Capítulo 11

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Los días pasaron, la tristeza podía más que yo, me dolía abrir los ojos y despertar, el levantarme de la cama requería todo mi valor, comía por hábito, trabajaba por obligación, sentía que mis pasiones ya no tenían sentido, la vida era tan triste.

En lo único que pensaba era en mi sueño de la noche en que murió V, se revolvía con las imágenes que pasaron en televisión, y yo solo lloraba en silencio.

-_____ -la voz de Madame Rose me hizo salir de mis pensamientos-

Parpadee un par de veces, estaba haciendo la obra de Van Gogh, parecía como si mis manos tuvieran memoria propia y no necesitaran de mi pensar.

-dígame -contesté mientras volteaba a verla, se encontraba a mi lado, vestida con una falta café y blusa blanca, se veía elegante-

-es nuestra hora de descanso, he preparado la comida -señaló hacia la puerta trasera de la tienda-

-Madame, no tengo hambre -solté un suspiro- muchas gracias -estaba dispuesta a volver a mi trabajo, pero me interrumpió-

-acompañame -pidió amablemente- Albert ha salido, no quisiera comer sola

Sus ojos reflejaban un pequeño brillo, no me pude resistir más, accedí, pues le quería mucho, no dije nada solo dejé mi pincel a un lado y me levanté de la silla, la seguí hasta la cocina.

No había entrado ahí desde el funeral transmitido en televisión, mis jefes lo habían entendido durante los primeros cuatro días, así que me dejaban comer sobre el mostrador, aunque realmente no siento hambre.

Me senté en la mesita, pero le di la espalda al televisor, no quería revivir recuerdos, y Madame Rose sirvió dos platos de sopa, después se sentó frente a mi.

-le he dicho a Albert que nos deje solas... -confesó-

-¿por qué? -pregunté mientras tomaba la cuchara y la comenzaba a mover sobre la sopa, esperando que en algún momento sintiera ganas de comer-

-tenemos que hablar _____, no te ves bien, no comes, haces tus cuadros sin interés, ¿es por V? -habló con cierto miedo sobre su voz-

Me tomé mi tiempo para responder, pues era de las únicas personas que me han visto tan vulnerable, además de mis padres en el ataque de pánico aquella noche, Madame Rose era una persona totalmente de confianza y tan sabia, quizá podría ayudarme.

-sí -fui directa- Madame, no me entendería -la miré a los ojos- cuando tocó mi mano sentí todo el amor del mundo, como si no necesitara nada más para vivir, solo a él

-¿algún otro detalle? -se interesaba demasiado, pero no entendía-

-¿a qué se refiere?

-¿sabes como conocí a Albert? -evadió mi pregunta-

-en una cafetería, usted era mesera y Monsieur Albert recurría con sus amigos -recordé la historia que la que me hablaron en Navidad-

-bien, él me notó después de meses - comenzó a contar- yo no le hablaba porque me daba pena -sacó una media sonrisa- y me temo que te haya pasado lo mismo -se angustió-

-¿por qué? -me confundía tanto-

-ambos sentíamos esa conexión de la que tanto hablas, era algo cotidiano cuando tocaba su mano al pagarme por los alimentos -bajó la mirada un momento- un día, cuando él iba a cruzar la puerta para salir, yo escuché algo, un pequeño sonido como una campanita o... -le interrumpí-

-¿un resplandor? -era como si viviéramos lo mismo-

Madame me miró sorprendida, su temor se hizo realidad, el resto de sus palabras se quedaron grabadas para siempre.

In another life ||Kim TaeHyung||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora