Első Rész

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-Espero que hayas aprendido la lección-aquellas palabras fueron dichas con desprecio-ustedes-el altivo joven miró a sus sirvientes-retiren de mi vista a esta escoria, arruina mi alfombra-aterrados, la servidumbre obedeció de inmediato yendo a levantar a la pobre joven que había sido víctima de los castigos inhumanos de su majestad-rápido, mis invitados llegarán en quince minutos-con un chasquido de sus dedos, aquellos que recibieron la orden se apresuraron a sacar a rastras el cuerpo inerte sobre el piso-sirvientes, la despreciable escoria que debió morir antes de siquiera pensar en venir al mundo-cuando la puerta de la habitación se abrió, el más fiel confidente de su majestad entró

-Una dura sesión, majestad-

-Ella se lo buscó-la simple respuesta dejó temblando a los pocos presentes dentro de la habitación-¿Qué clase de inepta deja caer mi copa de vino?-

-Así que eso fue-el confidente observó la sangre sobre la alfombra

-Necesitaré a alguien nuevo, ninguno de estos mediocres sabe hacer bien su trabajo-se dirigió al resto-¿Y ustedes que esperan?-todos retrocedieron un paso-limpien el desastre-pero ninguno se movió, ante eso, el joven avanzó a paso furioso hacia ellos-¿Acaso están sordos?-en golpe justo sobre la mejilla de cada uno fue depositado por la fusta que su mayor portaba en su mano derecha-büdös, hálátlan disznók-

-Veo que no despertó con el mejor humor-se carcajeo el intruso-pero debe tranquilizarse, no le conviene mostrarse alterado frente a sus invitados, no cuando es la fiesta para celebrar el regreso de su esposo-

-Otro desperdicio de la sociedad-dijo fastidiado al recordar a su esposo-no sé porque tengo que estar rodeado de lame botas cuando ni siquiera me favorecen a mí-

-Hipocresía-respondió simple su acompañante-la carta secreta disfrazada de diplomacia-

-Mierda asquerosa escupida de la boca maloliente de la corte real-complemento el amo del castillo-¿Conseguiste lo que te pedí?-cambió radicalmente de tema

-¿Alguna vez he fallado?-

-¿Te atreverías a hacerlo?-lo desafió haciendo un gesto despectivo a la mancha sobre la alfombra, una discreta advertencia sobre lo que podría pasarle si se atreve a fallarle

-Su encargo lo espera en su habitación-pero el amo no pudo responder, pues uno de los sirvientes intervino en la conversación

-M-Majestad-habló temerosa la mujer-la mancha, es muy difícil de quitar-pasó saliva cuando los ojos fríos de su amo se posaron sobre ella-tendremos que c-cambiarla-

-Háganlo-ella asintió-y en cuanto a aquella miserable-la mano donde portaba la fusta aún estaba roja por la fuerza aplicada en los golpes que le infringió a aquella pobre chica-destrocen su cuerpo y denle la comida los perros-la mujer sintió la sangre helada-no han comido en un tiempo, apuesto a que no despreciaran un buen pedazo de carne-su verdugo se rió en su cara para marcharse a paso lento de la habitación, mientras, la mujer miró la sangre seca sobre la alfombra, esa noche rezaría por un alma más.

Pocos son aquellos que nacen en cuna de oro, solo una minoría es la afortunada de nacer con todos los privilegios y alcanzar la cima del éxito, la riqueza y el poder. A esos pocos afortunados se les conoce como la clase alta, los aristócratas de la sociedad húngara del siglo XVI.

Entre las pocas familias que poseían poderío y riquezas se encontraba la honorable familia Byun, una de las más antiguas y adineradas en todo Hungría.

El padre, era un famoso general que dirigía a nada más y nada menos que las tropas de la corona, teniendo por lo tanto, lazos con la familia real, lo cual, lo llevó a conocer a su esposa, una bella mujer de la corte que venía de una familia exageradamente rica, con puestos cerca del mismísimo rey, con mecenas poderosos y ministros respetados, sin duda, el general no pudo haber elegido mejor esposa.

El Conde SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora