Negyedik rész

244 39 16
                                    

¿Cómo diferenciamos un sueño de la realidad? Muchas veces, nuestra mente es tan poderosa que nos hace ver más allá de lo que imaginamos, recrea escenarios y sentimientos que sentimos como reales, trae a nosotros olores y sabores familiares, pero, nada de esto es real. Entonces, ¿Por qué nos confundimos? Tal vez la respuesta sea que por medio de nuestros sueños representamos lo que más anhelamos, deseamos o sentimos, Baekhyun desea un toque suave sobre su cuerpo, el aliento cálido de alguien sobre sus labios, un olor penetrante que llenara su olfato, besos seductores, movimientos acompasados bajos las mantas.

Aquellas noches en que logra conciliar el sueño, sus pensamientos se pierden entre sombras oscuras y roces efímeros, susurros bajos y graves acompañados de palabras obscenas en murmullos, fuego que parece nacer desde su centro caliente y que se extiende hasta los dedos de sus pies, caricias lentas y tortuosas que lo hacen apretar las sábanas, una simple fantasía erótica.

Estaría mintiendo si dijera que no sabe qué es lo que lo provoca, porque aquel ser que lo está llevando a sucumbir, tiene nombre y apellido, el aprendiz de su adivino, Park Chanyeol.

El conde ha tenido que mantenerse alejado del joven para no caer, aunque, en las reuniones con Sehun, no puede evitar mirarlo, recorrerlo de arriba abajo admirando su fisonomía, un espécimen bello que, sin duda, se vería mejor en su cama.

Chanyeol tiene una belleza que no había visto jamás, hay algo en su piel ligeramente bronceada que lo hace querer encajarle los dientes y pasar su lengua por la dorada extensión, sus ojos castaños parecen un pozo sin fondo en el que se dejaría caer, aquellos rojizos labios parecían cerezas, tan dulces, que Baekhyun ya se imagina pasando la punta de su lengua sobre ellos, su cabello tan negro como el cielo en noche de tormenta se ve tan suave, con ligeros rizos naturales, el solo recuerdo de cuando lo tomo en un puño en su mano en aquella estancia, lo hace estremecer.

Su altura es imponente para ser solo el ayudante, aquella espalda gruesa y anchos hombros lo volvían loco, podía sentir sus uñas hundiéndose en su piel creando marcas rojas, ya podía ver esas manos sujetar las suyas o a sus dedos apretar su cabello o, tal vez, serpentear por sus piernas hasta perderse en su lugar más privado, y su voz, maldita sea, esa voz la oía en sueños, tan grave, tan profunda, tan autoritaria, el conde podría dejar de lado su orgullo si esa voz le ordenara ponerse de rodillas.

Baekhyun sabe y está consciente que el tan solo pensar en eso es humillante, porque en todos sus años lidiando con amantes, o posibles amantes, jamás deseo, quiso y anhelo tanto ser sometido por alguien, verse bajo su figura mientras se deshacía de placer, nunca espero que se muriera por ver las expresiones de otra persona al llegar al orgasmo, dentro de miles de posibilidades, no creyó nunca querer dejarse amar.

Por momentos quiere engañar a su mente, se repite día a día que no puede dejarse caer tan bajo por un simple aprendiz, que no puede estar considerando ceder ante otro ser humano, trata de meter en sus pensamientos que todo es culpa de Sehun y la lectura a su mano, que le metió ideas absurdas que no había escuchado jamás, que lo embruja a través de aquel brebaje que le prepara desde hace semanas.

Desgraciadamente, no importa cuánto se mienta, cada noche soñará con Chanyeol enredado entre sus sábanas oscuras como el vino, seguirá queriendo su toque en la penumbra de su habitación, se morirá por ponerle las manos encima y hacerlo gruñir como una bestia, pasará de largo cada día con deseos reprimidos por el orgullo y la dignidad.

Claro que, no puede tener su conciencia tranquila, pues Jongin se encarga una y mil veces de decirle que no hay nada que le impida "tener" a Chanyeol, habla como una serpiente sobre su oído diciéndole lo mucho que podría disfrutar de su carne, que no perderá nada por una noche de pasión con el pelinegro, pero, Baekhyun piensa diferente y no sabe porque, la sensación lo ahoga, lo asusta, se frustra de darle vueltas y vueltas al mismo asunto todos los días, y, siendo honestos, su autocontrol se pierde cada vez un poco más.

El Conde SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora