04. Libertad.

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17:00 p.m.

Todo se halla listo.

Cada detalle revisado hasta el hartazgo.

Sacude sus manos para eliminar un poco la tensión, da los toques necesarios a la puerta y pronto es recibido por Raquel y un Joaquín totalmente diferente al que había dejado una hora antes.

Con un bustier color blanco, leggings de cuero negro, botines de correas color blanco, sus rizos cortos y bien definidos, maquillaje moderado y un leve rocío de perfume con aroma a durazno.

Emilio se mantuvo firme aunque por dentro se estuviese quemando.

- Gracias, Raquel - Dijo con simpleza y extendió su mano hacia Joaquín, quién la sostuvo con miedo y eso solo le rompe más el corazón.

- Emilio - Raquel habló y tan pronto el rizado volteó, se abalanzó sobre él, dándole un abrazo fuerte, aferrándose a su cuerpo, le duele ver a su amigo así, triste y dolido, sabe que lo que está por hacer tan solo tiene dos salidas, la vida o la muerte.

Comparte una última mirada y les ve partir, suspira y vuelve a su trabajo.

Por su lado, Joaquín se siente una marioneta donde Joe Dahmer es quien maneja los hilos.

Mientras Raquel se encargaba de prepararlo, le estuvo contando algunas cosas, el porqué estaba ahí trabajando para una bestia. Al contrario de las víctimas y algunas personas que están bajo las redes de Dahmer, ella se encuentra ahí por compromiso, su madre fue maquillista de la esposa de Joe y ella desde pequeña le tuvo un gusto al maquillaje, es por ello que esta ahí, ya que su madre le pidió seguir laborando para la familia.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando llegaron hasta una puerta grande de madera.

Del lado izquierdo hay una fila de habitaciones y del lado derecho un jardín con algunos árboles.

- Espera aquí - Emilio habló y soltó su mano para entrar a la habitación de enfrente.

Mira con atención, todo parece distinto del área donde él y las otras víctimas estaban, ahí parece una enorme mansión y del otro lado parece una granja industrial, donde explotan y obtienen beneficios de personas solo por ser hijas o hijos de algún socio de aquel hombre.

El cielo y el infierno en un mismo lugar.

Suelta una risa amarga ante la similitud.

Pronto, alguien cubre su boca y le arrastra hasta dentro de una habitación, pone resistencia, incluso golpea al sujeto que le sostiene.

- Demonios, golpeas como un luchador - Escuchó al hombre quejarse mientras le deja libre.

Rápidamente se voltea para encarar al tipo y descubre a dos personas ahí, a la chica que vió la noche anterior, sonriéndole con amabilidad.

- Tú... - Habló con duda, mirando a la chica, con el rostro demacrado y vestimenta simple, sus cabellos rubios peinados en una coleta.

- No hay tiempo para presentaciones, verás Joaquín; vamos a sacarles de aquí, Melissa sabe perfectamente el plan y solo debes seguirla, en cuanto Emilio y yo les saquemos de aquí, deberán correr lo más rápido que sus piernas les permitan, no miren atrás y cualquier sonido que escuchen ignorenlo, ¿De acuerdo? - El sujeto le interrumpió antes de que se dirigiera a la chica, tan solo asintiendo.

El hombre le extendió unos tenis para que le fuera más fácil correr, a los pocos minutos Emilio apareció y ambos se miraron por un largo tiempo.

El Recuento De Los Daños | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora