02

496 61 19
                                    

Tuve una recaída que todos creyeron fiebre...

Chūya-san me ayudó en mis peores días, siempre me cuidaba como si fuera su familiar... Un hijo para él. Chūya-san es una buena persona.

Hubo varios ataques de organizaciones enemigas hacia la Port Mafia y la Agencia de Detectives Armados. Por lo débil que soy, y frágil también, no fui capaz de combatir contra ellos y mucho menos merecer un pequeño reconocimiento por mi esfuerzo. Pero ese esfuerzo nunca existió. Dazai-san seguramente estará decepcionado de mí, que fui su estudiante.

Dazai-san nunca me dijo lo orgulloso que estaba de mí, de mis capacidades, porque ni siquiera llegué a ser capaz de algo en lo que ese Jinko sí lo fue.

Akutagawa, ¿te sientes mejor?

Chūya-san entró a la habitación y traía más trapos húmedos para poner en mi piel. Sentía cómo ésta ardía en fiebre. Tenía mucho frío y temblores. Era estúpidamente molesto.

Estoy mejor. Nada de qué preocuparse.

Respondí. Era evidente que mentía. No podía decirle ni siquiera a él sobre mi enfermedad. Me despedirían de la Port Mafia si alguien se enterara de eso. Y la mafia... Es lo único en que puedo sentirme vivo.

— Akutagawa, Dazai-san me envió a traerte esto...

¡¿Jinko?! ¡Ese estúpido Jinko entró a la habitación con un ramo de flores que supuestamente Dazai-san envió para mí pero... ¡¿Por qué Jinko y no Dazai-san?!

— ¡¡¿POR QUÉ NO VINO DAZAI-SAN?!!

Pregunté. Era molesto ver a ese tigre frente a mí y dejándome un ramo de flores.

— Vendrá en un rato. Dijo que me adelantara.

Contestó con una sonrisa que parecía nerviosa. Odié verlo así.

— En realidad, tenía mucha pereza en venir pero ya que Atsushi-kun insistió tanto, no me quedó otra opción.

Dazai-san entró a mi habitación, también. Miraba cómo Chūya-san lo observaba con odio y rencor. Chūya-san se mantenía a mi lado muy protector, como si quisiera defenderme de... Dazai-san... Pero... ¿Por qué esas miradas tan incómodas?

— ¡Dazai-san! ¡Ahora mismo me levanto y...!

— No podrás, Akutagawa-kun. Tú eres débil, incluso esta mínima fiebre te está matando. Mejor deberías descansar.

Fueron sus palabras, duras...

¡¡Sal de aquí ahora mismo y no vuelvas a aparecerte frente a mi hijo, bastardo idiota!!

Lo último que pude oír fueron los gritos de Chūya-san... Él dijo... "Mi hijo", pero... ¿Su hijo? ¿Cómo podría ser el hijo de Chūya-san?

No pude soportarlo más... Todo se quedó silencioso y oscuro.

— ¡¡AKUTAGAWA!! ¡¡OYE, DESPIERTA!!

Reconocido por Dazai-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora