Ajio 9

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Una acción como esa no le tendría que sorprender, él mismo quería sentir algo rozando, o incluso, dentro suya. Había estado deseando llegar a más, no roces ni apasionados besos, quería realizar esos actos tan pecaminosos, dignos de cualquier par de amantes. Aunque en este caso, sería un trío, con dos de sus amigos. Si hubiera llegado a saber lo que le esperaba al conocerlos, no habría tardado tanto tiempo en tirarse a sus brazos. Una amistad de apenas unas horas que había llegado a sobrepasar la línea de lo moralmente correcto. Su mente todavía guardaba algo de inocencia en ella y pese a las sensaciones de la carne, de vez en cuando pasaban lindos pensamientos. No era un fanático del amor, como el mayor de los tres, pero si le gustaba creer que algún día tendría algo especial con alguien. ¿Muy fantaseoso? Quizá, pero recién empezaba a adentrarse en ese mundo. Quería tener una pareja, lindos momentos con esta, y lo que más se le pareció a eso, eran los mayores. Con los besos inapropiados y caricias llenas de lujuria y amor, deseosos de más. Aunque si le daba cierto miedo, una cosa era imaginarla y otra el hecho de que se vuelva realidad.  No sabía cómo sentirse al respecto, le encantaba las sensaciones provocadas, era tan nuevo y dulce, pero a medida que las disfrutaba, más las dudas aparecían. Para empezar, le costaba entender que era eso que hacían, tenía algo de información por lo que buscó, pero no se acordaba del nombre. Su memoria se volvía borrosa, no podía recordar más allá de las imágenes que vio, su mente no se lo permitía. También estaba la posibilidad de que aquello se quedara en cosa de una noche, que nunca más se vuelva a hablar al respecto y terminar perdiendo la amistad de ambos. Tampoco sería la primera vez que le usen para sacar algún tipo de beneficio. No tenía gran cosa, pero al final siempre se lo quitaban. Puede que de igual forma pase con Ty y Blush, sería horrible. No hubo ni tiempo de adentrarse en sus pensamientos, cuando un pequeño beso captó por completo su atención. Dentro de toda esa lujuria, un tierno acto de amor era lo que aliviaría sus dudas. Daba todo por sus amistades y por conservar estas, no haría una excepción con los mayores. Agarró la mejilla de Ty acercandolo más a su rostro, terminando en otro beso. Debían prestar atención a su "trabajo", por lo que no duro mucho, pero si lo suficiente como para que algo de saliva se escurriera de la boca del menor.

Los dulces jadeos del menor le encantaban, podía escucharlos con claridad. Su voz entrecortada, tímida de ser escuchada demasiado alto por las represalias que esto tendría. Era tan adorable, conseguía derretir su corazón con tan poco y aumentar sus ganas de algo más. Algo indebido que anhelaba realizar con los menores, la excitación era tal que su mente no razonaba muy bien. Sólo quería complacer a sus amigos, con tratos delicados y tiernos, como lo merecían en verdad. Era increíble el cariño podía haberles cogido en tan poco tiempo. Pero no se quejaba, adoraba aquello, y no solo por los momentos lujuriosos. Le gustaba hacer feliz a los demás, hacer que se sientan queridos, pero con los menores era un tanto diferente. No sólo deseaba eso, sino más cosas, les quería mucho y su bien estar se convertía en su prioridad. Algo raro que piense esas cosas teniendo la lengua dentro de la entrada del más pequeño, pero que se le iba hacer. Podía dispersarse a ratos, y este no le pillo en buen momento. Siguió con el pequeño trabajo que le hacía al menor, su cuerpo se estaba acostumbrando a eso, ya no se le notaba tan tenso, lo que le permitía mover con más facilidad su lengua. Explorando todo lo que le permitiera aquel lugar. Luego de unos minutos más, sacó su lengua, ya lo tenía bien lubricado y esperaba que aquello no le hiciera mucho daño. Lamió una de sus falanges antes de introducirla lentamente en el pequeño.

Nuevo récord en decir el menor número de palabras antes de que el menor se fuera. Tan hiperactivo como de costumbre, solía hacerle lo mismo desde que se enteró de que eran hermanos. La mayoría de veces volvía era con algún dulce especial, las otras, no lo consiguió encontrar; que todavía no está a la venta. Decía que era un regalo, pero sabía que lo estaba usando como una rata de laboratorio. No sé quejaba, estaban buenos y al ser preparados por Candy la cantidad de azúcar que estos tenían era en proporciones desmedidas. Algo normal, siendo que él estaba formado de una mezcla de azúcar concentrado. Aquel esqueleto si que podría ser capaz de matar a un diabético con su dulzor, literalmente. Al cabo de los minutos, el menor volvió con una caja algo grande ¿no eran dulces? Ahora si sentía curiosidad por lo que escondía su interior.

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