Ahh

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El insistente ruido de la alarma le hizo abrir sus cuencas con molestia, aunque ya fuese costumbre hacer eso cada día que tocará asistir a clases. Con flojos ánimos se sentó sobre su cama y alcanzado su teléfono móvil, que estaba en la mesita de noche al lado de su cama, apagó la alarma, era ya un poco tarde para levantarse pero, ¿Que podía decir? Era costumbre levantarse a esas horas, podía suponer que su hermano mayor ya estaba despierto y ya desayunando, como cada día. Jamás podría cansarse de esa rutina, mi de asistir a la escuela. Había algo especial en ese lugar que le hacía sentir una gran felicidad, no eran las clases, ni los amigos, más bien tenía pocos de esto último, era algo más, era la libertad de no ser vigilado, y poder esconderse para disfrutar de algo tan malo, tan poco moral y posiblemente ilegal, el romance sabe mejor cuando es peligroso, y si la otra persona es feliz también, no había razones para no serlo también ese a no desear esconder más su cariño tan grande. Busco sus gafas, y se las puso, no hacia falta limpiar el cristal, podía ver aún pese a las pequeñas manchas que habían. Se levantó de su cómoda cama y se propuso alistarse, con ese incómodo uniforme. Se quitó su pijama, era una simple camiseta, debajo no traía nada más que un boxer, comodidad diría, aunque debía de admitir que era más cómodo usar bragas con encaje, un gusto culposo que no sabía de dónde venía exactamente. Fue a por su camisa y abrigo, unos pantalones de un soso color plano y esos zapatos negros "elegantes". Una vez listo se miro al gran espejo de cuerpo completo que tenía en su cuerpo, pese a el color gris de sus huesos, podía notar esas ojear marcadas bajo sus cuencas, tenía una expresión cansada, y los hilos sobre su cabeza estaban enredados. Se veía bien, era simplemente perfecto, verse en el espejo solo era una excusa para darse auto-piropos y subirse la baja autoestima que normalmente tenía por si cuerpo, joder, que guapo que es.
Soltó un suspiro y salió del cuarto, bajo a la primera planta de la casa, encontrándose con su pequeña familia; su padre, cocinando el desayuno de la familia, ya que su hermano y él eran algo torpes aún en eso y estaban aprendiendo a no quemar lo que preparaban.
-¡Buenos días! -saludo con una alegre sonrisa, ese día estaba en verdad de buenas, tenía grandes motivos, ese día había quedado en salir con un amigo, ir a su casa, pasar el rato, pensó en negarse, fue difícil intentarlo, nadie podía decirle que no a su dulce amigo, un chico agradable, tierno, y que normalmente le llamaba por "lindos" apodos, amor, cariño, dulzura, cualquier cosa melosa era material para que su amigo le ponga un nuevo apodo.
-pf, sigues sin verte muy bien en esa falda hermanito~ -jugueteo, sentadose en su respectiva silla para tomar su desayuno con calma.

La letra era tan pegadiza, no era la primera vez que se le quedaba alguna canción en la cabeza. Varias veces ya le había pasado, se quedaba escuchando esa canción tantas veces quisiera, o hasta que perdía su encanto. Era una curiosa forma de quitárselas de la cabeza, pero desde luego no la mejor.
-Fine, electrify mine.. Mmmm. Can't look at those eyes. Without sparking some. Electrify my heart. -estaba tarareando por lo bajo, si que había llegado calado fuerte. Aunque no duro mucho su pequeño disfrute, el bello durmiente ya había despertado. Siempre a la misma hora, podría aprovechar en despertar pronto y así no tener el riesgo de llegar tarde a la escuela. Pero que le iba a hacer, así era su pequeño Kaffee, un dormilón adorable. Tenía un buen repertorio de fotos del menor durmiendo, despertarse antes que el tenía sus ventajas, por las mínimas que sean. Al menos este no se movía por las noches y se despertaba en poses inusuales. Le dio los buenos días respectivos, para luego escuchar la típica burla de su uniforme. Extraño que tenga que usar uno femenino mientras que el menor uno masculino, pero todo tenía su explicación. No se volvería a fiar de Kaffee a la hora de entregar los formularios de vestimenta, como había aprovechado para cambiar sus respuestas. Y claro, su padre al ver que él había escogido uno diferente le apoyo sin pedir más explicaciones, suponiendo que tenía un cierto gusto oculto por la ropa femenina. Agradecía que su padre fuera tan comprensivo, pero ese no era exactamente el motivo.
-Ja ja, que gracioso. Pero lamento decirte que te equivocas. Me veo divino, ¿es que tienes envidia? -había encontrado una buena forma de responder a las pequeñas burlas de su hermano, y esa era enorgullecerse de su uniforme. Pese a que no fuera del todo así, si sentía algo de incomodidad ir todos los días con esa ropa, pero a medida que pasaba el día aquello se iba. Por lo menos tenía el consuelo de no ser el único varón con un uniforme femenino. Curiosamente había bastantes esqueletos que elegían esa vestimenta, quizá por gusto o despiste. También era verdad que rellenar esa hojita de papel podía ser un tanto confuso, demasiados tecnicismos para una simple vestimenta. Tomó un sorbo a su café mientras esperaba la respuesta del menor. Como le gustaba ese tipo, no por algo su apodo era igual que el nombre de aquel.

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