Capitulo VIII

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-¿Estás bien? ¿Te has fumado alguna mierda?

La aparté de mi camino sin siquiera oir lo que me estaba diciendo, solo viendo que sus labios perfectos articulan palabras a la vez que me miraba con el ceño fruncido. La rubia me propinó un golpe en la espalda mientras me alejaba de ella, adentrándome más en el gentío. Buscaba la voz que me había llamado, antes de que la conejita Playboy me interrumpiera con su voz chillona.

El tiempo parecía transcurrir a cámara lenta. Empezaba a pensar que quizás sí que me había fumado alguna mierda. Notaba las pupilas dilatadas y mi oído agudizado, siguiendo un extraño susurro seductor.

Cerré los ojos que me ardían como brasas, los froté y los volví a abrir, sintiendo como si el mundo se distorsionara a mi al rededor, como si estuviera en una especie de sueño.
-Apunte... Deja el LSD- me dije a mi mismo mientras seguía andando ante una multitud ajena a mi aparente alucinación.
La neblina volvió a mí. De repente el lugar se inundó de un solo olor penetrante que se abría camino hacia mi pecho. Lo seguí como un perro sigue un chuletón, hipnotizado.
Aparté chicas vestidas de prostitutas tailandesas y chicos con gafas de sol de noche, hasta que por fin algo llamó mi atención.

En medio de un círculo que podría haberse hecho a sin querer queriendo, por una película como High School Musical (Donde todo está espontáneamente planeado), bailaba una chica de espaldas con la sutileza de una flor movida por el viento. El subir de sus caderas me estaba volviendo loco. Bueno, más loco de lo que ya estaba imposible.
¿En medio de mi alucinación se había escapado una actriz porno de mi cajón mental de la sección XXX?
Giró lentamente la cabeza y me miró directamente por encima de su hombro. Noté el magnetismo empujándome hacia ella, y antes de darme cuenta me encontraba bailando junto a sus caderas de escándalo. Bebiendo chupitos. Más baile. Más chupitos en sus tetas. Más baile.

Poco a poco se me fueron nublando los sentidos, hasta ver la piel de mi diosa de color verde ¿verde? ¿demasiado borracho?
Acaricié las suaves escamas de su piel mientras se restregaba contra mi cuerpo, mis pies torpes se enredaban y la seguían hipnotizado mientras todo se nublaba a mí al rededor. Un olor fuerte a mar me taponó los orificios y me arrancó una mueca desagradable.
Sus labios húmedos y pegajosos se  estamparon con los míos mientras enredaba su lengua con la mía con necesidad. Me tomó por sorpresa y le seguí el beso algo confuso y desorientado. Sentí con la punta de la lengua sus dientes afilados como cuchillos. Antes de poder reaccionar me pegó un mordisco.
-¡Joder!- me aparté de golpe y me llevé la mano a la boca, de la cual manaba sangre empapándome la barbilla. Miré en dirección a la chica y la vi muy diferente, y lo suficiente terrorífica para pararme el corazón.

Su piel en efecto era verde y escamosa, sus ojos del mismo color y de pupila felina. Tenía garras casi tan afiladas como sus dientes manchados de sangre, de mi sangre.
Pegó un chillido agudo y se lanzó a mi cuello. Yo también grité, lo admito, grité y casi me cagué encima cuando esa...Cosa trató de ¿morderme?
Hice ademán de empujarla pero alguien me agarró de la camiseta y me echó hacia atrás con una fuerza inesperada. Me quedé sin aire un momento y caí al suelo.
Abrí los ojos mientras recuperaba el aliento y vi a una chica bastante enana delante de la cosa forcejeando.
-¿Qué cojones haces?-la grité intentando levantarme- ¡Sal de ahí enana!
La chica en cuestión, la cuál también estaba algo borrosa, chilló algo que no entendí, y en un solo pestañeo... La cosa se consumió en una llamarada con un lamento amargo y rabioso.
Dos minutos después, no quedaba rastro del fuego ni de la cosa.
-¡La hostia! ¡Joder!- grité con los ojos salidos de las órbitas y el corazón desbocado aún en el suelo.
-¿Solo sabes decir eso?- la pequeña se giró. Me topé con una morena pecosa, con un cuerpo bastante sexy y con gafas oscuras ocultando su rostro.
-¿Acabas de... Y luego ella se ha...?-Balbuceé mientras ella me levantaba con un gruñido por el esfuerzo-¿Como lo has hecho?
-Tú también podrías hacerlo si usaras bien tus poderes- se quedó delante de mi mirándome a través de esas lentes negras que no me dejaban entrever sus ojos. Y eso me ponía nervioso.
-¿Po...?- me mordí la lengua- No sé de que me estabas hablando, puta friki.
Frunció el ceño.
-Soy ciega y puedo ver tu marca de la muerte a kilómetros
Me dejó sin aliento, ¿ella también podía verlo?. Me llevé la mano a la marca instintivamente y noté sus surcos tibios y ásperos.
-¿Cómo?- fue lo único que fui capaz de preguntar.
-Tengo la visión- soltó una risita- Por irónico que suene, desde que perdí la vista veo mejor que nunca.
-¿Quién eres?- mire su rostro desconcertado y se quitó las gafas. Pude ver entonces sus pupilas blancas como la nieve acompañas por una sonrisa, que no sabría decir si era de superioridad o de amabilidad.
-Me llamo Anaiís- Parecía estar mirándome directamente a los ojos, aunque no se explicar como lo hacía.- Y tú, chaval, estás bien jodido.

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⏰ Última actualización: May 17, 2022 ⏰

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