capítulo 14

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MARIANA DE LA NOCHE.

Capítulo 14.
                 

—No te preocupes, si tú no quieres complacer a tu hombre yo no voy a obligarte. Sigamos con la misma monotonía de siempre.

La maldita manía de Emanuel de mover las cosas a su favor, el poder de sus palabras. Era capaz de ponerla a dudar incluso cuando ella creía estar segura, con las típicas palabras de: el hombre busca en la calle lo que no le dan en la casa. Mariana no quería que eso pasara, por eso a pesar de su incomodidad con el tema decidió aceptar. Una sonrisa triunfal se dibujó en el rostro de Emanuel.

Él estaba feliz, empezó a besar cada parte de su cuerpo, Mariana no podía dejar de sentirse incómoda. Al fin pasó lo que Emanuel tanto quería. Al principio fue incómodo y doloroso, aunque a pesar de todo Emanuel fue  delicado, pero por más que ella trataba de relajarse y disfrutar no podía. No podía sentir placer, era más que una tortura y solo deseaba que terminara  pronto. Por otro lado Emanuel estaba feliz. Lleno de placer experimentando lo que tanto quería, sin pensar en lo que sentía ella, pensando solo en su propio placer.

Y cuando al fin terminó, Emanuel tenía una satisfacción en su rostro imborrable. Mariana se levantó con la disculpa de ir al baño, dejó un beso fugaz en sus labios y entró al baño cerrando la puerta tras ella. Entró a la ducha un poco adolorida, pensó si había hecho lo correcto, pues ella no sintió ningún tipo de placer, ahora que lo experimentó estaba más que confirmado que esa parte de la intimidad no le gustaba. ¿De verdad estaba bien complacer a su novio aún sabiendo que ella se sentía incómoda? Esa pregunta rondaba su cabeza. Terminó de ducharse y regresó a la habitación, Emanuel seguía sonriendo.

—¡Me encantó! Y todo lo que nos falta por experimentar.

Comentó Emanuel saliendo del baño mientras envolvía una toalla en su cuerpo. Mariana sonrió entre dientes.

—¿Experimentar? —inquirió ella con curiosidad—, si ya experimentamos todo tipo de posiciones.

Emanuel soltó una risita perversa, se sentó junto a ella dejando un beso en su hombro, ya que Mariana sólo estaba envuelta en una pequeña toalla.

—Princesita, en la intimidad nos falta  experimentar mucho.

—Eso lo sé, pero hay cosas que no me llaman para nada la atención.

—¿Cómo saber si no te gusta, si no lo pruebas? —levantó una ceja con malicia.

—Créeme que no tengo que probarlo, para saber que no me gustará.

—Sé que te gustará, yo me encargaré de eso, ¿Qué tal el se-xo rudo?

Mariana abrió los ojos como platos y él soltó una risita. Se acercó lentamente buscando sus labios, un beso intenso lleno de pasión y deseo. Empezó a recorrer cada parte de su cuerpo con los labios y las manos, dejando algunas  marcas de chupetones en su cuello y pecho, marcándola como si fuera ganado. Le hizo el amor con tanta intensidad dejando marcas en algunas partes de su piel, marcando el territorio como solía decir él.

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EN ALGÚN LUGAR DE MEDELLÍN.

NARRA MATÍAS…

Me levanté a la velocidad de la luz dejándola a un lado, ella me miró algo sorprendida. Empezó a acomodarse el vestido.

—¡Lo mejor es que me vaya!

Comenté mientras retrocedía hacia la puerta.

—¿Piensas dejarme así? —refutó ella con el ceño fruncido.

MARIANA DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora