5-Olvidarias tu nombre

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Una capa más de rímel y Heartlyn ya estaba lista para la fiesta de compromiso de su hermana y el rey. Nunca había ido a una fiesta que no fuese organizada por ella y aunque no lo admitiera estaba muy nerviosa.

Un último vistazo, aquel vestido de color negro había sido confeccionado por Evie, no tenía falla alguna en ningún lugar. Su delineado, su pinta labios y su cabello estaban perfectos, solo tenía que ir aunque los nervios le dieran ganas de ir al baño.

Decidió no ordenarle a Harry ir con ella ya que Jay se lo había pedido por quitarse a las demás chicas de encima. No era su tipo pero estaba consiente de los magníficos atributos físicos del árabe.

La diosa y Jay hacían bromas de camino al castillo y al llegar todas las miradas estaban en ellos, algunas de asombro por la belleza de la villana y otras por envidia al estar junto a Jay.

— Estás hermosa. — Señaló Evie al verla, la hizo dar una pequeña vuelta para ver el vestido de todos los ángulos.

— Gracias, no le digas a nadie pero la mejor diseñadora del mundo me vistió. — susurró.

— ¿Que? Vas a tener que darme su contacto.— ambas rieron.

— Con ese vestido ni siquiera parece que estas loca. — Comentó Uma al llegar, la de cabello fuego sonrió.

— Con ese perfume no hueles a calamar podrido.

Jay se contuvo la risa como pudo y después todos voltearon a ver a Mal, luego de haber sido presentada por Lumiere, bajó las escaleras con la gracia y la delicadeza de una princesa.

— Estás radiante. — Saludó a su hermana.

— Igual tu. — ambas se abrazaron, no fue planeado, solo algo que hicieron sin saber la razón.

Entonces sintieron calor, como si el fuego de su interior se avivara aún más, como si en la cercanía sus poderes crecieran

Las chicas se vieron al separarse, la condición en el rostro de la otra era bastante clara. Heartlyn sabía bien que en las próximas horas ambas hablarían del tema de manera muy privada. El príncipe Ben llegó junto a ellas saludando de manera educada.

Esta vez la Diosa lo examinó bien, era apuesto, demasiado apuesto... tanto que no parecía de ese mundo, su corazón era puro, ella podía sentirlo. Se alegro de que a su hermana le tocara algo como eso.

Cuando se conocieron siempre supo que Mal no era mala, solo estaba actuando conforme la situación y el ambiente lo requería.

Heartlyn camino a la mesa de bocadillos, todo se veía delicioso. Tanto que quería uno de cada uno.

— Que sorpresa verte por aquí. — escucho a sus espaldas.

— ¿Que quieres garfio?

— Saber qué haces aquí sola.

Heartlyn sonrió.

— No vine sola.— le respondió antes de pasar la  lengua por el merengue blanco del pastelito.

— Tampoco viniste con uno de estos idiotas, te los comerías vivos. — Los ojos azules de Harry se enfocaron en los violeta de Heartlyn, ella sonrió.

— Vine con Jay.

Heartlyn sonrió en el momento que la de Harry desapareció, el y Jay tenían una extraña rivalidad que no se fundamentaba en nada, pero era más seria de lo que debería.

— Es un idiota igual.

— Igual que tú.

Antes de que Harry si quiera abriese la boca llegó Audrey a la conversación, su cabello multicolor estaba recogido en un moño y tenía un vestido de color rosado.

— Harry. — Dijo con una sonrisa, parecía más una réplica que un saludo y al notar eso Heartlyn dejó escapar una pequeña risilla. — ¿disculpa?

— No, no te disculpare por ser una insolente. Con permiso reina de nada.

La Diosa dejó a Audrey con la boca abierta, en el camino Jay le había contado todo lo que necesitaba para poder quitársela de encima cada vez que ella se acercara, podía sentir la pequeña obsesión que ella tenía por el príncipe Ben y también la que tenía con Harry.

Mientras comía su pastelito se ensució la mejilla y a pesar de limpiarlo con una servilleta le había quedado un poco pegajoso, gracias a eso debía ir al baño a lavarse.

Al salir del baño vio a Harry a un lado de la puerta.

— ¿Por qué no entraste? Me habría servido que me limpiaras el trasero. — El pirata sonrió.

— Tesoro, si yo te tocará te haría gritar tanto mi nombre que olvidarías el tuyo.

Oh, esa respuesta si que no se la separaba. Algo había ahí, Heartlyn se estremeció y tenía la piel de gallina solo imaginando esas horribles cosas. Se mordió el interior de la mejilla para así disipar aquellos pensamientos de su mente.

El sabía muy bien como ella actuaba, sabía que alguna reacción había tenido que ella no tenía su típica sonrisa de controladora.

— ¿acaso practicas con la princesa mientras me imaginas?

Eso lo descoloco.

— No es necesario.— contestó y ambos sonrieron.

— Eres tan malo mintiendo. Hasta cuando ella te habla te imaginas mi voz para poder prestarle atención.

Harry no dijo nada. No tenía nada que decir contra eso. Se acercó a la diosa y acarició su rostro, Heartlyn temblaba.

— Hoy estás más hermosa que nunca.

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Diosa de corazones - Harry HookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora