Epílogo

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Danielle se quitaba el audífono izquierdo cuando se abrió la puerta. Sus ojos parpadearon un par de veces al ver a su madre recargándose en la puerta, quien el sonreía con cariño.

—¿Estás lista para mañana?— preguntaba Marinette a su hija que ahora era toda una jovencita. Una señorita de dieciocho años que iniciaría prontamente la universidad.

—Sí, mamá, ya hice las maletas— Danielle rodeaba sus ojos azules, acomodando su cabello rubio tras sus orejas, pausando la música para escuchar mejor a quien le dio la vida

Después entró su padre, Cédric, abrazando a su esposa por la cintura. Cédric ya poseía un par de canas que se ocultaban con facilidad entre su cabellera dorada.

—¿Qué quieren?— preguntaba Danielle con molestia

—Hija, tenemos que contarte algo— decía Cédric, sacando de su bolsillo un par de hojas arrugadas.

Danielle parpadeó nuevamente. 

Cuando Danielle cumplió los seis años, Chloé habló seriamente con Marinette. Le dijo que estaba convencida de que todo su trayecto fue en realidad una manera de aceptar quien era en realidad, y que de hecho, cuando era Cédric, se había sentido más feliz que nunca. Amaba ser Chloé Bourgeois, pero que ahora que tenían una vida y una hija, Chloé no podía seguir sacrificándolo todo, y que en realidad era un chico trans y no una farsa como lo había hecho para conseguir al amor de su vida. Marinette esa noche empezó a llamarlo Cédric de nuevo, y él comenzó con los tratamientos de testosterona nuevamente.

Danielle no recordaba mucho su niñez, pero sabía bien que su padre era Cédric Dubois, siempre lo había sido y siempre lo sería a pesar de no ser un hombre biológico. 

—Ven— llamó su madre, haciendo que la joven Danielle se levantara de la cama y se asomara a las hojas que su padre desdoblaba. 

—¿Ves esto?— Preguntó Cédric, con esa voz varonil tan calmada y pacífica, típica de él.

Ahí, en la hoja, había una fotografía de Chloé y Marinette celebrando su aniversario de bodas.

—Ah, ya van a venir a darme nostalgia...

—No, Danielle, no es eso— interrumpió Marinette, abrazando a su hija —Queremos que sepas que siempre te amaremos, que somos tus padres y que no importa qué tan lejos vayas, siempre estaremos contigo

Danielle rompía el abrazo para ver a Cédric. —Papá, ¿de verdad se van a poner así? Saben que también los amo, y que me vaya a Nueva York no significa que dejaremos de hablar. Además, soy igual a ti, no sé por qué tanto énfasis en que sepa cómo eras cuando era una chica—

La familia rió con cariño

—Danielle, vas a estudiar Leyes en Nueva York. ¡Nueva York! ¡Mi hija, una gran abogada en América!— Gritaba Cédric, alzando a su mujer y a su hija en ambos brazos.

Danielle recibía cartas de vez en cuando. A veces de su verdadero padre, Adrien. Otras veces de su tía Alya y de vez en cuando de Sabrina, a quien nunca vio ni siquiera en una foto. 

Asumir que no podía estudiar en Francia fue doloroso para ella. Le dolía saber que sus padres nunca podrían volver a su natal París mientras su abuelo, el señor André Bourgeois, siguiera vivo, pues si bien ya no era el alcalde de la capital francesa, sí seguía siendo un político que desconocía el paradero de Chloé y no tenía ni idea de que era abuelo.

—¿Saben?— susurraba Danielle, tocando el suelo después de que su padre la bajara del abrazo —haré lo que tenga que hacer para que puedan regresar a Francia, ustedes y mis tíos. ¡París es su hogar!—

—No— murmuró Marinette, tomando de la mano a Cédric —donde haya amor, ahí es el hogar—

Danielle sonrió, admirando a sus padres salir de su habitación para ingresar a la suya. Danielle volvió a ponerse los audífonos. Iba muy en serio cuando decía que lucharía por pisar Francia, y hacer que todo el lío en el que Cédric se había metido e involucrado a los demás, pasara de largo.

Una vez en su habitación, Cédric comenzó a besar el cuello de su esposa

—¡Cédric, aún es temprano!— reía Marinette, abrazando los hombros de su hombre, intentando calmarlo

—Sabes bien que las hormonas de ponen así— chilló el señor Dubois, alejándose un par de centímetros 

—Mira, ¿realmente quieres hacerlo ahora? Mejor esperemos un par de horas, así estaremos seguros de que Danielle está dormida

—¿Dos horas? Marinette, mañana nos levantaremos temprano para llevarla al aeropuerto y...—

—¿Y...?—

Cédric suspiró, sentándose en la cama —Y tengo miedo. Nadie debe saber que Danielle Dubois es hija del mismísimo Cédric Dubois, el hombre que le rompió el corazón de padre al alcalde, el hombre que debería estar en la cárcel por fingir una identidad y... y por haber fingido todo lo que mentí...—

Marinette sonrió con ternura, acercándose para besarle la frente

—Ya sabes que Max la tendrá a salvo. Regresó de Alemania hace un par de días, cuidará bien de Danielle en lo que sale su vuelo a Nueva York. Además, ¿en serio crees que una niña tan caprichosa no sabrá defenderse en París? Es igual que tú a tu edad...—

Cédric tomó de la cadera a su esposa y la tumbó en la cama para ponerse encima de ella, tomándole las muñecas con una sola mano.

—Marinette Dubois, quiero otro hijo—

Marinette rió con fuerza

—Ya estamos viejos para tener otro bebé, Cédric

—Creo que no entendiste, boba— Ahora quien reía era él.

Comenzó a besarla, para después pasar a hacer el amor. 

Sí que habían tenido una buena vida, y seguirían juntos a pesar de que no sabían cuanto les restaba vivos. 

Danielle se graduó de la Universidad de Nueva York unos años más tarde, para especializarse en derecho internacional. Estudió su maestría en París, Francia, donde muchos la aclamaban inocente y otros la odiaron solo por ser nacida en la casa Dubois.

Para después de unos 15 años, Cédric y Marinette pudieron, finalmente, tomar sus maletas y regresar a Francia tras haber ganado una demanda millonaria contra el gobierno.

Marinette y Cédric murieron en París, justo como debía de ser. 

Danielle se casó con una de las hijas de Sabrina, a quien conoció al fin, sin poder entender cómo es que su padre nunca pudo amar a una mujer tan buena como era la señora Sabrina. 

París se olvidó de la caída del reino, y los reyes de París terminaron su travesía como era justo: Marinette con el amor de su vida, y Cédric, siendo quien realmente era, un chico.


El rey de París   ;   Male!Chloe {Chloenette}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora