene que ser eso. Sois sólo...personajes.- Bajó del coche y se masajeó el puente de la nariz. El chico que la había hablado y que la miraba con preocupación se llamaba Marcos, aunque ella no sabía cómo era posible que lo supiese.

-¿Pero qué te pasa ahora, L? No me digas que estás nerviosa. Lo hemos hecho cientos de veces...-

-¡Ese es el punto! Yo-no-he-hecho-esto-nunca-

-¡Concentraos!- Interrumpió Lena. Era la líder del grupo. Laura respiró hondo al ver en el reflejo del coche a una chica que no era ella, pero a la vez sí. Se armó de valor y dijo: Tenéis razón. Perdonadme.

A partir de ahí Laura fue descubriendo que no solo se había convertido en un personaje, sino que tenía sus mismas habilidades. Lo único que conservaba era su nombre.

Unas horas más tarde, volvió a la sala de cine. Reapareció allí como si se hubiese ido hacía sólo un segundo. Pero ella recordaba todas sus peripecias...

Y siguió realizando muchas más.

Probablemente Laura es la única persona que puede afirmar, sin mentir, que luchó contra monstruos, conoció a Superman, fue una sirena, le pegó un candelerazo al Conde Drácula, y jugó con un perro de tres cabezas jamado Jerry. De vez en cuando, sacaba algún recuerdo de la película, por eso tenía muchos objetos curiosos y estrambóticos en su cuarto. Todo el mundo la preguntaba de dónde los sacaba, y ella siempre respondía: Los encuentro yo misma.

¿Cómo iba a explicar que aquella varita de madera era realmente mágica? ¿O que aquella escama era de dragón? ¿Que le había cogido prestado a Spiderman un lanza-telarañas y se le olvidó devolvérselo? ¿O que aquella preciosa piedra pertenecía a la película de Avatar?

No quería acabar en un psicólogo. Estaba muy feliz y agradecida de aquel fantástico don, y no pensaba dejarlo estar. La importaba bien poco lo que pensaran de ella, y así siguieron transcurriendo los años, en los que nadie, jamás, descubrió lo que Laura podía hacer, e incluso algunos la clasificaron de rara o extraña para encontrar una explicación a todos aquellos misterios aparentemente inexplicables que la muchacha llevaba consigo. 

Hasta que un día, en una película, conoció a una chica que hizo que sí que le interesase lo que pensara de ella. Era un personaje de fondo, se había cruzado con ella por casualidad. Para cuando aquello, Laura rondaba los veinte años, y aquella muchacha también.

El caso es que, tras unas semanas, viajando a la misma película para visitarla, decidieron algo que Laura jamás se atrevió a imaginar.

Ambas salieron de la película. Y vivieron felices muchísimos años.

Laura, extrañamente, perdió su capacidad de entrar en las películas  para vivir todas aquellas increíbles historias... Pero no la importó, porque ya era hora de vivir la suya propia.

Laura fue una maga de las alucinaciones. Podía engañar a los dispositivos y hacer que su alma entrase en las películas en forma de un personaje. Por ello jamás la echaban en falta. Durante todo el tiempo que permanecía en la película, su cuerpo estaba unos segundos en la realidad. Dicho de otra forma: En parte, ella también era un poco una maga del tiempo.

Perdió su poder al hacer mal uso de él, como pasa con la mayoría de poderes extraños e inestables como el suyo, que se manifestó de la nada. 

En la siguiente historia conoceremos las extravagancias de la Maga Exótica Hada, cualidades que sus hijas heredaron... Y manifestaron de una forma demasiado brusca.

Historias Inéditas sobre Magas ExóticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora