-¡Engendro!-
-¡Demonio!
-¡Asesino!
-¡Monstruo!-
El espeso jugo rojo de los tomates se escurría por las ventanas de su carruaje, los pueblerinos gritaban ofensas contra sus puertas, el interior ya comenzaba a apestar a la orina que algunos más osados habían aventado al techo, pero él no podía hacer nada, su protector le había dicho que corresponder las muestras de agresión y violencia solo lo pondrían en un predicamento, que así, su situación ante la corte sería peor, pero, siendo honestos, ¿Qué podría ser peor a esto? ¿Qué es peor que la humillación para una persona de su posición?.
Su cabeza estaba a un paso de la horca, las cartas dirigidas a la corte en su contra eran cada vez más, el maldito pueblo de no dejaba de amenazarlo con entrar a su castillo y matarlo, la servidumbre había abandonado sus puestos por miedo a ser parte de los masacrados, ya no quedaba nadie en su lado. Ni siquiera la familia que aún le quedaba lo quería ayudar, esos hipócritas, cuando él les dio dinero, castillos y hasta la ropa que vestían, ahora, esos bastardos decían no conocerlo y le cerraban las puertas.
Sus noches eran tormentosas, llenas de incertidumbre, pesadillas y el aroma de la muerte rodeándolo, y lo aceptaría si solo lo rodeará a él, pero no, esa nube negra también amenazaba con derramar sus gotas de ácido sobre la única persona que le importaba, Chanyeol corría el mismo peligro por permanecer a su lado, por ser un cómplice indirecto.
Aquel joven que sacó de la cocina, su fiel mano derecha, podía afrontar una condena igual a la suya o peor, uno era el cerebro y otro el sirviente, argumentar que solo había seguido órdenes no le serviría de nada, los aldeanos los habían visto juntos, las lenguas venenosas incluso dirían que eran amantes, Jongin cargaría con las mismas cadenas, además, se llevaría entre las piernas a Sehun, quien sería el más inocente de todos, pero sería otro condenado a muerte por amor, por seguir al moreno.
¿Cómo es que nunca pensamos antes de actuar? ¿Acaso el principio primero pienso luego existo es tan difícil de seguir? ¿En verdad a veces somos tan animales que olvidamos que somos humanos? A él se le educó para triunfar, para ser digno de alabar, nunca conoció el ver por el prójimo, no adquirió valores que lo llevaran a compartir sus riquezas, se le dijo que tenía que ser egoísta, jamás dejar que pasaran sobre él, pero, ahora, ¿De qué le servía toda esa crianza?.
Dentro de sus planes jamás estuvo el recibir ese odio, el repudio de las personas cercanas a él, su esquema se estaba desmoronando, y sí bien había varios cómplices, solo uno era el causante de todo aquello, tal vez él, pero en los últimos días, quien se había encargado de hacerlo miserable era otro. Fue tan estúpido, tan ingenuo de no creer en las palabras y amenazas de Minseok, ese infeliz, pavoneándose frente a la corte en las últimas sesiones, soltando falacias de su boca fina, carcajeándose en los pasillos del palacio, cogiéndose a sus antiguos amantes para obtener algo, ese hijo de perra, un maldito Kim era quien lo estaba rebajando.
La última vez que se vieron las caras resultó desastroso, algo que fue otro punto en su contra, pero es que él jamás se había caracterizado por ser una persona paciente, además, ese bastardo se había atrevido a hablar de algo que no le concernía, amenazó a la persona equivocada, puso sus ojos donde no debía y eso no lo dejaría pasar.
Recuerda perfectamente cómo se le fue encima justo en las escaleras imperiales del palacio del rey, los jadeos asustados que soltaron las criadas, el sonido de los jarrones al estrellarse contra el suelo cuando dio el primer golpe
-Vuelve a decirlo-el cuerpo del castaño estaba al filo del barandal-atrévete a decir su nombre una vez más-sus dedos se apretaban sobre la tráquea de Minseok cortándole el aire-vamos, repítelo para que te corte el cuello aquí mismo-fue hábil al desarmar su cetro y sacar del mango una daga-dilo, anda, dilo-la cuchilla sobre su pulso puso pálido a su contrincante-escúchame bien porque no pienso repetirlo, tú siquiera te atreves a tocarlo, a ponerle uno de tus asquerosos dedos encima o le diriges la palabra, y yo juro, que me encargare de torturarte de todas las maneras posibles e imaginables que existen-
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El Conde Sangriento
Fanfic-¿Sabes por qué estás aquí?-aquellos finos dedos blancos sostenían su mentón-¿Lo sabes?- -No...-su sumisa respuesta provocó un brillo en los ojos ajenos, el conde se acercó hasta esconder su rostro en el espacio de su cuello y hombro -Has venido aqu...