Hux se sentó en la mesa, vestía un traje de seda y en una de sus manos, grilletes. No. Ni siquiera se quejó cuando el hombre se lo colocó, había aprendido ciertas cosas convenientes para su integridad física, entre ellas, no batallar con su secuestrador. No tendría una oportunidad.
La cena servida estaba excelente, impecable y de aspecto delicioso, su estómago rugió en más de una ocasión ya que lo tenía ante sus ojos. Salivaba y podía casi imaginar el sabor de la carne magra glaseada con miel y romero, una de sus manos fue por los cubiertos pero Ren le detuvo con un gesto brusco. “Los perros comen hasta que sus amos lo ordenan”, Armitage sentía que se perdía un poco más a sí mismo cuando no objetaba en contra de aquel juego retorcido, pero estaba demasiado débil, demasiado deseoso de probar una comida decente, que lo dejó pasar por la paz y se recargó en el mullido respaldo de la silla del comedor.
Elegancia hueca en cada mueble, eso le pareció a Hux que describiría perfectamente la escena del comedor, frívola a pesar de su gravedad, jugó a ignorar su muñeca encadenada a la de su carcelero. Esta era la primera vez que su secuestrador le quitaba la venda que siempre ponía sobre sus ojos cuando le dejaba entrar a su hogar.
Enfocó su atención en valorar el cuarto que tenía ante sus ojos, ventanas cerradas, cubiertas por alargadas y gruesas cortinas rojas, todo mueble yacía de roble impoluto, los cubiertos eran sencillos pero finos, sin duda de plata, con pequeños detalles decorativos, volvió la vista a sus platos: Porcelana de nuevo. Le parecía todo muy superficial, tan ajeno y lejano, no quería estar ahí, temía voltear la cabeza y descubrir al monstruo que le mantuvo en el interior de esta oscura pesadilla, apartado una a través de una fuerte burbuja en la que nadie podía acudir a su rescate, porque era invisible, inservible.
“Hux” Esa voz, la única que había escuchado cada mañana insufrible, volvía a dirigirse a él, pero esta ocasión con un engañoso tono de preocupación, el pelirrojo finalmente volvió el rostro para devolverle la mirada “¿Por qué nadie intenta hallarte? ¿Siquiera habrán notado que desapareciste? ¿Es porque nadie te quiere?”
Oír sus más temerosos pensamientos ser pronunciados por alguien más ató otro nudo agonizante dentro de su garganta.“¿Lo ves? Soy el único que sabe apreciarte en verdad a pesar de lo miserable que eres, nadie más se preocupa por ti” Sin permiso, una lágrima osó a derramarse por la mejilla izquierda de Armitage, a pesar de aquello, el verde y el dúo de pardos mantuvieron el contacto. Hux no iba a decir nada, ¿tan rápido le habían adiestrado para no responder sin su permiso?
“Te he dado de comer, un techo y afecto, creo que merezco algo de tu gratitud, pero eres un hijo de perra mal agradecido, no me sorprende que los demás no deseen estar al lado de alguien como tú, Armitage” Observó el rostro impertérrito de su interlocutor, un hombre que debía rondar su propia edad, tal vez unos años menos a pesar de su altura, podía ver juventud en su piel, los lunares que se dispersaban en su rostro que de alguna forma le brindaban cierto atractivo, todo encajaba perfectamente con su figura garrida e imponente, aún sentado a su lado atemorizaba un poco a Armitage.
“Si soy tan repugnante y despreciable, ¿por qué me secuestraste?” Finalmente se atrevió a expresar.
"Porque te amo" La palma de la mano de Kylo impactó en el rostro de Hux, como si mereciera un castigo por no saber la respuesta tan obvia a su pregunta. “Ahora come”
y así lo hizo.
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Kylux - Perro Rabioso
FanfictionUn artista se muda a Colorado, un infame asesino se obsesiona por él.