El Diario De Park Jimin ✾ [Taekook-Yoonmin] ✓

07

Al día siguiente JungKook estaba listo para ir a casa de TaeHyung, sus padres exitosamente le dieron permiso para ir a Seúl con su amigo y no dudó en informarle mediante mensajes de la asombrosa hazaña.

Los padres de JungKook a veces son un poco miedosos en esos aspectos por lo que no esperaba una respuesta afirmativa, iría hoy para dormir ahí y salir mañana temprano.

Tal como prometió estaría a primera hora ahí, cumplió con su promesa ya que está ahí a las ocho en punto de la mañana, la madre de TaeHyung lo recibe con una sonrisa le preguntó si ya había desayunado y este amable respondió que ya lo había hecho.

—¿Dónde está Tae? —Preguntó mirando hacia el pasillo donde estaba la habitación del mayor.

—Debe estar dormido todavía, puedes ir a despertarlo — mencionó la señora Kim.

—Iré, gracias señora Kim.

Sin esperar más subió encontrando una escena muy linda, Kim estaba abrazado a un peluche y todas las sábanas estaban en el suelo, rió, por poquito no se caía él.

Observó su rostro, tenía baba seca en la comisura de la boca, lagañas visibles y su cabello como si fuera nido de pájaros, toda una obra de arte.

Era los efectos de estar enamorado.

Lo dejó dormir y como si fuera la primera vez que esta ahí su mirada recorrió en todos los rincones de la habitación de su amigo, ropa por todos lados, libros, cuadernos.

¿Un candado? Levantó lo que parecía ser un candado bastante oxidado y partido a la mitad, su ceño se frunció porque no tenía ni la menor idea de porque Tae tenía eso en su habitación.

—Me pregunto porque... — murmura.

Se sentó en la silla del escritorio esperando a que Tae despertará.

Ya llevaba casi una hora esperando, primero reviso su celular y ya de ultimo casi se dormía en su sitio de repente la figura en la cama se movió entre las sábanas, al fin se despertaba.

—¿Sabes cuanto llevó esperando a que despiertes? Buenos días.

El mayor se asustó al ver a su amigo en la habitación, se cubrió por completo con la sábana.

—¡Kook! me veo feo...

Niega con suavidad.

—Eres lindo, ve a lavarte el rostro.

Le hizo caso así que nuevamente lo espero el tiempo necesario para que según él pudiera verse bien.