06. El Recuento De Los Daños.

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La mañana le recibe con un hombre mayor abrazándole fuertemente.

- Dios mío, Joaquín. Tu padre nos pidió que te cuidaramos y no pudimos cumplirlo - Dijo después de separarse del abrazo.

- Todo bien, señor Jones - Sonrió para tranquilizarlo, tanto cariño le alivia un poco las heridas en su corazón.

- Sabes que puedes decirme Harold, pero tendré más cuidado contigo, no puedo decepcionar a mi mejor amigo, tú eres como mi hijo, Joa - Depositó un beso sobre la frente de Joaquín y un último abrazo.

- Muchísimas gracias - Dice al borde del llanto.

Y nada alejado de la realidad, Harold Jones y Ernesto fueron mejores amigos desde el instituto, Harold no pudo tener hijos debido a su esterilidad y siempre mimó a Joaquín cuando era pequeño, el hombre y su esposa estuvieron ahí cuando Laura falleció.

La junta llegó a su fin y Joaquín fue hasta la oficina de su padre para hundirse en su dolor y desahogarse con su libreta de bocetos.

Diego y Melissa trabajarán ahí para poner en orden los negocios de sus respectivas familias, al igual que Emilio que en todo el tiempo no le pasó desapercibido.

Y es que le fue imposible no mirarlo, con ese atractivo intachable pero lejos de eso, la mirada triste y su falta de concentración fue lo que más le llamó la atención.

Piensa en él, como lo estuvo hacia durante los últimos 4 meses en que no tuvo noticias de él, plasma en el papel su figura, resalta el porte con el carboncillo y suspira cuando recuerda que, a pesar de todo, él lo sigue amando.

Llaman a su puerta, suspira con pesadumbre e indica que pueden entrar.

Finge revisar una gráficas cualquiera y aquel aroma particular llega a sus narices, su alma salta y le grita que corra hasta él y le llene de besos, que le perdona por todo porque su amor es más fuerte.

Le mira, ninguno pronuncia palabra alguna, puede ver el dolor en los ojos de Emilio lo cual le achica el corazón.

- ¿Hay algo en lo qué pueda ayudarte? - Preguntó cuando el silencio se volvió insoportable.

- Joaquín, yo... Me siento tan miserable por todo lo que te hice pero... No hay excusa para alguien que ha herido a un ser tan maravilloso como tú, ¿Algún día me podrás perdonar y... Quizá volver a estar juntos?.

Joaquín se quedó en silencio por un momento, una mezcla entre esperanza y rabia, sus oídos no pueden creer lo que escucharon, su corazón late desenfrenado como si aquellas palabras sanaran todo.

- En el recuento de los daños me sales debiendo tantísimo amor que no puedo creer lo que escuché - Dijo en su lugar, analizando cada palabra, es que después de lo que dijo en Milwaukee las dudas nacen, no sabe si creerle y dejar que vuelva a su lado, el coraje le llega y la rabia crece - Tú te encargaste de matar mis esperanzas, tus palabras me hirieron hasta el alma, no sé si pueda perdonarte después de todo, te agradezco que me hayas salvado pero mi corazón está tan herido que no sé cuando sanará.

Las lágrimas se desbordan de sus ojos, mira fijamente a Emilio, con la expresión rota, sin saber que más debe hacer.

Entonces Emilio asiente, no pronuncia otra palabra y sale de la oficina, con todas las ilusiones muertas, con esa pequeña esperanza que tenía, tantas imágenes se formaron en su mente y ninguna mostró el rechazo de Joaquín hacia él.

Por su parte, Joaquín llora con fuerza, arrancando de su libreta aquel boceto, rompiendo la hoja en pedazos y tirándola al cesto de basura, ese conflicto interno entre la conciencia y el corazón.

El Recuento De Los Daños | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora