Ajio 4

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Seguían avanzando con cierta dificultad. El olor a alcohol y lujuria del lugar estaba calando fuertemente en él. No le gustaba la forma en la que le afectaba, empezó con pequeñas cosas, pero a medida que pasaban más tiempo en el lugar, esta tomó fuerza. Su alma latía con fuerza, un rubor rosado se estaba apoderando de su rostro y lo peor estaba pasando con su cuerpo. Ya no soportaba el calor, el lazo que hizo el pequeño le comenzaba a estorbar. Era tan difícil mantenerse sereno, su mano sobre la cadera del menor, los sonidos lascivos que escuchaba por el sitio. Todo eso le estaba volviendo loco, a donde sea que mirase, veía una escena que le hacía sentir algo. Ya no podía más, necesitaba salir de ahí, pero ¿donde esta la puerta? Oh no, no era capaz de verla con tanta gente en el lugar. Si seguían avanzando se perderían más, ¡que horror! El lugar lo estaba consumiendo y no había forma de escapar. Miró al contrario, esperaba que se encontrara bien. Aunque no lo parecía tanto, era responsable por los menores y ni siquiera sabía serlo consigo mismo. Abrazo fuertemente a su acompañante, quería algo que le transmita tranquilidad, esperanza de salir de ese local de mala suerte y encontrar a su pequeño amigo. El cuerpo de Ty era cálido, agradable al tacto. Quería mantener sus brazos en la cintura del menor, pero al estar tan cerca de él se le hacía imposible. El ambiente, su cuerpo mismo, todo le estaba empujando a más. El abrazo duro poco, antes de que fuera interrumpido por un beso del mayor. Tranquilo y dulce, pero en el fondo, lleno de pasión.

Recibía miradas poco disimuladas, era tan nuevo para él. Ese ambiente totalmente ajeno a su a edad, le despertaba cierta curiosidad. No sabía bien el porqué, sólo era tan diferente a su mundo, que quería saber más antes de volver. La mesa a la que debía llevar las bebidas no se encontraba muy lejos, pero caminar entre tanta gente evitando ser tocado de más y en cima sin ser consciente del todo de tu entorno, no lo hacía más fácil. Sentía algunos roces en sus muslos, como la falda se levantaba un poco con cada monstruo que lo miraba. Sensaciones varias que no le dejaban saber que sentir. Por fin llegó a la mesa, que gran proeza para el menor, dejó cada bebida con cuidado de no derramarla. Las miradas de los clientes al ver que su corta falda se levantaba con cada bebida dejada, le hacía sentir incómodo. Los piropos subidos de tono tampoco ayudaban, le molestaba como ninguno, pero en el fondo también le alagaba. Era extraño y no sabia porqué, el calor que tenía en su cuerpo no pensaba lo mismo. Haciendo sutiles movimientos para atraer más la atención.

Que suerte, la camiseta lo cubría perfectamente. Era colorida, no mucho de su estilo, algo curioso ya que siempre viste con ropas llamativas. Pero estaba bien con ella, la comodidad antes que el estilo. Tener al mayor detrás de él sin que pueda ver nada, le relajaba hasta tal punto de hacer algunas tonterías. Todavía tenía que ponerse los pantalones dados por el mayor, pero podría esperar un poco más. Si estuviera en su casa con esa prenda ya estaría tirado en el sofá sin hacer nada más. Y como ese no era el caso, a cambiarse y dejarse de tonterías. Agarró el pantalón y antes de ponérselo lo midió a la altura de su cadera. Sobraban un par de falanges, aquello le quedaría grande y probablemente se le caería un poco. Prefería pensar que era porque Brush creció mucho en ese tiempo y no que era por culpa de su corta estatura. Avanzó hacía el mayor y le tocó suavemente el brazo para llamar su atención.
-¿No tienes algo un poco más pequeño? Como me ponga esto se me va a caer. -aún estaba sin nada debajo, pero no le importaba. Estaba tan cómodo con esa simple camiseta que lo demás le daba igual.

Miraba alrededor, monstruos cometiendo actos obscenos, se perdía al caminar, el olor del lugar estaba arruinando sus sentidos, buscaba consuelo en su mayor, sentirse protegido por él, mirarle y que le asegurará que encontrarían a Ashy pronto para irse de ese extraño lugar, pero, ¿Quien lo diría? Su cuerpo estaba cediendo a una pasión lenta y que iba como bola de nieve bajo una colina; en aumento, al igual que su calor corporal, no sabía cómo reaccionar, era alguien totalmente nuevo en ese tipo de experiencias, pero las fantasías no tardaron en llegar e ir de un lado a otro, como una explosión de dulces y colores.
Era como fresas con chocolate con algo adictivo que incitaba a algo más, a un calor más fuerte, un deseo más desenfrenado, como un celo animal y nada controlado. Suavemente cerro sus cuencas dejándose llevar por esas sensaciones carnales, el ambiente se dejaba de sentir tan lejano y pasaban a estar al igual que el resto de monstruos ahí, expresando sin pudor lujuria, porque eso es lo que sentía, quería llegar lejos con eso, aún cuando eso seria cruzar una línea demasiado grande, y aún debían buscar a Ashy, demasiadas cosas que pensar y su cabeza no reaccionaba a ninguna. Sus manos se aferraron a las ropas ajenas, atrayendolo a su cuerpo con desespero, tacto, lo necesitaba, con la ropa puesta o no, el calor y las hormonas le estaban jodiendo la cabeza y afectando. No sabía cómo intensificar ese gesto, entre-abria su boca un par de veces para suspirar y jadear. Su alma latía rápido, se derretía, como el chocolate al calor, quedando como algo dulce y agradable para acompañar con distintas frutas, en este caso, estaba quedando demasiado listo para algo que no estaba seguro que era, quizás caricias, tal vez que el beso fuera más apasionado, no estaba seguro, pero ya no estaba en sus prioridades buscar a Ashy, esperaba le perdonará, no era su intensión, no era su culpa que Blush fuera tan increíble besando, ¿En qué más seria bueno? La curiosidad le estaba matando.

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