Capítulo 21

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            Sale de la ducha reconfortada por el contacto entre el agua caliente y su frágil cuerpo. Mecánicamente se coloca la blanca tolla gruesa, y pasa su mano por el espejo empañado despejando los indicios del vapor. Una vez limpio, el reflejo le devuelve su cara de ojos saltones hinchados por el llanto, y su enrojecida nariz. Observa disgustada su desalineada figura. Se siente como otra persona admirando una silueta cualquiera, piensa que vivió todo este tiempo sin saber cómo el aire se escapa de los pulmones para no volver a entrar jamás. Lentamente toca sus mejillas sin color alguno, y luego refriega sus ojos irritados. Al principio lo hace con cuidado, solo para aplacar la picazón, pero al ver en sus retinas proyectadas las imágenes que tanto desea borrar comienza a utilizar más fuerza.

— Él no es nadie. — Musita rápidamente.

              Pasó una semana desde que encontró a Dean junto a la vampiresa que tanto desprecia, enfrascados en una escena de pasión montada como si fueran actores profesionales de películas prohibidas. Además de las declaraciones sombrías de Caleb quien le proporcionó información sobre la vida de su cuidador. Desde entonces, tenía la ilusión de que el vampiro se presentara en su habitación a la noche para explicarle lo sucedido. Pero no fue así. En vez de eso, le llegó una carta color hueso que estaba sellada por el Consejo. En ella le informaban que Dean Polak había sido revocado de su función de cuidador de la indefinida— por voluntad propia— y que prontamente se anunciaría a su reemplazante. Esto desconcertó notablemente a Jenna quien no entendía la razón por la cual Dean había renunciado a estar con ella.

        El día que llegó esa carta fue Nochebuena, y en consecuencia, cenó con su familia en extremo silencio. Quería romper todo, lamentarse a solas, llorar hasta deshidratarse en los confines de su cuarto, pero su madre tenía otros planes para ella. Su abuela materna Isidora — el único pariente que quedaba vivo— había llegado para pasar esa fiesta con ellos, y junto a su figura miles de prejuicios fueron tema de conversación en la mesa. Isidora cubierta por arrugas alrededor de sus ojos azules apagados, se enorgullecía de sus largas jornadas en la iglesia mientras criticaba a todas sus amigas, quienes a su juicio eran unas mujeres pecaminosas. De vez en cuando, Jeffrey hablaba para responder a alguna pregunta de su abuela. Pero Jenna solo se limitaba a asentir como una autómata cuando Isidora le cuestionaba su falta de feminidad o la de un novio.

Solo podía pensar en que Dean no le desearía feliz navidad a medianoche. El sentimiento de soledad provocó que intentara justificarlo a pesar de conocer parte de su pasado. Tal vez si iba a la Residencia con el fin de pedirle una explicación lógica, todo volvería a ser como antes. Porque, Karmel podría haber obligado al muchacho a alejarse de ella. Podría ser una gran posibilidad que la vampiresa lo haya chantajeado. Él no podía quererla de verdad. Pero su orgullo resurgió de las cenizas, generándole un odio intenso hacia Dean. Aunque no quiso reconocerlo, Caleb tenía razón. El hecho de ser hija de la Reina le confería un espíritu terco y orgulloso.

— ¿Jenna estás en el baño? — Pregunta Helen golpeando impaciente la puerta del baño, sacando a Jenna de sus pensamientos.

— Salgo en un momento.

— Quiero hablar contigo, te espero en la cocina. — Informa de modo tranquilo.

           Dando un prolongado suspiro, recarga su frente en el espejo dejando su humedad en él. Luego de secarse, se viste con la ropa de cama sabiendo que presenta los inconfundibles indicios del llanto. Siempre odió llorar por esa razón, si piel se torna roja y sus facciones se desfiguran por la pérdida de tranquilidad. Cuando sale del baño, distingue los restos de festividad que quedaron en el departamento. Trozos de papel de regalos —que consistían en ropa interior o calcetines dados por su abuela— alrededor del árbol, ollas de la cena sin lavar, y un pesado aire de aburrimiento. Ahora que la fiesta religiosa pasó, el regreso a clases es una realidad inminente.

La caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora