Azumi I [7mo capítulo]

247 15 9
                                    


El tiempo era tranquilo. El viento soplaba suave a través de las rendijas de la madera y apenas podía mover los pequeños y escasos mechones de pelo que quedaban del peinado de la princesa. Desde la parte trasera, una ligera brisa junto con una marea calmada solía empujar pobremente la barca en la que se movían junto con el resto de la tripulación. La princesa, bella y frágil, reposaba en su propio camarote que le había concedido el capitán del pequeño navío. Era algo pequeño, cercano al tamaño de su bote, y detrás, había una pequeña ventana con vista al viaje de ida, donde habían dejado atrás a las tierras de Corazón para adentrarse en las praderas y pequeñas ciénagas del valle de Garra.

Había sido un viaje maravilloso, puesto que Azumi nunca había tenido la ocasión de visitar ningún lugar que no fuera el puerto y los comercios de su ciudad natal. Las tierras de Corazón, eran diferentes a cualquier otra, o eso decían los cortos relatos de los viajeros, pues la gente de Corazón es suave, pacífica e idealista, a diferencia del resto de pueblos de Kumandra. Algo muy diferente a la personalidad de las personas de Garra, que eran rudos, estafadores y solitarios. Pero después de todo, nada puede decidir lo que ella debía creer, pues ella se había criado allí y eso hacía que conociera a los ciudadanos de Garra mejor que a cualquiera. Si bien es cierto que la mayoría son trúhanes estafadores y viles mentirosos, la mayoría son gentiles, bien amados y portadores de familia, y ella lo sabía mejor que nadie más. La mayoría eran amigos y conocidos y se había criado entre ellos desde pequeña corriendo por las calles de Garra como una ciudadana cualquiera. O por lo menos antes del retorno de los Druun. Siendo de piedra, el tiempo pareció instantáneo, y por lo menos fue indoloro, pues de recordarlo, solamente sintió cómo algo de tacto grasoso y resbaladizo la rodeaba y hacía que ella comenzara a sentir la falta de aire y una enorme presión en su pecho.

El camarote era pequeño, seco, tranquilo y repleto de barriles de suministros. Del techo colgaba un pequeño farol con una pequeña vela, mientras la estructura se batía suavemente de lado a lado junto con el resto de las cosas. Allí abajo olía a comida y aromatizantes, una combinación apestosa siendo que las cebollas habían sido colocadas con el barril abierto. Azumi se levantó de su cama y subió las escaleras, abandonando aquel pequeño, frío, húmedo y humilde camarote donde normalmente residía el capitán de ese pequeño navío.

Afuera, en cubierta, estaba toda la tripulación y los soldados esperando arribar a los puertos de la ciudad. El mástil, que era grueso como un tronco, sobresalía desde una plancha gruesa de hierro sosteniendo una gran vela roja y anaranjada con forma de flecha perfilada hacía el mascarón dorado con forma de dragón. En ambos lados de la proa, la tripulación se mezclaba entre soldados y marineros que ataban cabos, ordenaban los barriles y organizaban otras tareas de mantenimiento.

—¡Hija! — gritó su padre desde la popa donde estaba el timón. —¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?

—Si... tengo un poco de dolor de cabeza, pero... me siento un poco mejor. —La comida de la fiesta fue una larga lista de combinaciones y órdenes. Azumi había jurado no comer mucho, y realmente había cumplido su promesa. Sin embargo, la tanta combinación de platos, sabores, aromas y delicias le había hecho mal al estómago y la había dejado de cama por unas pocas horas.

—Genial. Tu madre estará feliz de vernos de nuevo en casa.

—Y si lo estará mucho, Ryoma. Ja, ja, ja, tu esposa parece estar más desquiciada que tú. —exclamó el capitán. Era un hombre alto, de aspecto rudo, con un corte que le recorría desde la ceja hasta la nariz bordeando su ojo.

—¿Oh? ¿Tú crees? — preguntó su padre con suavidad, pero sin amargura. —Que bueno que yo al menos tengo esposa, Anoka.

—¡Oh! — respondió el capitán Anoka mientras bajaba las escaleras a un lado del timón. —Después de todos estos años amigo... todavía no entiendes que mi esposa es este barco. No cruje, no se rompe, no me pregunta cómo estoy. Es mi mujer perfecta. —mencionó mientras Ryoma reía genuinamente.

Raya y los Dragones (RATLD Fan Fiction Secuela) [ En desarrollo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora