CAPITULO 11 "OLVIDASTE ALGO"

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CAPITULO 11

Cuando salgo del campus, espero a Mateo en el estacionamiento como acordamos anteriormente por mensajes. Decido esperarlo  bajo la sombra de un gran árbol que está en uno de los extremos, es un lugar estratégico, cuando el salga de alguno de los edificio podré verlo.

Pasan cinco minutos que para mí parecen una eternidad y Mateo no aparece, pero quien si aparece es Max con su novia. Él no puede verme desde donde está, pero yo lo veo perfectamente.

Caminan juntos y ella intenta tomarlo de la mano pero él se niega, llegan hasta el auto de él y la chica entra en el auto después de que se desactiva la alarma.

No quito mi mirada de ellos, ambos están en el auto pero no se van, parece que hablan sobre algo. Max le dice algo sin mirarla y ella niega con la cabeza, luego voltea a verlo y se acerca para besarlo.

Max no pone resistencia y le corresponde el beso.  Y entonces me doy cuenta de que estoy espiándolos, que vergüenza.

Aparto mi mirada de ellos y observo el edificio por donde supongo, saldrá Mateo pero sigue sin salir. Pasan otros cinco minutos y ya estoy completamente aburrida, soy un poco impaciente, tal vez demasiado impaciente.

Cuando vuelvo a revisar la salida del edificio, por fin veo a un chico alto y guapo caminar en mi dirección, en realidad él camina en dirección de su auto.

Sé que él no puede verme y me doy cuenta de que me está buscando con la mirada, lo que es bastante gracioso, seguramente piensa que me fui y no lo esperé.

Observo como mira su reloj y niega con la cabeza. Vuelve a echar un vistazo a todo el estacionamiento y resignado se dirige a su auto.

Empiezo a avanzar en su dirección, aprovechando que está de espaldas distraído con su teléfono. Cuando estoy a un metro de él, estoy lista para cubrir sus ojos y sorprenderlo, pero mi teléfono empieza a sonar en el bolsillo de mis jeans delatándome. Mateo inmediatamente voltea y veo que tiene su teléfono en la mano.

–Así que estabas escondiéndote de mí. –Dice fingiendo enojo.

–No, solo estaba esperando en un lugar cómodo a que llegaras. –Sonrío.

–Lo siento, tuve un pequeño problema.

–No te preocupes. ¿Todo bien?

–Nada importante. –Sonríe y asiento. Desactiva la alarma de su auto y abre la puerta para que yo entre.

Conduce por la ciudad y a pesar de que llevo poco viviendo aquí, reconozco los sitios por donde pasamos.

–¿Qué te gustaría comer? –Pregunta sin dejar de mirar la carretera.

–En realidad no tengo hambre. Pero me gustaría probar algo preparado por ti.

–Interesante, creo que tengo algunas sopas instantáneas en casa, tal vez pueda prepararte una. –Sonríe.

–Muy gracioso. –Ruego los ojos.

–Lo soy. –Guiña el ojo haciéndome sonreír.

Después de unos minutos, Mateo estaciona el auto afuera de un edificio de tres pisos. No es lujoso pero se ve bien.

Sale del auto y lo rodea para después abrir mi puerta, me ofrece su mano y la tomo. Activa la alarma del auto y caminamos hacia la entrada.

Adentro hay una pequeña sala con sillones grises y a la derecha unas escaleras. Él toma mi mano por primera vez y nos dirigimos a las escaleras.

Cuando llegamos al tercer piso, mi respiración está agitada y Mateo no ha soltado mi mano, a él no le afecto en nada subir todos esos escalones, seguramente está acostumbrado.

M. EL CHICO MISTERIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora