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Yo no merecía esto, ¡por supuesto que no!

─ ¡Maldita máquina! ─di una patada con bastante rabia. Como se le ocurre tragarse mis monedas. Eran las ultimas que tenía.

─Para poder conseguir las cosas...hay que tener paciencia, esa es una virtud ─alguien susurró a mi espalda ocasionando que me asuste.

─ ¡Joder! ─grité retrocediendo golpeándome la espalda.

─Pero que boca ─susurró, fruncí el ceño y aplané mis labios, recuerdo lo que me dijo hace dos días. Sus gestos son varoniles y muy fríos, parecía que no tenía otra cara más que esa, la de un hombre aburrido y que odia al mundo, sin embargo, lo escuché rezar un ave maría el día de ayer en el patio trasero, sin que nadie lo vea. ¿La razón? No lo sé, fue tan raro que luego de verlos unos instantes me fui de ahí.

─Mi boca puede decir lo que sea, no te importa ─giré nuevamente a la maldita máquina, enojada. ─ ¡puta máquina! ¡Te robaste mis monedas! ─golpee con mi puño ─ ¡ash!

─Esa boca está muy sucia ─su aliento rozó mi oreja erizando mi piel─ deberías limpiarla rezando un padre nuestro...de rodillas ─juro

¡Juro que sentí sus labios tocar en mi oreja!

Mi espalda golpeó con el frío y giré a ver como se perdía por el pasillo hacia la salida del colegio.

Mi corazón martilleaba nervioso y yo igual ¿Acaso no sabe lo que es el espacio personal? ¿Lo sabe o no? Eso se le enseña de niño. Refunfuñando me fui a mi casa, mis padres harían una reunión súper importante en la casa, por pedido de mi madre, se trataba de una cliente de mi madre que representaría en un caso. No soy fan de las reuniones de trabajos de ella, pero pidió que estemos en la cena como una súper familia, lo somos, por supuesto, pero saben respetar mis decisiones.

Como la de no formar parte de esas reuniones, por ejemplo.

Caminé aburrida, viendo todo con aburrimiento igualmente.

─ ¡Todas las que tienen cara de inocentes, son las más perras! ─me habían pasado gritado mientras se reían.

─Deberías de tener más dignidad, ir diciendo por todos lados que follaste, no es nada agradable ─una chica desconocida me pasó diciendo por un lado y mirándome con lástima se fue.

─ ¿Qué se siente no ser una virgen? ─se burlaron.

─Umh...yo también desearía follar contigo preciosa ─una vez más.

Salí de mis pensamientos al ver la puerta de mi casa frente a mis ojos. Limpié la pequeña lagrima que derramó mi ojo derecho, saqué mis llaves y me adentré a mi casa.

─ ¡Llegué!

─Cariño, en la cocina ─corrí donde mamá.

─ ¡Hola mamá!

𝐏𝐀𝐒𝐒𝐀𝐓𝐎 |𝐉𝐊 |+𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora