Capítulo 18: EPÍLOGO

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Harry se sentó junto al estanque del jardín. Teddy estaba sobre una manta, disfrutando del buen tiempo, con una alegría absoluta en su rostro. Teddy se había visto obligado a estar dentro de casa tanto tiempo desde que nació; Harry se alegraba de que ahora pudiera disfrutar de la simple felicidad del aire fresco. Tanta gente daba por sentado ese tipo de cosas.

Volvió su mirada hacia el estanque. Hacía más de tres semanas que había llegado a Francia. Hasta ahora, nadie de Gran Bretaña había intentado ponerse en contacto con él. El padre de Fleur dijo que no se atreverían a menos que quisieran una guerra con Francia. Harry trató de no pensar en quién faltaba. Esperaba que George se reuniera ya con él, pero seguía sin aparecer. Bill había intentado ponerse en contacto con él, pero sus lechuzas no recibían respuesta.

Eso asustó a Harry. Todo el mundo sabía que George era leal a él y no a Dumbledore. Charlie estaba seguro de que George sería lo suficientemente astuto como para escaparse, pero si eso era así, ¿dónde estaba? ¿Qué le había hecho Dumbledore?.

Y luego estaba Rabastan. No había oído nada. No sabía si Rabastan estaba vivo o muerto. No sabía si Rabastan había decidido no venir porque era demasiado arriesgado. El no saber era lo que le estaba matando.

Además de Teddy, George y Rabastan eran las personas más importantes en la vida de Harry, y sentía como si hubiera un gigantesco agujero en su corazón porque no estaban aquí con él.

Bill y Fleur habían sido geniales, y Gabrielle seguía siendo tan dulce como siempre. Y Harry adoraba absolutamente a Victoire; ya podía decir que sería como su madre cuando creciera. Más vale que Bill esté preparado para amenazar adecuadamente a los adolescentes. Bill, Fleur, Gabrielle y los señores Delacour adoraban a Teddy y Victoire por igual. Teddy siempre había tenido sólo uno o dos adultos que lo cuidaban, así que Harry se alegraba de que recibiera más atención. Aun así, no podía estar completamente satisfecho con cómo iba su vida porque su familia se sentía incompleta.

De repente sonó una alarma, los pabellones alertando de un intruso. Harry levantó a Teddy, temiendo que fuera eso. Dumbledore había venido por él. O había enviado a alguien. Tal vez Kingsley o Hestia.

Fleur salió corriendo por la puerta trasera de la mansión. -Harry, ven rápido-, ordenó, su acento aún más pronunciado por su excitación.

Harry siguió a la feliz mujer. Se preguntaba qué estaría pasando. Ella no lo llevaría al peligro, así que tal vez la alarma era algo bueno.

Llegaron al frente, y Harry sintió que se le cortaba la respiración cuando vio a George siendo llevado por Bill. George se apoyaba fuertemente en Bill, obviamente herido. Se acercó a su mejor amigo, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que había alguien más en la puerta.

-Rabatsan-, susurró.

-Salvó la vida de George-, explicó Fleur en voz baja, -y trajo a George aquí de la mano. Supongo que el encantamiento rastreador funcionó-.

Harry parpadeó estúpidamente. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Rápidamente entregó a Teddy a los brazos de Fleur que lo esperaban y corrió hacia el hombre que creía que los había abandonado.

Rabastan se apoyaba pesadamente en un árbol, el agotamiento era evidente en su rostro. No parecía herido, por suerte, sólo cansado.

Harry rodeó el cuello de Rabastan con los brazos y se aferró a su vida. Apoyó la cabeza en el pecho de Rabastan y escuchó el corazón que latía a un ritmo constante.

-Perdona que haya tardado tanto-, murmuró Rabastan.

-Lo único que importa es que ahora estás aquí. Aunque me pregunto qué ha pasado para que tú y George estéis aquí al mismo tiempo-.

-Es una larga historia-, murmuró Rabastan.

-Tenemos tiempo-, prometió Harry. Inclinó la cabeza hacia arriba.

Rabastan acarició la mejilla de Harry y se inclinó hacia abajo. Sus labios se encontraron con los de Harry en un suave beso, moviendo los suyos e incitando a Harry a abrir los suyos para explorarlos.

Harry se lo devolvió, abrazando a Rabastan mientras se perdía en un contacto que no creía volver a sentir.

Cuando el aire se hizo necesario, Harry rompió el contacto a regañadientes. Reiteró su sentimiento anterior. -Ahora no tenemos más que tiempo-.

La respuesta de Rabastan fue besarle de nuevo.

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