capítulo 10

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MARIANA DE LA NOCHE.

Capítulo 10.

Mariana seguía sentada mirando la pantalla de su celular, le marcó varias veces y Emanuel seguía sin responder. En ese momento se abrió la puerta principal, era su hermano Lorenzo que venía llegando, la miró con curiosidad y una sonrisa por la manera en la que vestía.

—¿Dónde es la fiesta?

Soltó una risita, Mariana solo rodó los ojos.

—Era en casa de un amigo de Emanuel.

—¿Por qué dices "era"?

—Porque Emanuel me invitó, pero yo le dije que no podía, ya sabes cosas de chicas, lo de cada mes, me sentía mal, me tomé unos analgésicos y ya estoy bien.

—Sigo sin entender —soltó una risita—, déjame adivinar, ¿ahora quieres ir?

Ella asintió con una sonrisa de boca cerrada.

»¿Qué te lo impide? ¿mamá?

—No. Mi madre me dio permiso, le estoy marcando hace rato a Emanuel para decirle que decidí ir, pero no responde.

—Seguro está entretenido y no lo escucha, ¿por qué no le caes de sorpresa?

—¿Crees que le gustará?

Lorenzo extendió su mano para ayudar a su hermana a levantarse, e hizo que diera una vuelta.

—Si yo tuviera una novia tan hermosa, me encantaría que me diera una sorpresa así, ¿tienes la dirección?

Mariana le regaló una hermosa sonrisa dejando ver sus perfectos dientes blancos, dejó un beso en la mejilla de su hermano acompañado de un pequeño abrazo.

—Sí, la tengo. Gracias por el cumplido hermanito.

—Tú eres mi reina de hielo.

Lorenzo dejó un beso en la frente de su hermana.

—Yo mismo te llevo, déjame buscar las llaves del auto.

Un pequeño grito acompañado de un salto se escapó de los labios de Mariana, estaba feliz, como siempre su hermano ayudándola en todo.

—¿Sabías que te adoro?

Mariana sonó un beso en la mejilla de Lorenzo, él sacudió la cabeza con una risita.

—Lo sé, así como yo te adoro, de lo contrario no iría a llevarte a una fiesta, ¿qué clase de alcahueta soy?

Se llevó las manos al pecho en señal de indignación, Mariana soltó una risita.

—Eres el mejor hermano del mundo.

Lorenzo buscó las llaves del auto y salieron de la casa, Mariana estaba feliz pues le daría una gran sorpresa a su novio, aunque a veces las cosas no salen como esperamos. Mariana le pasó la dirección a su hermano y en el trayecto se la pasaron haciendo bromas y riendo, recordando cuando eran niños y se tapaban las travesuras.

—Te portas bien, ok. Yo a estas alturas de mi vida no cuidaré mocosos.

Lorenzo frunció el ceño y Mariana le dio un pequeño golpe en el brazo acompañado de una carcajada.

—¡No seas payaso! Eso quiere decir que cuando sales de fiesta con tu novia, ¿no van precisamente a una fiesta?

Mariana elevó una ceja y Lorenzo se quedó muy serio conteniendo una risa.

—No estamos hablando de mí, estamos hablando de mi niña, mi bebé, o sea tú.

Mariana soltó una carcajada.

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