Prólogo.

1K 94 7
                                    

- ¡Emilio!.

Gritó, mirando hacia atrás y encontrándose con la mirada compasiva del rizado.

- Bien, maldita perra, ¡Empieza a correr por tu jodida vida!.

Joe Dahmer gritó y tan pronto cómo dejó de hablar, Ernesto Bondoni empezó a correr por la carretera mojada, tan rápido como sus piernas cedían, el asfalto mojado provoca que sus pies resbalen y, cuándo creyó que Dahmer tendría misericordia de su vida, dos disparos sonaron, impactando directamente en cada uno de sus pulmones, provocándole la muerte instantánea.

La risa grotesca del hombre retumbó por todo el lugar, carcajadas llenas de maldad, los hombres a sus espaldas riendo a la par con él, habían terminado con una asquerosa cucaracha de un solo pisotón.

- Anda Emilio, ríete con nosotros.

El hombre palmeó su hombro antes de que otro ataque de risa llegara, Emilio solo atinó a fingir una sonrisa y mirar el cuerpo de aquel sujeto, de cara al asfalto, la sangre corriendo por las grietas, la piel empezando a perder color.

Entre tantos sentimientos, Emilio solo miraba mientras Joe reía, a pesar de todos los negocios sucios que el hombre hizo, entiende que lo debió morir de esa manera, no le gusta imaginar en todo el dolor que la muerte de Ernesto va a causar en Joaquín, saber que la única familia que le quedaba había muerto, que ahora tendría que cargar con una gran responsabilidad en sus hombros, mantener en pie una de las grandes empresas en E.U.

- Bien, terminen con esto y encárguense que ese bastardo termine en las primeras planas de mañana - Joe dio la orden y sus hombres asintieron, empezando a acercarse hasta el cuerpo de Ernesto - Emilio, acompáñame, debemos arreglar unos asuntos - Dijo antes de dar media vuelta y empezar a caminar.

Emilio dio una última mirada a Ernesto como despedida y se dispuso a seguir a Joe, su mente pensando en un millón de cuestiones, al menos sabía que no volvería a ver a Joaquín.

Vió a Joe entrar a su auto, imitando su acción y tomando asiento a su lado, el hombre se mantenía tan sereno, cómo si no acabase de asesinar a una persona, un hombre tan despiadado como atractivo, mientras Dahmer encendía un puro, Emilio solo miraba sus manos temblorosas, era normal que siempre se pusiera nervioso después de ver a Joe asesinar a alguien o mutilar sus esperanzas de vida con maltratos y abusos.

- No merecía morir de esa manera - Dijo en un susurro bajo el pesado manto de silencio, mirando de reojo al hombre a su lado, como sus cejas se fruncían hasta casi formar una.

- ¿Acaso sientes pena por ese idiota? - Joe preguntó incrédulo, dándole una larga calada a su puro - Como sea, quiero que escuches con atención, quiero a Joaquín Bondoni, debido a que no me lo trajiste en el tiempo acordado y que en su lugar, Ernesto decidió dar su vida, iré personalmente por él, tú me servirás como anzuelo, tu regreso a Los Ángeles es dentro de cuatro meses y el primer día que estés ahí, citarás a tu cariñito en ese Pequeño Motel con la excusa de recuperar el tiempo perdido, imagina cuando entre a esa habitación y en lugar de ver a su Daddy se encuentre con el asesino de su padre...

Emilio se estremeció en su asiento, su corazón empezó a latir desenfrenado, un nudo apretó su garganta y su alma soltó un grito, quería hacer lo mismo que Ernesto, entregar su vida a cambio de que Joe no ponga un solo dedo sobre Joaquín, para que no sufra de toda la mierda a la que somete a sus víctimas.

- ¿Me entendiste?, Quiero a Joa-quín Bon-do-ni, así tengas que jurarle amor eterno con tal de convencerle, te aseguro que antes de morir debo tener ese cuerpo exquisito a mi merced. Conduce, August.

El auto se empezó a mover, Emilio estaba paralizado, rogándole a cualquier entidad divina que las palabras de Joe Dahmer sean mentira, es capaz de hacer un pacto con Luzbel para mantener a salvo a su amor.

El tiempo pasa tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos, llega ese día que no queremos vivir.

El Recuento De Los Daños Del Holocausto De Tu Amor, Son Incalculables E Irreparables, Hay Demasiada Destrucción...

El Recuento De Los Daños | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora