capítulo 46

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Las dos personas dentro del automóvil dejaron de hablar por un largo tiempo. El cuerpo de He está muy cansado ese día, siente dolor en los huesos y piensa que no puede mover más las manos. Frunció ligeramente el ceño, con la frente apoyada contra la ventana.

Ai Ziyu miró a He Zhishu con un gesto muy marcado de preocupación. Disminuyó la velocidad del auto, extendió sus dedos y tocó la frente de He Zhishu. Resultó que tenía fiebre.

—¿Tienes frío? —Ai Ziyu tomó su abrigo y lo cubrió completamente—. Espera un poco, tardaremos unas cinco horas en llegar. Espera a que vaya por el viaducto y luego, podremos ver la pequeña ciudad. Encontraré medicina para reemplazar la que tomas normalmente.

Ai Ziyu no culpó a He Zhishu por correr precipitadamente fuera de su casa sin empacar sus medicamentos, porque sabía que su vida ya era lo suficientemente dolorosa como para regañarle todavía más por ser impulsivo. Obviamente la situación lo obligó.

—¿Qué hora es?

He Zhishu estaba pálido y su voz era débil. Ai Ziyu miró el reloj que se mostraba en el tablero.

—11:59

El cielo de repente se llenó de fuegos artificiales que parecían tener la forma de un espíritu mitológico en la larga y monótona carretera oscura. Deben ser los fuegos artificiales provenientes de las pequeñas provincias próximas a la autopista. Los colores vienen del este y del oeste, volando y serpenteando brillantemente casi como si se trataran de nubes.

—Ahora deben ser las doce en punto.

He Zhishu se inclinó hacia delante y miró los fuegos artificiales. Algunas de las marcas en su rostro y las líneas de sus cejas le hacían tener un aire puro y feliz. Como si fuera un niño. Ai Ziyu también se relajó un poco, sonrió y dijo:

—Feliz año nuevo.

Ai Ziyu de repente pensó en algo. Mientras conducía y miraba alrededor, se inclinó y buscó a ciegas algo dentro de su guantera. Le tomó casi dos minutos dar con una caja llena de Tofis.

—Dicen que, si comienzas el año nuevo comiendo algo dulce, tu vida será dulce todos los días.

Zhishu tomó la caja de dulces y le dio las gracias. No sabía que sus ojos estaban rojos a causa de las lágrimas que estaba conteniendo con todas sus fuerzas. Ya olvidó la última vez que comió azúcar, podría decirse que ni siquiera recuerda como sabe... Se siente extraño mientras toma un Tofi de la pequeña caja de hierro. La temperatura del caramelo es igual a la temperatura de su mano y se siente avergonzado mientras los pequeños granulitos del azúcar se vierten sobre su regazo. Espera que Ai tenga razón, y sus días puedan ser tan dulces como lo que está comiendo.

Se ríe, su estado de ánimo es mejor ahora que hace un momento. Aunque sus cejas aún delatan lo cansado que está, sus ojos muestran una luz encantadora. Miró al médico que todavía estaba conduciendo, rasgó el empaque de papel que estaba lleno de azúcar y le entregó un pedazo.

—Come tú también.

A Ai Ziyu le encanta comer dulces. Esa es la razón principal de que exista una caja de Tofis en el auto después de todo... Sin embargo, no se siente tan cómodo siendo alimentado por He Zhishu, pero… ¡Por un demonio! ¡Es casi imposible rechazarlo! Los dedos blancos como la nieve de He le rozan suavemente los labios y Ai Ziyu, hace entonces un gran esfuerzo para contener la mordida que quiere propinarle a esa mano cubierta de azúcar.

Los segundos en ser alimentados por He Zhishu fueron los dos perros. Después de estar sentados durante mucho tiempo, mordiendo sus patas y bostezando uno sobre el otro, parecen estar alegres por tener algo nuevo que hacer.

He Zhishu se metió el último Tofi en la boca y lo masticó detenidamente.

Cuando Ai Ziyu lo miró de nuevo, He Zhishu se había quedado dormido otra vez. Sus cejas no están elevadas y la línea de sus labios está curvada suavemente en una leve sonrisa. Ya no está llorando.

Los 10 años que más te améDonde viven las historias. Descúbrelo ahora