— Es una desgracia, capitán —en la cabina, Gustav desplegaba los planos sobre la mesa, explicándose con preocupación—. El agua alcanzará los cuarenta y dos metros sobre la quilla en diez minutos. El cuarto de calderas, las bodegas...
— ¿Cuándo saldremos de aquí? —le interrumpió Jost, apenas pudiendo ocultar su gesto de temor.Gustav arrugó la frente, molesto de que solo se preocupara por su propio bien y no por el del resto de los pasajeros o de la nave. Se volvió al capitán, viendole serio.
— Con cuatro partes dañadas puede mantenerse a flote, pero con cinco... con cinco es imposible. Mientras la proa siga bajando —regresó las manos al mapa, señalando las zonas—, el agua se derramará por encima de los mamparos hacia la cubierta D y así sucesivamente. No se detendrá.
El capitán revisó el plano cuidadosamente, arrugando el entrecejo.
— ¡Las bombas! Si...
— Si abrimos las bombas nos darán tiempo... pero solo minutos —los ojos del capitán se fijaron atemorizados en la mirada de Shäfer, incrédulo ante la idea de que estaban perdidos, mientras Jost caminaba impaciente de un lado a otro a sus espaldas—. No importa lo que hagamos. El Titanic... se irá al fondo.
— ¡No puede hundirse! —exclamó incrédulo David.
— Está hecho de acero, señor. Le aseguro que puede —repuso Gustav, volteando a verlo—... y lo hará. Es... matemático.
— ¿Cuánto tiempo? —apenas si el temor dejó al capitán preguntar.Los ojos de Gustav se movieron alrededor, calculando. Apretó los labios unos momentos y respondió firme, en un murmullo.
— Una hora.
Todos perdieron de inmediato el poco brillo de esperanza que tenían en la mirada; pasaron saliva y sintieron un escalofrío recorrer su espalda. Esperaban que aquel "rasguño" en el casco fuera cosa de cerrar las compuertas de las calderas y el agua no sobre pasara unas dos o tres zonas... pero ahora, con las afirmaciones de Gustav, todo se había perdido.
— ¿Cuántos pasajeros hay abordo? — preguntó el capitán sin tener el valor de verlos al rostro.
— Dos mil doscientas almas a bordo, capitán.La mirada del capitán lentamente se giró a David, quien se mantenía a espaldas de todos, en silencio y atemorizado.
— Parece que logrará los encabezados, señor Jost.
Lejos de la cabina, en la sala de estar, Anis se mostraba furioso con Bill. Después de haber estado dando vueltas por la habitación donde el chico pelinegro se encontraba en el centro, con la mirada perdida y el corazón roto, se colocó frente a él. Abrió sus labios para decir algo... que nunca dijo, y le golpeó, volteándole el rostro; insultándole y gritándole... echándole en cara su "traición."
— Señor —y le hubiera golpeado de nuevo, de no ser porque se vio interrumpido de pronto—, les sugiero que se pongan sus chalecos salva vidas.
— Ahora no. Estoy ocupado.
— Son órdenes del capitán. Y les aconsejo que vistan ropas abrigadoras, Afuera hace frío.Anis sonrió de lado, burlón, mientras aquel hombre se acercaba con los chalecos a Bill a quien creyó ver llorando a causa de la conmoción causada por el temblor pasado y trató de tranquilizarle diciéndole que, posiblemente, todo fuera solamente por precaución.
El capitán acababa de dar la órden de emitir un telegrama a cualquiera que pudiera recibirlo. " CQD CQD CQD de MGY MGY MGY MGY MGY posiciónn 41.44 N 50.24 W" era el mensaje enviado repetitivamente, esperando que alguien pudiese enviar una respuesta alentadora pronto, más con el sonido del vapor escapando de las válvulas y el que se soltaba desde las calderas para evitar así una explosión, les era casi imposible escuchar respuesta alguna. En cubierta, mientras los pasajeros se mantenían dentro, los marineros preparaban los botes salvavidas a prisa.
ESTÁS LEYENDO
Titanic
FanfictionLa tragedia del Titanic se llevó consigo decenas de vidas e historias de amor y mentiras. Décadas después, un anciano da a conocer la historia que compartió con un chico del que no se tiene registro alguno. "-Pero ahora saben... que existió un chic...