Capítulo 8

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                                Sentada cruzada de piernas arriba de su cama en los confines de su habitación, cree que su cabeza explotará por el exceso de información. Siente la humedad de su cabello mojado expandirse por su columna vertebral. Agotada, suspira con la vista absorbida por la noche de cuidad reflejada en su ventanal. Parece tan pacifica la oscuridad de la noche que por un momento la conmueve pero ese encanto desaparece cuando recuerda que no hay nada bueno en las sombras ocultas en el mundo de los humanos. Luego de llegar a su departamento, el cual se encontraba vacío ya que su madre como escapatoria de una vida aburrida con su insolente hija menor se fue a trabajar, tomó una extensa ducha para relajar sus músculos contraídos por las emociones vividas y sin apetito se refugió en su dormitorio alejado de las salas que antes estaban repletas de familiares y amigos que los venían a visitar. Ahora ni siquiera sus conocidos más cercanos se atreverían a pisar el departamento en el cual vive nada más que una adolescente con su madre, sin un esposo que las mantenga a la vieja escuela.

No sabe si creer o no las palabras de Karmel, quien dirá lo que sea necesario para apartarla del lado de Dean. La difusión de que el vampiro será el nuevo representante vampírico en el Consejo, la dejó pasmada. Si la vampiresa estaba en lo cierto, Dean tomaría el camino hacia el poder dejándola sola como si no se hubieran conocido. Y luego está el tema de la Reina de las Sombras, de la que Jenna no sabe nada de información, y el indefinido que la destruirá. Además tiene que solucionar urgente la discusión con Helen sino convivir con ella será un infierno.

                    De repente su piel se eriza bajo el piyama de algodón y siente como un escalofrío recorre su cuerpo con total libertad. Pretende taparse con la sabana ya que su piel está congelada, pero al desviar su vista del ventanal para enfocarse en su propio cuarto nota que no es la única que se encuentra allí. Sentado a horcadas de la silla de su escritorio de frente al respaldo con completa impunidad, le regala una mueca de agrado aquel muchacho de ojos cafés provocándole una oleada de vergüenza por los objetos personales de su habitación, como los peluches de animales, que él observa divertido. Sintiendo la timidez correr en su sangre, intenta articular alguna palabra pero un balbuceo incomprensible sale de ella.

— ¿Es normal que pierdas el habla fácilmente? — Pregunta Dean ladeando su cabeza. La joven no sabe que responder. — Creo que sí

— ¿Y es normal que te escabullas a cuartos ajenos? — Contesta con un leve titubeo en su voz.

— Solo al de chicas. — Confiesa encogiéndose de hombros.

— ¿Qué haces aquí? — Dean le dirige una mirada seria.

— Sé que regresaste a la "Residencia" por la tarde.

— Quería recuperar mi anillo, creo que lo extravié allí. — Explica apenada. — ¿Cómo sabes que estuve allí?

— Por lo general ordeno mis cosas en la habitación que tengo, y cuando llegué todos los objetos estaban tirados en el suelo. — Ante esas palabras, Jenna quiere decirle que ella no hizo tal acto, pero Dean la frena con un ademan antes de que pueda conseguir aclarar el asunto. — Supuse que fue Karmel, y mi sospecha fue correcta. Aunque había un aroma diferente al de ella ahí dentro. Tu perfume estaba impregnado en el aire.

— ¿Mi perfume? — Inquiere sorprendida.

— Cada ser tiene un aroma particular, es como una huella personal.

— ¿Qué aroma tengo yo?

— Al principio pensé que no tenías, pero estoy seguro que es a lilas. — Comenta con cierto orgullo por haberlo descubierto. — En fin, también saqué conclusiones y sé que te estuviste a solas con Karmel.

La caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora