Huida

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-¡Kilius! ¡Kilius! Reacciona por favor....- Un joven desesperado trataba de llamar la atención de su pareja de cualquier forma, hasta que por fin sus ojos se cruzaron.- Menos mal... Te han herido de un disparo maldita sea.

Peter lloraba sin saber que hacer, en los brazos de su alien se sentía débil e indefenso.

Kilius le sonrió y le abrazó con más fuerza, más podía notar como su brazo ardía de dolor aunque no lo demostrara por fuera. Su unica prioridad era su compañero al que tenía que proteger aún si vida dependiera de ello. De reojo pudo ver cómo perdía de vista a esos humanos, y es que entre aquellos alienígenas que habían sobrevivido alguno había usado algún tipo de poder de ralentización y eso hacía más fácil su faena. No obstante todos allí tenían la desventaja de estar en un planeta ajeno al suyo y sus métodos de defensa gracias a la evolución de su especie no funcionaba como ellos desearían. Esto se debe a que sus cuerpos han sido adoptados a las condiciones de su planeta y no el de la Tierra. Aún así no querían rendirse. Al igual que Kilius mataba a todo aquel que se acercaba con tan solo meterse en su cerebro y hacerlo "reventar". Seguía sorprendiéndose lo delicada y frágil que es la mente humana. Con ello deberá tener cuidado con Peter, pues un paso en falso, y acabaría haciéndole daño a su pequeño.

Finalmente daron con una puerta que daba dentro de un hangar, por fin habían llegado.

Habían varias naves no terrícolas en aquel espacio, Kilius trató de divisar el suyo con el que vino, pero no lo vió. Frenó sus pasos y bajó a Peter con cuidado, sin dejar de protegerlo con su cuerpo. Los alienígenas que lograron seguirle el paso entraron y se pusieron contentos al llegar cada uno a su método de transporte, por fin serían libres y cada uno volvería a ver a su familia.

De pronto Drake comenzó a lloriquear, Peter al notar esto lo arropó contra su cuerpo.

-"¿Qué te pasa pequeño? Creo que todos encontraron sus naves... Pero ¿Y el tuyo Kilius? ¿Y Drake? Sigo sin saber cómo llegó él hasta aquí, es como un lince"-. Le dijo a su amado. Frunció el ceño mientras miraba al animal.-" Creo que vino aquí acompañado de su dueño y lo mataron...".

Kilius suspiró y miró al par, hasta parecían una pequeña familia. Eso le recordaba a las ganas que tenía el Blanquiano de hacerlo suyo, completar la unión como hacían los blanquianos, pero quería hacerlo bien; en su planeta, bajo sus Diosas llamadas Lunas.

-"Mi Peter... Estoy tan sorprendido como tú. Pensé que ya estaría listo. Lo siento."- El de piel blanca podía sentir decepción al no poder entregar a Peter lo que deseaba. Estaba decaído.

-"Hey, ¿Qué ocurre? Encontraremos una forma de irnos juntos."- Ante lo dicho Kilius le miró, sonriendo, al final si que podrían estar juntos para siempre. Las manos pequeñas de su pareja de posaron en su rostro, acariciándolo levemente.

Se sonrieron mutuamente hasta que Peter no duró mucho; un dolor agudo volvió a aparecer en su parte trasera, donde Kevin le había violado. Se sujetó en los brazos del blanquiano para no desfallecer de nuevo. Al parecer de toda la conmoción y la persecución de hace unos minutos atrás no había vuelto a sentir aquel dolor, sintiéndose ahora humillado y sucio por el recordatorio. El mayor se desesperó por buscarle un método para su descanso, pues si bien hubiera deseado hacer sufrir más a aquel militar, ahora tiene más prioridades de las que ocuparse.

Sin esperarlo, un alienígena de piel azulada vino a ellos gritando en su idioma natal y jalando a Peter del brazo, esto hizo enfurecer mucho a Kilius, demostrando dominancia y enseñando sus dientes tras defender al humano.

-"¡Creo que quiere ayudarnos! Vamos con él".- Peter relajó al mayor y agarró su mano para ir con el piel azul, quien solo mostró sumisión y sin ningún indicio de querer hacer mal a nadie. Es más, estaba tan agradecido como el resto de seres de que un humano haya decidido ayudarlos.

Al igual que aquel alien gris, sacrificando su vista para darle la suya a Peter. Sin duda un acto muy noble.

Les invitó a subir a bordo de la nave, rezando a sus dioses que todo funcionara con normalidad, y segundos después así fue. Peter vió como los demás emprendían el vuelo, sin dejar ese sentimiento de preocupación y esperando a que abandonaran el planeta sin ningún inconveniente más.

En ese momento Peter no midió sus palabras, tal vez aquel día fuese el último en que volvería a ver su preciada Tierra. No quería admitir que era la única manera de sacarlos a todos con vida, bueno, a algunos de ellos. No había vuelta atrás cuando aquel alien azulado emprendió vuelo con agilidad con su nave y los edificios del Área 51 se hacían cada vez más pequeños.

Realmente eran muchos los recuerdos los que pasó en su pueblo natal, unos mejores que otros, pero al fin y al cabo así pensaba que era la vida. Discriminado siempre por su condición sexual hasta que llega alguien que no es de aquí y te acepta tal como eres.

¿Tan difícil era eso para los seres humanos?

Salió de su trance, tenía mejores cosas en las que preocuparse, y ese era el presente. Kilius seguía herido del brazo y muy agotado.

Soltó a Drake y dirigió a su compañero a uno de los asientos, ambos mirándose el uno al otro.

-“Debo curar eso... ¿Si?”

Arrancó un trozo de tela de su ropa, y trató de curar aquella herida de bala. No tenía muchos conocimientos, pero sabía que debía sacar la pieza de metal y parar una posible hemorragia. Miro al alienígena y tragó saliva, no quería hacerle daño, y eso pudo notarlo Kilius. Alzando su otra mano, acarició la mejilla del menor dandole confort y seguridad para hacerlo, confiaba en él.

Y sucedió, Peter logró sacar la bala de entre la piel, oyendo como su pareja hacia esfuerzos para no gruñirle o usar la violencia, finalmente vendó el brazo y apretó para segurarse que la sangre fuese cortada.

Ambos se miraron unos segundos; una mirada llena de ternura, pero también de confusión, ¿Qué pasaría ahora? Ya habían logrado lo peor; huir de aquel horrendo lugar.

El héroe que los había sacado de allí se acercó a ellos con pudor y trató de comunicarse con la pareja. No sabía a donde debía ir. Estaba triste, pues sus recuerdos venían a su cabeza como flechas atrevesandole; y es que su planeta había sido destruido, era el único de su especie y no tenía a donde ir.

Kilius le miró y adivinó sus pensamientos, dándose cuenta de su situación y después de haberlos sacado de allí, no podia simplemente excluirlo. Sin pronunciar sonido alguno, se levantó y se dirigió a la cabina de mando, sin duda alguna era un sistema diferente a la de su nave, pero tenían una cosa en común: el funcionamiento para dirigirse a un lugar en concreto era parecido.

-“Quiero ayudarte”.- Peter se puso a su lado entrelazándose en sus dedos. Sonrió garantizándole seguridad. Nadie más les haria daño.

Con ello, se pusieron rumbo a su planeta, donde una nueva vida les esperaba a los cuatro supervivientes de aquella nave. Aventuras para el pequeño humano, donde probablemente, no vuelva a ver a ninguno de los suyos nunca más.

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El amor de un alienígena (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora