09. Simplemente Gracias.

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- ¿Estás listo, Joaquín?.

Escuchó tras la puerta, sus nervios incrementaron, se miró en el espejo, sonrió y las lágrimas llenaron sus ojos.

Hoy es el día de su boda.

- Joaquín, ¿Estás bien?.

La voz tras la puerta le hizo reaccionar, acomodó las piezas de su traje y se dirigió a la puerta, siendo recibido por la imagen de Harold, se leía la preocupación en su rostro que pronto la felicidad se encargó de borrarla.

- Pero Joaquín... Mírate... - Dijo al borde del llanto - Si de algo no me cabe duda es que Laura y Ernesto están muy felices de verte así, a punto de casarte con el hombre que conquistó tu corazón - Le atrajo en un abrazo fuerte.

Sentía como otra herida sanaba, la melancolía invadió su corazón y todos los recuerdos junto a sus padres asaltaron su mente.

Era cierto que no era la primera vez que estaría frente al altar pero bien sabía que si es la primera vez donde se unirá para siempre al amor de su vida.

- Es momento de irnos, no queremos hacer esperar más a Emilio, ¿Verdad?.

Se separaron del abrazo, dándose un último vistazo y salieron de la casa.

Malibú es el lugar donde decidieron casarse, la comodidad que brinda la playa es increíble, un ambiente agradable para sus invitados y un lugar espacioso para realizar la fiesta.

Por su parte, Emilio se deshace en temblores, mira a todas direcciones, escucha a Diego susurrarle que debe relajarse, todo saldrá bien y vivirá felizmente casado junto a su amor imposible.

Entonces la típica pista empieza a ser tocada.

Le mira cruzar la entrada del brazo de Harold, su traje color celeste, sus zapatos pulcros y su rostro, con una pequeña sonrisa, sus ojos brillantes.

Es tan hermoso.

Susurra y una lágrima escapa para hacer su camino por la mejilla, sonríe enormemente al verle más de cerca, pareciera que todo se mueve en cámara lenta, la luz del día le da un resplandor divino a su amor.

Pronto están frente a frente, sus corazones revolotean, sus almas vibran y sus cuerpos se anhelan.

Harold le entrega la mano de Joaquín y él la sostiene con delicadeza, lentamente se acerca y deja un suave beso sobre el dorso de la misma.

Son muchas las noches que soñó estar ahí, a punto de aclamar:

Sí, acepto.

El pastor hace acto de presencia y comienza con la ceremonia.

Todo va por el rumbo esperado, nadie se opuso, hubieron algunas risas y lágrimas, cada uno dió sus votos y aquella pregunta que sellaría su amor para la eternidad sonó por los altavoces.

- Muy bien, hasta acá se puede percibir el aroma dulce de su amor, así que les preguntaré algo muy importante, Joaquín, ¿Aceptas a Emilio como tu esposo, prometes amarlo y respetarlo, siempre estar junto a él y cuando sus almas hayan abandonado sus cuerpos, prometes esperarlo en el paraíso?.

- Sí, acepto.

- Emilio, ¿Aceptas a Joaquín como tu esposo, apoyarlo, cuidarlo y sobretodo, amarlo, cruzar cualquier barrera tomado de su mano y vivir felices para toda la eternidad?.

El Recuento De Los Daños | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora