Capítulo 13: Big Bang

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—¿Te suena el apellido Lombardo?

—No, no creo.

—Eso es porque la mafia Telfien ha movido cielo y tierra para borrarlo de todos los registros. Fabrizio Lombardo, concebido en Sicilia y nacido en Buenos Aires, fue el primer verdadero mafioso argentino. Un hombre de honor, con mentalidad de negocios. El trayecto de Teufel comenzó ahí. Llegó a ser la mano derecha de Fabrizio, siendo la izquierda Basilio, su hijo. Los tres sufrieron un "atentado". Curiosamente, los únicos que murieron fueron los Lombardo.

—Entiendo entonces que estuvo armado por Teufel, para quedarse con el negocio.

—Exacto. No son dos piezas complicadas de relacionar, y una traición tan grande en tu expediente no ayuda a hacer negocios. Así que se encargó de borrar a los Lombardo de la historia del submundo. Y a ese forro es al que le tengo que proponer una tregua.

—Suena a que es más fácil matarlo.

Velasco rió.

Había pasado una semana desde el ACV de Lucía, y habían señales de mejoría. Se mostraba más responsiva a ciertos estímulos, y su actividad cerebral había incrementado. En ese punto, podría despertar en cualquier momento.

Decidieron tratar la fractura de su pelvis de forma externa, en lugar de quirúrgicamente. Era la opción más segura, y pese a suponer un proceso de recuperación más largo, no tenía mucha prisa estando en coma.

Mientras, Velasco hizo su trabajo. Iba y venía, pasaba por el hospital cada tanto para asegurarse de que todo estaba bajo control.

Pero ese día, no solo hablamos fuera del edificio. Me llevó hasta el bar de la otra vez, para celebrar su éxito.

—Donato Tellucci. Hermano de Alejandro, tío de Lisandro. No lo consideré en ningún momento un peligro, siendo que el tipo lleva preso cinco años por fraude de impuestos. Resulta que el señor Donato es la verdadera mente maestra detrás de la política y los negocios. El tipo no tenía prisa para salir, siendo que estaba bien instalado ahí... Hasta que Lisandro lo delató. La sesión que tuviste con él lo hizo hablar, y mandó al frente a su tío —dijo, sonriente—. Se emitió una orden de traslado inmediata, para encerrarlo en un lugar de máxima seguridad. Cuando fueron a buscarlo, su celda estaba vacía. El abogado seguro le chivateó que su sobrinito iba a cantar apenas conseguiste que lo sacaran de la sala, así que se escapó.

—Mierda. ¿Entonces Donato es el hijo de puta que le hizo eso a mi hermana?

—Si. Se efectuó ahora una orden de búsqueda y captura, pero nunca lo van a encontrar. No a menos que quiera que lo encuentren.

—¿Y vos lo vas a encontrar?

—No hace falta. En el baúl de mi auto tengo a un amiguito que seguro sabe, y está muy dispuesto a compartirlo con nosotros.

Ni siquiera intenté disimular la risa. Era increíble lo que ese hombre podía hacer.

—¿Tu auto no estaba hecho mierda?

—Me di el lujo de conseguirme otro, siendo que nunca vienen de más.

—Estás podrido en plata, verdaderamente. ¿Quién es el tipo? ¿No deberíamos ir a verlo?

—Dejémoslo un rato más ahí. Mientras, pidamos otros traguitos.

Pasamos un rato riendo y charlando.

Aproximadamente media hora.

Una vez salimos del bar y nos subimos al vehículo, Velasco condujo hasta que el paisaje que nos rodeaba dejó de estar plagado por edificios.

La División ZafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora