“Fue hace ochenta y cuatro años… y aún puedo oler la pintura fresca —medio sonrió—. La vajilla no había sido usada y nadie había dormido en las sábanas. El Titanic era llamado… “el Barco de los sueños…” y lo era. En verdad lo era.”
Su mente regresó en el tiempo, al día en que el colosal barco estaba listo para zarpar. Al día en que un mar de gente hervía en el puerto, despidiendo a los pasajeros afortunados que disfrutarían del primer viaje en el Titanic. Recordaba con precisión el alboroto de la gente; la fiesta que se armaba en el lugar.
Tanto él como sus acompañantes descendieron de un par de autos de lujo. Él, siempre con ese porte digno y lleno de elegancia, lanzando la mirada a todos lados sin explicarse el porqué de la algarabía.
— No es muy diferente al Mauritania. —suspiró un tanto desilusionado, girándose a su prometido, Anis.
— Pueden aburrirte muchas cosas, Bill, pero no el Titanic —respondió éste, colocándose a su lado y dibujando una sonrisa de oreja a oreja—. Mide treinta metros más que el Mauritania y es mucho más lujoso. Eso te lo aseguro —se giró para tomar la mano de Simone, la madre de Bill, y ayudarle a bajar—. Su hijo es demasiado difícil de convencer.
— ¿Es éste el barco del que hablas? ¿El que no se puede hundir? —preguntó ella con curiosidad.
— ¡No puede hundirse! —exclamó lleno de emoción, abriendo los brazos— ¡Ni Dios podría hundirlo!El rostro de Bill seguía mostrando su incredulidad y es que para él era solo un barco más. ¡Solo un maldito barco más! No había razón para alegrarse al punto en el que toda esa gente, tanto de tercera como de primera clase, lo hacía. Suspiró y comenzó a escanear el barco con la mirada mientras Anis se encargaba de que alguien más llevara todo el equipaje a los camarotes para poder él mismo llevar tanto a su amado prometido como a su suegra a bordo de la nave.
Debajo de la pasarela por la que las personas de primera clase abordaban, se encontraban todos los pasajeros de la clase baja siendo inspeccionados de arriba abajo para asegurarse que estuviese “limpios” y no habría problema en dejarlos abordar. Medidas de salubridad bastante molestas para ellos, pero era más la emoción y el gusto de contarse entre los primeros pasajeros que disfrutarían del viaje inaugural.
— Era un barco de sueños para los demás —interrumpió Will al recordar la opresión con la que subió al lado de Anis—. Pero para mí, era un barco de esclavos que me regresaba encadenado a América —apretó los labios y frunció el ceño—. Por fuera era todo un caballero educado; un niño callado y tímido pero con porte firme, como debía ser. Pero por dentro estaba gritando desesperado.
En el instante en que él se sentía cautivo dentro de sí mismo, a las afueras del gigantesco barco, justamente en una cantina al frente, un par de chicos jugaba a las cartas apostando todo lo que poseían.
— Tom, ¿estás loco? —preguntaba el rubio a su compañero— ¡Apostaste todo lo que tenemos!
— Si no tienes nada no puedes perder nada. —respondió en una sonrisa mientras soltaba el humo del cigarro.Los cuatro jugadores intercambiaron miradas unos segundos para regresarlas a sus manos, revisando una a una las cartas con suma precisión y, de vez en cuando, desviaban esa atención al par de boletos de tercera clase que se encontraban al centro, listos para irse con los ganadores.
Tom miró de reojo a su compañero y a sus rivales; les avisó que ya era tiempo de ver quiénes eran los afortunados y pidió que mostraran sus manos. Los dos primeros, nada. El tercer tenía dos pares. Al verlo, se giró a su compañero y le pidió disculpas, lo que lo sacó de quicio de inmediato.
— ¡¿Cómo que lo sientes?! ¡Idiota! ¡Apostaste todo y…!
— Lamento que no vayas a ver a tu madre en largo tiempo porque… ¡nos vamos a América!
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Titanic
FanfikceLa tragedia del Titanic se llevó consigo decenas de vidas e historias de amor y mentiras. Décadas después, un anciano da a conocer la historia que compartió con un chico del que no se tiene registro alguno. "-Pero ahora saben... que existió un chic...