Hetedik

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Existen libros que hablan sobre el amor entre doncellas y caballeros, princesas encerradas en torres y criaturas mitológicas custodiando castillos, se habla del amor infinito en poemas y rimas, se cantan canciones sobre la persona amada, se regalan rosas, joyas, ropas finas, se habla del deseo y la pasión entre dos personas, pero, ¿Cómo es que se llega a amar?.

Al conde nunca le enseñaron eso, él vivió y creció en un hogar donde su padre estaba ausente y su madre tenía amantes, nunca tuvo hermanos o compañeros de juego, sus criadas lo trataban como si tuviera la peste, sus maestros lo presionaban para ser un líder, su habitación era fría y solitaria, siempre vistió ropas negras y tomaba sus alimentos sólo en el gran comedor, ¿Cómo esperarían que alguien así demostrara cariño?.

Él jamás mostró afecto por nadie, ni siquiera por sus padres, los respetaba, por supuesto, pero nunca le nació hacer algo bueno por ellos, no era cercano a sus primos o tíos, lo comprometieron a una edad joven con alguien a quien apenas había visto en galas y ceremonias, ¿Cómo si quiera le diría a alguien te amo?.

A pesar de todo, no era un ignorante, pero, su actitud coqueta no era lo mismo a demostrar afecto, sí, los hombres y mujeres caían a sus pies con solo una sonrisa o mirada, pero eran ellos, simplemente se sentían atraídos por aquello que no podían tener, y Baekhyun solo les daba una noche, solo una para poder experimentar la gloria de estar entre sus piernas, una velada donde él tenía el control, donde quienes suplicaba eran ellos, los que pedían sus besos y toques eran sus amantes, no él, jamás él.

En su adolescencia se mofo de aquellos enamorados, de los pobres sirvientes que cortejaban a las doncellas con canciones y poemas, rodaba los ojos cuando escuchaba las declaraciones de otros príncipes, se carcajeaba ante el rechazo de los condes que lo pretendían, y, ahora, parece que el destino le está devolviendo sus burlas con creces.

Alguien como él no debería sentirse seguro en brazos ajenos, una persona de su clase no debería estar pidiendo por un beso o mendigando una caricia, no debería dejar que otro tome el control, que lo mande, que ordene, que exija, pero, simplemente, no puede evitarlo.

Quiere ser egoísta e ilusionarse por primera vez, creer una única vez en las palabras de alguien, aferrarse a algo como un salvavidas, y Chanyeol, parece la excusa perfecta para hacerlo.

Está lejos de ser alguien considerado joven para los amargados de su época, y tal vez suene peor de viejo diciendo esto, pero ese joven aprendiz, le ha inyectado vida que no creía poder poseer. 

No solo es su pasión en la cama o su incondicionalidad, no, es por todas aquellas pequeñas muestras de amor que tiene con él, el respeto que le muestra frente a sus sirvientes, la educación que tiene y modales que porta, lo atento que se vuelve cuando nota que algo le molesta, las caricias suaves y desinteresadas fuera de la habitación, besos en la coronilla y sus sienes, miradas de admiración cuando lo acompaña en reuniones con la corte, es un caballero que le extiende su mano al bajar del carruaje o servirle una copa de vino, quien acaricia sus cabellos rojos hasta dormirse mientras le lee poesía, es...es...lo es todo, y jamás nada le había asustado tanto como eso.

Porque lo ha dicho y se lo repite miles de veces al día como un mantra, una tortura personal para castigarse, él no es merecedor de alguien tan puro y bueno como Chanyeol, no es él quien debería tener sus palabras de cariño o sus abrazos, no tendría que ser él quien acariciara su espalda mientras comparten la cama, no deberían ser sus labios los que recorran esa boca o sus dedos los que se pasen por sus cabellos negros, pero, al mismo tiempo sabe que no toleraría ver al joven con alguien más, que se arrancaría los ojos antes de ver como Chanyeol mira a alguien como lo hace con él, se apuñalaría de presenciar cómo sus labios se funden con los de otra persona, y no es sano, no, no lo es. Por eso está tan asustado de que el joven vea su verdadera cara, le aterra que algún día el azabache lo vea con los mismos ojos que lo ven sus sirvientes, con miedo, con temor, con asco, repudio...no lo toleraría.

El Conde SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora