Me costó dormir el resto de la noche. Lo intenté, pero no pude. A las nueve de la mañana escuché al Cuervo llamando a mi puerta. Intenté ignorarlo.
Pero insistió, una y otra vez.
No quería verlo.
-¿Andrea? -me llamó.
Enterré la cabeza en una almohada improvisada de ropa.
-No estoy. Dejame tranquila.
-¿Qué?
-¡No estoy, dejame tranquila!
-Me quiero disculpar, reaccioné mal, Andrea.
Me puse de pie, molesta, y me coloqué frente a la puerta.
-¡Si, me dí cuenta!
-Dale, dejame pasar. Te vine a pedir perdón.
-Me chupa un huevo. ¿Qué mierda te pasó?
-¡Me dejé llevar! Vos viste como estaba, eso no es una posición cómoda para mí.
-Si, no te gusta mostrar absolutamente ningún tipo de humanidad. Te incomodó que te veas vulnerable porque nadie te ve así, no dejás ver ese lado tuyo. Pero yo lo vi, y quise apelar a eso, y te pusiste a la defensiva.
-¿Ahora sos psicóloga?
-Dale, no te hagas el gracioso. Yo genuinamente intentaba ayudarte. ¡Yo entré cuando pensé que te estaban matando, te saqué de ese trance en el que estabas, y me sacaste cagando igual!
-¡Ya sé! ¡Estuvo muy mal! Por eso me quiero disculpar.
-Porque eso lo arregla todo, ¿No?
No estoy segura, pero juraría haberlo escuchado suspirar del otro lado.
-No. Por eso es que quiero hablarte de Sarah.
Su voz sonaba sincera, su tono sonaba apenado.
Me pegué a la puerta, con la mano en la manija.
-¿De verdad?
...
-Creo que mereces saber la verdad. Para... igualar un poco la balanza.
Giré la manija, abriendo la puerta, y me retiré al colchón. Me senté con las piernas cruzadas.
Él pasó, y se sentó frente a mí. Llevaba un cigarrillo encendido entre los labios. Era la primera vez que lo veía fumando.
Lo apartó un momento de su boca, para exhalar el humo. Al hacerlo, tosió.
-Entonces, ¿Me contás o qué pasa? -le insistí.
-Es complicado esto. No se lo había contado a nadie, nunca. Es el motivo por el que no puedo dormir sin el uso de benzodiazepinas, es el motivo por el que estoy acá, y no en las filipinas, seguro, lejos de toda esta mierda. Es el motivo por el que soy lo que ves. Un muerto en vida.
...
-Mirá, si no querés contarme...
-No, no, pero sí quiero -se apresuró a decir-. Necesito que vos lo sepas.
-Bueno, dale. Soy todo oídos.
Antes de hablar, dio una larga calada a su cigarrillo. Aún tenía los ojos rojos a causa del violento llanto de la noche anterior.
Sus ojeras profundas como moretones, sus párpados cansados, su expresión agotada. Pero abrió la boca, y empezó a hablar. Ni siquiera quise interrumpir. Estaba perdido en su mundo.
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La División Zafiro
Misteri / ThrillerVelasco es un criminal. Solía ser una herramienta de la mafia, y acaba de volver a Buenos Aires, en busca de algo que resulta una interrogante. Andrea es una cabo de la policía federal argentina. Es ignorada y ninguneada por sus colegas. Y Velasco q...