PRISONER

Capítulo 1

NOTA AUTOR: Advertencia por violación y lenguaje.
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Harry se quedó mirando el techo con los ojos sin pestañear. Casi podía recordar la luz del sol. Se preguntó si era siquiera verano. Era difícil tener conciencia del tiempo en un lugar como éste.

Se oían gritos en el sucio pasillo, pero Harry era un experto en ignorar cualquier tipo de ruido. Aunque ya nadie se volvía loco por los dementores, gracias a Merlín que se habían ido, muchos internos se volvían locos por el aislamiento. O tal vez por la crueldad que les infligían sus compañeros. Quién sabe qué fue lo que realmente desencadenó la locura.

Hubo un fuerte golpe en la puerta de al lado. Harry no apartó los ojos del techo. Rabastan golpeaba periódicamente la pared que separaba sus celdas. Era un intento de llamar la atención de Harry. Nunca funcionó.

Como sabía que iba a ocurrir, Rabastan empezó a hablar. -Estás muy callado, Potter. Es desconcertante-.

De repente, se oyó un fuerte golpe en la puerta. Por primera vez en lo que probablemente fueron horas, Harry se sentó y se movió para que su espalda estuviera contra el pasillo. Contuvo la respiración mientras un guardia humano subía y bajaba por el pasillo. Rezó para que el guardia pasara de largo, pero su suerte siempre había sido una mierda.

El guardia se detuvo frente a su celda y lo miró con ojos crueles. La llave brillante que llevaba colgada del aro brillante apareció por arte de magia y, antes de que Harry se diera cuenta, su celda se abrió y fue atado por arte de magia, siendo levitado detrás del guardia. No luchó por liberarse. ¿Qué sentido tenía?.

Lo llevaron a la oficina de atrás. No mostró ningún miedo. No le daría al bastardo esa satisfacción. En muchos sentidos, esto era peor que lo que le hacían muchos de los presos. Eran criminales; no esperaba que mostraran la decencia humana básica. Los guardias utilizaban su poder para intimidar y herir porque a nadie le importaba lo que le ocurriera a un preso de poca monta. Era repugnante.

El guardia desabrochó los pantalones de Harry con manos ásperas, sin fingir siquiera gentileza de ningún tipo. Y sin ningún tipo de preparación, el guardia sin nombre entró en Harry con un movimiento suave. Harry ya estaba acostumbrado, así que ni siquiera se inmutó ante la inoportuna intrusión.

Con el ritmo desigual iniciado por un guardia con sobrepeso y gruñendo, la mente de Harry divagó para no tener que estar en el aquí y ahora mientras era brutalizado. Pensó en cómo había llegado hasta aquí.

La guerra llevaba tres años a pleno rendimiento. Remus y Sirius ya habían sido asesinados por los mortífagos. Otros habían caído, por supuesto, pero ninguno que significara más para él que esos dos. Remus había sido asesinado mientras su esposa estaba embarazada y Tonks fue enviada a un refugio. Todos habían temido que ella fuera un objetivo. Ella luchó contra ello, queriendo luchar y vengar a su marido, pero su necesidad de proteger a su hijo no nacido, el único vínculo que le quedaba con Remus, la hizo entrar en razón. Ella y su padre fueron a la misma casa de seguridad, ya que él también estaba en peligro por su condición de sangre y el hecho de haberse casado con una prominente familia de sangre pura. Andrómeda también habría ido, pero era una Sanadora entrenada, y se decidió que sus habilidades serían útiles para tener durante la guerra.

Harry se había endurecido. Perdió a los dos miembros restantes de su familia. Los Weasley también sufrieron algunas pérdidas. Fred no había sobrevivido. Tampoco lo había hecho Ron. Hermione estaba tan malherida que estaba en coma, y nadie sabía si alguna vez despertaría.

Hasta entonces, Harry estaba haciendo todo lo posible para no ir demasiado lejos, pero Hermione fue la gota que colmó el vaso. Empezó a usar la maldición asesina contra los mortífagos. Dumbledore siempre decía que no debía luchar con los imperdonables, pero los mortífagos los estaban usando. Y si el lado de la luz tenía alguna esperanza de ganar, necesitaban combatir el fuego con el fuego, como dirían los muggles. Desarmar simplemente no estaba funcionando. Estaban perdiendo gente. Harry se sentía en su derecho.