VI. Melancolía

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Asentándome. Haciendo los quehaceres diarios: lavando los platos, barriendo un par de pisos diferentes cada día, lustrando los muebles del amplio salón de entrada o de los dormitorios. Muchos otros, menos usuales: sacar la basura, limpiar las ventanas, hacer mandados en el pueblo. Me gusta el trabajo. Me mantiene ocupado. No hay mucho que hacer aquí, aparte de jugar al ajedrez con Dervish, ver la televisión (hay una enorme, de pantalla ancha de 55 pulgadas, que casi nunca se usa), y leer. El ajedrez no me emociona; Dervish es como mamá y papá, un fanático del ajedrez, y me gana con facilidad cada vez que jugamos. Me gustaría no jugar en absoluto, pero me presiona suavemente para trabajar en mi juego. No entiendo la obsesión de mi familia con este juego, pero supongo que tendré que aguantar, como lo hice en casa. He leído más de lo que normalmente leo, a pesar de no ser un amante de los clásicos, pero Dervish no tiene una gran colección de la ficción moderna. Compro algunos nuevos en el Valle, y algunos más a través de Internet, pero no hay mucho donde elegir. Trato con algunos de los miles de libros de ocultismo que llenan las estanterías, pensando que tiene que ser mejor que ver la luna toda la noche, pero son demasiado complicados o densamente escritos para ser de interés. Así que eso me deja con la TV, un sin fín de telenovelas, programas de chimentos, películas, series, programas deportivos. Y aunque nunca pensé que admitir tal cosa, la televisión se pone un poco aburrida después de un tiempo, si es todo lo que tienes para mantenerte entretenido. Pero, bueno, ¡es un millón de veces mejor que el instituto!

Una semana pasa. Estoy cómodo en la casa. Conociendo a Dervish, a pesar de que es una persona difícil de entender. Bondadoso, atento, preocupado por los demás, pero distante, con un retorcido sentido del humor. Él vino un día mientras yo estaba viendo las noticias. Estaba un informe sobre un asesino en serie que había cortado y guardado las cabezas de sus víctimas. Comentó secamente: -Hay un hombre decidido a sacarles a todos al menos una cabeza de distancia en la vida-. Pasó los siguientes cinco minutos muriéndose de risa, mientras yo lo miraba, sorprendido, con las imágenes en televisión de baños de sangre y familiares llorando. Su sed de ajedrez es al menos igual a la de papá y mamá, si no más. Intento hacerlo fácil para mí, para empezar, suavemente me animó a jugar, tratando los juegos como diversión. Ahora está mostrando sus verdaderos colores. Insiste en que juegue con él todas las noches y se irrita cuando lo hago mal. -Tienes que amar el juego-, me dijo ayer por la noche, lanzándome una torre capturada con fuerza inesperada. -El Ajedrez es como la vida. Tienes que amarlo como amas vivir. Si no ... - No dijo nada más, simplemente salió de la habitación, dejándome sin palabras, frotándome la mejilla, donde golpeó la torre. Más tarde, cuando me había recuperado y coincidimos en el pasillo de camino a la cama, murmure, -¡Consiguete una vida, fenómeno!- Las palabras perfectas, aunque una hora demasiado tarde. Él no tiene tiempo para la música. Encontré un gran total de tres discos en la casa, todos los viejos álbumes de un grupo llamado Led Zeppelin. No lee ficción. Solo mira algunos documentales ocasionalmente. Pasa mucho tiempo en la web, por lo que he visto cuando lo he visitado en su estudio. Sin embargo, no parece navegar o jugar juegos, sino que en su mayoría son intercambios de e-mails con contactos en todo el mundo, o visita tontos sitios enciclopédicos. Aparte de sus libros y antigüedades, el ajedrez y el jogging, y sus compañeros por e-mail, no parece tener alguna afición, o ningún interés aparente en el mundo más allá de esta casa.

*****

Hay establos, abandonados hace mucho tiempo, detrás de la mansión. Estoy explorando uno de ellos, paseando entre los clavos viejos y las herraduras en busca de alguna cosa interesante, cuando alguien golpea la puerta podrida y me hace saltar de la sorpresa. -Paz, man- el desconocido se ríe como un pato mientras yo tomo una herradura para protegerme. -Vengo a saludarte, no a comerte, como el caníbal dijo a los misioneros.- Un niño alrededor de un año más joven que yo entra y me estira la mano. Me quedo mirando un momento, luego se la estrecho. Él es mucho más bajo que yo, regordete, de cabello negro y un poco de ambliopía en su ojo izquierdo, que le cuelga a medio cerrar. Con un par de jeans desteñidos y una remera de Los Simpsons. -Bill-E Spleen,- dice, aún agitando mi mano. -Y tu eres Grubbs "¡no me llamen Grubitsch!" Grady, ¿verdad? - -Correcto-, sonrío tirantemente, a continuación, repito su nombre. -Billy Spleen?- -Bill-E-, me corrige, y lo deletrea. -En realidad, es realmente Billy-, confiesa, -pero lo cambié. No he sido capaz de hacerlo legalmente todavía, pero lo haré cuando sea mayor. No hay nada malo con Billy, es un mucho mejor nombre que Grubitsch o Grubbs, pero Bill-E suena mas canchero, como una estrella de rap -. Habla rápido y afilado, sus dedos bailando en el aire para acentuar sus palabras. -¿Eres del pueblo?- le pregunto con educción. -Sí, soy de la Villa-, bosteza, como si fuera la cosa más lamentable del mundo. -Yo vivía a pocas millas antes, en una casa más pequeña con mi madre, hasta que murió. Luego me fui a vivir con mis abuelos, los "Spleens Originales", como mamá los llamaba. Que están bien, aunque son un poco anticuados y estrictos. - Bill-E estudia los clavos y herraduras, y sonríe. -No encontrarás nada de oro aquí-, dice entre carcajadas. -He estado en este galpón más veces de las que puedo contar, en busca del viejo tesoro de Lord Sheftree.- -¿Tesoro?- Bill-E es un poco demasiado sociable para mi gusto, nunca he sido aficionado a las personas que se acercan y de inmediato empiezan a actuar como si fueran viejos amigos; pero yo no quiero decir nada que pueda llegar a hacerlo sentirse insultado. Por lo menos, no hasta que sepa un poco más sobre él. -¿No sabes nada sobre el tesoro?- Se sorprende como si hubiera admitido que no sabía que el mundo era redondo. -Lord Sheftree poseía este lugar años atrás, y se supone que ha escondido cofres llenos de tesoros en estas tierras. Escondidos, listos para escapar, en caso de que alguna vez tuviera que hacer una salida rápida y necesitara algo de dinero en efectivo. Él era un gran estafador. Solía mantener un tanque lleno de... - -Pirañas-, lo interrumpo. -Y les dio de comer a un bebé. Lo se.- -¿Dervish te lo dijo?- Bill-E parece decepcionado. -Me encanta contar esa historia. Casi todo el mundo en Carcery lo sabe, por lo que no es frecuente que tenga la oportunidad de contárselo a alguien nuevo. Regañare a Dervish por echar a perder la historia. - -Disculpa-, murmuro, exasperado, -pero ¿quién demonios eres tú y qué haces aquí?- Bill-E parpadea. -No hay necesidad de hablarme de esa manera,- murmura. -Sólo estoy tratando de ser amigable.- -Y yo sólo quiero saber quién eres-, respondo con frialdad. -Vienes aquí, diciéndome tu nombre y que sabes todo acerca de mí, pero nunca he oído hablar de ti antes. ¿Eres pariente de Dervish? ¿Un repartidor de periódicos? ¿Qué? - -¡Repartidor de periódicos!- Resopla. -No creo que Dervish haya comprado un diario alguna vez en su vida! ¡Si no viene forrado en cuero o las alas de un murciélago, lleno de hechizos y encantamientos oscuros, no le interesa! - Bill-E da unos pasos a la izquierda, hacia donde la luz brilla a través de un agujero en el techo. -No soy un pariente-, dice. -Sólo un amigo. Salgo con Dervish, juego al ajedrez con él, hacemos algunos trabajos extraños. Me lleva a pasear en su bicicleta a cambio, y me enseña algunos hechizos. ¿Te ha enseñado algún hechizo ya? - Sacudo la cabeza. -Son interesantes-, dice sonriendo. -No sé si la mayoría de ellos realmente funcionan, pero las palabras que usa son oscuras. Me siento como un verdadero mago cuando estoy recitandolas. - -¿Podrías enseñarme algunos?- Pregunto. -No,- E-Bill responde con rapidez. -Eso es lo primero que me enseñó Dervish, sólo un maestro puede enseñar. Él dice que si alguna vez me atrapa enseñándole hechizos a alguien, él dejara de enseñarme y me prohibíra venir aquí. Y lo dice de verdad, Dervish no es del tipo de tirarse un farol como ese. - Intento ser cálido con Bill-E Spleen, me gusta la forma en que habla de Dervish, pero ha pasado un tiempo desde que hice un nuevo amigo, así que en vez de decir algo simple, le pregunto cínicamente: -¿Dervish fue quien te dijo que vinieras a hablar conmigo? ¿Se supone que debes ser mi nuevo mejor amigo? - Bill-E se burla. -Mi amistad no puede ser comprada o vendida. Por lo general vengo unas cuantas tardes a la semana y los fines de semana. Dervish me pidió que me mantenga alejado esta semana, para darte la oportunidad de que te instales. Tenía muchas ganas de conocerte y mostrarte todo el Valle, de un huérfano a otro huérfano, pensé que podríamos tener cosas en común, pero ahora no creo que me moleste. Eres un poco increíblemente engreído para mi gusto. Mejor iré a ver a Dervish y dejare que corretees por aquí por tu propia cuenta. -Bill-E comienza a irse con una rabieta. -¿Cuándo murió tu madre?- Pregunto suavemente. Se detiene y mira de reojo. -Hace casi siete años. Yo era apenas un niño. - -¿Y tu papá?- Sonríe torcidamente. -Nunca lo conocí. Ni siquiera se quién era. Todavía está vivo, creo, por lo que no soy un huérfano oficial. Pero me he sentido como uno desde que mi madre murió -. -Mis padres sólo murieron hace unos meses-, le digo. -Todavía me duele. Mucho. Así que si me comporto como un energumeno, lo siento, pero eso es por como siento ahora mismo. - La cara de Bill-E se suaviza. -Cuando mi madre murió, yo no hable con nadie excepto con la abuela y el abuelo por casi un año. Si otros niños se me acercaban, gritaba y los atacaba. Sus padres los frenaban de devolver el golpe. Un día, en una tienda, yo lo hice con un niño cuando no había nadie alrededor, y él me dejo hecho polvo. Yo estuve bien después de eso. - Ofrezco mi barbilla. -Descargate si quieres -. Bill-E toma impulso, cierra el puño, y luego me toma de la barbilla ligeramente. -Vamos-, se ríe. -Vamos a ver lo que Dervish está haciendo.-

I. Lord LossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora