CAPÍTULO 3

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Home-Eliott

Vestigio

Venus

-Buenas noches Dra. Dagger. 

El chofer me saludo en cuanto entre en el coche. Me miro a través del espejo. 

-Buenas noches. -Le sonreí de vuelta. 

El coche empezó a moverse camino al restaurante. Por favor que termine pronto. La noche no había ni comenzado y ya me dolían los pies. A ver cuánto duran los estúpidos tacones

Unos 10 minutos más tarde el coche aparco. El chofer salió y me abrió la puerta del coche. 

-Gracias. 

-El Señor Collins la está esperando en la entrada del restaurante. 

Me ofreció el brazo para agarrarme mientras caminaba dirección al restaurante. Una vez llegamos el Señor Dawson me ofreció su brazo. 

-Buenas noches Doctora, estás preciosa. 

-Gracias Señor Dawson. 

-Te dije que dejaras de llamarme Señor. 

-Permíteme corregirte, pero dijiste que no le llamara Señor Collins. Además tú sigues llamándome Doctora. 

-Bueno hagamos un trato, yo dejo de llamarte Doctora y tu Señor. 

-Me parece adecuado. 

Los dos soltamos una risita, la mía por compromiso. Es decir, es mi jefe. Tampoco puedo mandarlo a la mierda a la primera de cambio. Deberías hacerlo. No. 

-Vamos dentro, la mesa ya esta lista para nosotros. Me he tomado la libertad de pedir una botella de vino tinto. Un exquisito vino italiano. 

-No dudo de su exquisitez, pero no bebo alcohol. Lo lamento. 

-Venga linda, no estamos en el centro. Una copita de vino no te hará daño. Además no tienes que conducir. No hay nada de que preocuparse. 

Joder, como odio la gente que no entiende lo que significa no bebo alcohol. Venga Venus, haz un esfuerzo, es tu jefe y te ha dado un trabajo digno. 

-Está bien, pero solo una copa. 

-De acuerdo. 

Nos sentamos en la mesa y Dawson procedió a pedir la comida. Tenía que admitir que el sitio era hermoso. Las paredes estaban pintadas con un estilo católico. No era creyente, pero había de reconocer que me encantaban estéticamente las iglesias y las pinturas que había en ellas. Y este restaurante parecía una galería de arte.

Entre risas, falsas por mi parte, y silencios incómodos la noche fue acabándose. Era hora de volver a casa. 

-Bueno deberíamos pedir la cuenta ya, ¿no?

-No te preocupes linda, el restaurante es mío. Podemos estar todo el tiempo que queramos. 

-Bueno a mí me gustaría volver a casa ya. Es decir, es tarde. Y sinceramente estoy agotada. 

-Claro, es entendible. 

Iba a proceder a levantarme de la mesa cuando Dawson me cogió de la muñeca. Me senté por inercia y Dawson aflojo su agarre. Comenzó a acariciarme la mano. 

-Crees que podrías pasar tu última noche conmigo. Creo que me lo he ganado. Me he portado bien. 

Su mirada cambió completamente. De repente el restaurante parecía estar vació. Comenzó a costarme respirar. Quise llorar, pero no me lo permití. 

MEDIOCRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora