Visita

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Peter

Llevábamos un tiempo conviviendo juntos, sinceramente, no sé lo poco o mucho que ha pasado. En la Tierra habrán sido meses, o incluso milenios. Jamás lo sabré. Como tampoco sabré que fue de los humanos después de mi partida, tengo recuerdos difusos en mi mente sobre ellos o como era el lugar en el que nací.

Todos aquí me aceptaron, los padres de Kilius también, claro que a cambio demostrar mi lealtad al pueblo y al mismo Kilius. Si, el alienigena que robó mi corazón cuando nadie más pudo.

–Peter. – oigo una voz y unos brazos que me rodean por detrás. Sonrio de felicidad al saber de quien se trataba.

–¿Qué se te ofrece?– Me giro y rodeo mis brazos en su cuello para perderme en sus ojos azulados.

–Me encomendaron una misión muy lejos de aquí, las matronas del pueblo más importantes te cuidaran en tu proceso.– Dijo eso mientras me acariciaba el vientre, un poco crecido.

Desde que lo supe y para sorpresa de todos, Kilius se volvió extremadamente protector, por si ya no lo era antes.

–Yo no puedo estar tanto tiempo sin ti, llévame contigo.– Le miré suplicante.

–Ni por todos los Dioses de la galaxia, Peter, debo cuidaros y protegeros, no quiero que esta misión se vuelva peligrosa y no tengamos médico posible...

–Claro... –Me alejé de él y pase por su lado. Estaba demasiado sensible últimamente.

–No te enfades, sois lo mejor que me ha pasado nunca.– Me detuvo y besó delicadamente mis labios.– Volveré antes del próximo eclipse, promesa.

Asentí con la cabeza y finalmente sonreí.

Nos quedamos un rato abrazados hasta que llamaron a Kilius para su misión. Ambos nos despedimos sin quererlo y me prometió que volvería cuanto antes.

Lo vi partir en una nave, y le miré dulcemente mientras me dedicaba una cálida sonrisa, la adoraba y él me la dedicaba, solo a mi. Y muy pronto lo haría para nuestro bebé.

🪐✨🪐

Como dijo fui cuidado por las matronas y me dieron todo lo necesario, me estudiaron bien y con cuidado, ya que al ser una especie diferente debían tratarme con especial cuidado y conocer mis puntos fuertes y débiles. Yo les comenté que no recuerdo casi nada de mi especie, sin embargo hice lo que estuvo en mi mano para acordarme y hacerlo por mi bebe.

Meses después mi barriga creció, temía que en cualquier momento fuese a nacer sin su padre al lado, estaba triste el tan solo pensar que haría esto solo.

No obstante, aquel día ocurrió algo inesperado y fatídico para todos, en especial para mí.

Mi cuerpo dolía a horrores; me retorcía sobre la camilla que habían hecho para mi.
Las blanquianas trataban de tranquilizarme y suministrarme calmantes en un intento de apaciguar este dolor extraño.

De un momento a otro, un líquido empezó a escurrir por mis partes bajas, alertandome enseguida. Bajé la vista desesperado buscando el origen del problema y lo que vi me hizo marearme hacia atrás: un charco de sangre teñía las sábanas de la camilla, temiéndome lo peor.

—¡No! ¡No, no, no, por favor!

—Peter, por favor cálmese.— Decía Giulia preocupada, una blanquiana joven y amable.

—Mi hijo... No puede...no... —Lagrimas saladas escapaban de mis ojos empapando todo mi rostro; había perdido a mi bebé.

Ellas hacían lo posible para averiguar que había pasado y porqué tan repentinamente, quizás la respuesta la sabía desde un principio pero nunca quise reconocerlo, seguía siendo un científico, algo como esto era extraño que sucediera a la primera, aun así no perdí mis esperanzas. No quiero imaginarme su dolor cuando Kilius se entere de esto.

El amor de un alienígena (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora