Aprendí a amar mi cuerpo

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Valoré la celulitis que tengo, las estrías, los puntos negros y la flacidez, acepté que nunca seré lo suficientemente alta o delgada para lucir como una modelo. Entendí, que mis atributos son como son y aunque hay manera de cambiarlos, es su tamaño lo que me hacen particular.

Deje de obsesionarme con mi cabello y mis ojos pequeños, aprendí a reírme de la asimetría de mi cara y mis orejas, agradecí mis brazos y piernas anchas y empecé a verme como una mujer real y no como un collage de imperfecciones.

Hemos despreciado cada una de nuestras virtudes por culpa de la mercadotecnia, de la falsa vida en las redes sociales o peor aún a consecuencia de los comentarios de una persona que amamos.... y es injusto.
Es momento de ponerle freno a eso que no nos va, a los reclamos y lamentaciones por todo lo que no nos gusta de nuestro cuerpo, basta de hacer las cosas por cómo queremos que nos vean los demás, si decidimos cambiar algo de nuestro físico que sea por nosotras mismas.

Esas somos nosotras, así nacimos y así seremos toda la vida.
Somos mujeres afortunadas porque estamos completas, porque nos sobra pero no nos falta nada

Somos mujeres afortunadas porque estamos completas, porque nos sobra pero no nos falta nada

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