Epílogo.

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6 años después.

Suspiran en el momento que ponen un pie en su hogar.

Ha sido un día agotador, juntas de inversionistas, tantas cifras y gráficas les han dejado agotados.

- ¡Por dios Laura, papi Emi se va a enfadar!.

El grito de Becky les alarmó, fueron directamente al cuarto de la pequeña, encontrando a Becky hecha un mar de nervios mientras Laura seguía con su labor de pintar la pared.

- ¿Qué ha pasado, Becky? - Joaquín preguntó confundido, no había pasado algo tan grave como se lo imaginaba.

- Laura ha pintado la pared, el señor Emilio no le concedió permiso para hacerlo.

Laura miró a Emilio y encogió los hombros, dispuesta a terminar con su obra maestra.

- Becky, ¿Qué tal si va por un té y descansa un poco?, Nosotros nos encargaremos de la situación.

La mujer asintió y salió de la habitación, Emilio y Joaquín miraron a su hija, mientras daba pinceladas desordenadas a causa del sueño.

- Lau, ven aquí cariño - Le indicó Joaquín y ambos se pusieron en cuclillas y tomaron una manita cada quien - ¿Qué te hemos dicho sobre pintar las paredes?.

- Le hacía falta un poco de color y ya se me habían terminado las hojas para dibujar - Habló con pena, jugando con su pie sobre el suelo.

- Muy bien, para la próxima ocasión pide a Becky que nos llame para poder darte el consentimiento de hacerlo, se ha puesto muy nerviosa y se puede llegar a enfermar, ¿Estás de acuerdo? - Emilio habló con tranquilidad, ganándose un asentimiento junto a un bostezo.

- Anda, vamos a darte un baño - Joaquín la sostuvo entre sus brazos y se levantó para ir en dirección del baño.

Emilio negó lentamente con la cabeza, era increíble que dos personas le tuvieran a sus pies, su esposo con esa belleza inigualable y su pequeña hija con esa ternura y travesuras que hacían falta en la casa.

Laura ha crecido tanto, parece que fue ayer cuando recibieron la llamada de la trabajadora social indicándoles que ya podían ir por su hija, ese día hicieron fiesta, una niña de piel blanca como la nieve, cabellos rubios y ojitos verdes llegó a su vida para cambiarla.

Acomoda todos los pinceles y pinturas sobre la pequeña mesa, Joaquín regresa a la habitación con su hija en brazos, dormida y con el pijama puesta.

- Me pidió que te dijera que quiere un gato, su amigo Mike tiene uno y ahora ella anhela tener uno - Dijo mientras colocaba bajo las mantas a Laura, arropandola con cuidado.

- Vaya, primero pinta la pared y ahora quiere un gato - Habló divertido, ayudando a Joaquín.

- Dice que podemos ir a un centro de adopción y ella escogerá al que más le guste - Paseó sus dedos entre las hebras húmedas de los cabellos, adorando a su hija.

- Iremos el fin de semana, ¿Qué opinas?.

- Muy bien pero... Ahora necesito un baño...

- Señor Marcos, ahora entiendo porque nuestra hija es idéntica a usted, si tiene el mejor maestro - Rió y antes de tomar a Joaquín entre sus brazos, dejó un beso sobre la frente de Laura.

- Anda que así nos amas - Habló cuando estuvieron fuera de la habitación.

- En ese caso, estoy perdido, me han sometido con su dulzura.

Llegaron hasta el cuarto de baño, colocó a Joaquín sobre el suelo y preparó la bañera, el agua tibia, burbujas relajantes y el toque final: Velas con aroma a violetas.

- Estás totalmente perdido, Emilio Marcos - Dijo con voz seductora, empezando a desabrochar los botones en su blusa.

- Algo es seguro, cariñito. Tú haces que me pierda y me vuelva a encontrar, eres mi inicio y mi final - Le atrajo, sin dudarlo se unieron en un beso apasionado.

Era cierto, Joaquín tenía ese poder, todo era diferente con él, no importaba las veces que hicieran el amor, siempre era distinto, una conexión especial en cada ocasión.

Ahora son una familia, sus lienzos tienen plasmados paisajes, retratos y sentimientos.

Lo que empezó en un Pequeño Motel terminó en un hogar feliz.

Fin.

El Recuento De Los Daños | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora