Querida Watson

Capítulo I

Cap 1 Maldiciones

Puedo asegurar que ninguno de vosotros a oído jamás hablar sobre Willimbur ¿verdad? No os culpo.

Es un pueblucho al norte de Londres que mas bien parece un grano en el culo del que no se puede librar.

Ahí vivo, desgraciadamente, y podría jurar que no hay sitio más siniestro y friki en la tierra.

Para empezar este pueblo lo fundó un viejo medio loco que quemó en la hoguera a miles de mujeres por "brujería" y demás estupideces.

Por raro que parezca, ese viejo loco es mi tatatatatatata y mil veces más tatarabuelo, el conde William Pierce.

Y por muy fundadores que seamos y los más ricos del pueblo, el odio del resto de las familias no nos lo quita nadie. Nuestra familia desde siempre ha sido rechazada y odiada por el resto por ninguna razón, mas que porque nosotros también les odiamos a ellos. Más precisamente a la familia Watson ¿Qué por qué? Bueno, ellos son los más queridos y adorados del pueblo aún que descienden de la familia que mí tatarabuelo casi extinguió porque estaba empeñado en que practicaban la brujería.

Mi madre, Elizabeth Taylor en otra vida, odia a esa familia por un motivo que aprendí de pequeño.

De jóvenes ella y su mejor amiga, Claire, estaban profundamente enamoradas del galán del pueblo, el heredero de los Watson, Eric. La historia es un cliché y muy simple, Eric se enamoró de Claire y se casó con ella mientras que mi madre tuvo que conformarse con el eterno segundón, mi padre.

Ahora Claire es una Watson, mi madre y ella no se dirigen la palabra y tenemos por norma odiarlos a muerte. Ya tenemos dos razones, ellos nos odian porque matamos a sus antepasados y nosotros les odiamos por una "trágica" historia de amor. Pero yo tengo mi propio motivo para odiar a esa familia, y más concretamente a su hija, Ella Watson.

Es la niñata más insufrible, sabelotodo y repelente que he y que jamás conoceré. En el instituto nuestra rivalidad es legendaria y siempre que puedo intento hundirla pero esa bruja de ojos castaños es mas tozuda que una mula y no hay quien la consiga domar. Excepto una vez que la conseguí hacer llorar, por nada en particular solo estaba molestandola como de costumbre cuando estalló. Tampoco voy a sentirme culpable por ello.

La verdad es que incluso a día de hoy no sé la causa de nuestro odio, solo sé que se remonta a años atrás cuando sólo éramos niños pequeños.

Estaba yendo al colegio con mi madre cuando vimos cruzando el paso de cebra a una mujer, que me pareció muy guapa entonces, y a su hija que iba agarradita de su mano y llevaba un peinado que me pareció estúpido.

-¿Ves a esas dos?-me dijo mi madre-Ellas son la causa de que papá y yo nos peleemos.

Entonces las miré con asco, mi mente de niño pequeño las odiaba sólo por ser la causa de nuestra infelicidad pero años mas tarde, cuando descubrí la verdadera causa de nuestro hogar roto, ya era demasiado tarde para dejar de odiar a Ella Watson.

Es curioso el modo en que, con solo mirar al horizonte y ver en frente la enorme mansión, ya recuerdo la historia de nuestro legendario odio.

Miré de reojo el reloj electrónico que marcaba en rojo brillante las 8:10 de la mañana.

El ruido de una enorme puerta al cerrarse llamó mi atención y volví a mirar hacia la mansión Watson, vi a lo lejos la melena negra de quien estaba esperando.

-Es puntual

Agarré mi mochila por el asa y me agarré a las tejas negras del tejado para descolgarme hasta mi balcón, donde ya tenía preparado los tomates como cada mañana. Agarré el más podrido, se deshacía en mis manos cuando lo apretaba pero si con él esta vez conseguia acertar, valía la pena.