Capítulo 2
Pasado
Leanne Hall, una vez que recuperó su apellido de soltera que era el de Smith, no cambió mucho su estilo de vida. Las fiestas no acabaron una vez ultimado su divorcio, ni siquiera porque tenía bajo su custodia a una niña pequeña, así que Gia aprendió a vivir entre el bullicio, entre el incesante humo de los cigarrillos, las botellas de licor vacías y, más tarde, las pastillas que encontraba de vez en cuando desperdigadas por la casa.
Aun así, siendo una niña, no lamentaba mucho la decisión de haberse quedado al lado de su madre, después de todo, seguía adorándola; además, su madre necesitaba quién la cuidara y, si no era Gia, ¿quién lo haría?
Gia creció muy rápido, aprendió fácilmente a lavar su ropa, a hacer las compras y a prepararse una sopa sin molestar en lo más mínimo a su madre, y aprendió que, si Leanne llegaba a casa acompañada de amigos después de una noche de juerga, no podía hacerse presente, por lo que se quedaba encerrada en su recámara, como siempre había hecho, sospechando que muchas de esas personas que su madre traía a casa ni siquiera sabían que tenía una hija.
La convivencia con su padre era escasa y no porque Frank Hall no quisiera verla, sino porque Leanne se ponía hecha una furia cada vez que su padre estaba cerca, así que Gia prefería evitar el conflicto y trataba de mostrarse poco interesada en convivir con su padre.
Así transcurrieron varios años hasta que Gia entró en la adolescencia. Tenía catorce años y su cuerpo parecía estar cambiando demasiado pronto. Se sentía incómoda con cualquier ropa que llevara puesta y trataba de ocultar sus pechos bajo suéteres holgados.
No era como su madre que se sentía cómoda con vestidos cortos y ajustados, escotes bajos y tacones. Gia prefería pasar desapercibida. No le gustaba darse a notar y no le gustaba que voltearan a mirarla cuando caminaba hacia la parada de autobuses para ir a la escuela.
El haber crecido al lado de su madre, de algún modo le había hecho darse cuenta de todo lo que no quería en su vida. Estaba harta del humo de los cigarrillos, del alcohol y las pastillas, pero estaba más harta del influjo que todo eso tenía en su madre.
Leanne seguía siendo guapa, pero parecía haber envejecido a causa de sus excesos. Ya no era la misma mujer que Gia siempre había admirado. Cambiaba de novio cada tanto o, más bien, la cambiaban a ella, y Leanne parecía notar su decadencia que se hacía más evidente al lado de la belleza de su hija que acrecentaba día a día.
¿Era normal que una madre sintiera celos de su hija? Si Leanne antes la había ignorado, ahora se ocupaba de socavar su autoestima en cada oportunidad, y Gia no sabía qué le dolía más, si sentirse ignorada o atacada por ella.
Una noche, estando Gia en su habitación estudiando para un examen, escuchó que su madre llegaba y permaneció en silencio a fin de percibir cualquier señal de que su madre necesitara ayuda.
Ya estaba acostumbrada a llevarla a la cama, a arroparla y, de vez en cuando, a sostener su cabello mientras se inclinaba sobre la taza del baño y vomitaba.
Pero esa noche fue diferente. Si bien Leanne había llegado acompañada a casa en múltiples ocasiones, nunca se molestaba en ver a Gia, así que se sorprendió cuando escuchó a su madre llamarla.
Gia se calzó unos zapatos deportivos y salió de su habitación pensando todavía en el examen que tendría al día siguiente. Cuando entró en la sala se detuvo en seco y se sorprendió de ver a un hombre sentado cómodamente en uno de los sillones, justo al lado de su madre, quien en esos momentos lucía una sonrisa radiante.
—Gia —le dijo su madre—. Siéntate. Quiero presentarte a alguien.
Gia se sentó juntando sus manos sobre su regazo como una niña recatada, sintiéndose de repente muy nerviosa. El hombre frente a ella no le quitaba los ojos de encima y, por un momento, Gia pensó en salir corriendo y resguardarse en su habitación, aunque no logró hacer ningún movimiento pues su madre enseguida continuó con la charla.
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Si me atrevo a amarte
RomancePara Gia Hall el amor es algo peligroso. Lo sabe por experiencia pues hizo que experimentara uno de los peores episodios de su vida y, años después, casi acaba con ella, por eso no está dispuesta a darle cabida en su vida. Ya no. Tiene un padre, ti...