Capítulo 13

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           Pasó una noche turbulenta. Sus descubrimientos tanto del mundo oculto como los pensamientos de su abuelo, no la dejaron dormir. Además tuvo que entrar a hurtadillas a su casa para no despertar a Helen quien dormía con la puerta cerrada. Cada vez que lograba conciliar el sueño, ideas sobre Demetrio haciendo trato con sobrenaturales a cambio de humanos o hadas raptando a niños inocentes, la sobresaltaban provocando que su mente divague por los lugares más sombríos de su imaginación. Guardó el libro en los estantes de la casona Willmort temiendo que si lo llevaba a su casa, Helen podría verlo. Se sentía extraña, era como si su abuelo paterno y el hombre envuelto en temas sobrenaturales fueran dos personas diferentes.

Lo único que le proporcionó un suspiro de lo nebuloso fue que pasaría toda la tarde con su mejor amiga. No se lo avisó a su madre pero tiene la seguridad de que ahora en más lo que Helen ordene, la muchacha juzgará si acatarlo o no. A pesar de ser menor de edad Jenna se siente mayor por las cosas sucedidas y no tiene como prioridad lo que su madre le prohíba. Ella es libre.

Pero aunque se siente libre, está nerviosa por comunicarle a Dean que no tomará sus clases particulares para fortalecerse. El vampiro es temperamental y no cree que este a gusto con la decisión.


           Al sonar el timbre, rápidamente se incorpora para llegar al gimnasio lo antes posible. Cuando entra nota la ausencia de su entrenador, lo que la sorprende. Dean jamás llega tarde, utiliza la velocidad vampírica que le proporciona el don de la puntualidad. Se sienta en las gradas dejando su mochila a un lado. Por un segundo tiene el pensamiento de escaparse del entrenamiento ya que el "maestro" se encuentra ausente, una perfecta excusa. Pero al correr los minutos comienza a preocuparse por la demora.

La sobresalta un escalofrío que recorre su espina dorsal provocando un súbito acelere en su ritmo cardiaco. Dean, más pálido de lo normal, sosteniendo en su mano izquierda una bolsa transparente con fluidos rojos se presenta en el centro de la habitación. Sus grandes pupilas se enfocan en la muchacha y esta nota como tensa la mandíbula apretando los dientes.

— Acércate. — Ordena el vampiro en un tono autoritario que estremece a Jenna.

          Obediente, se aproxima observando detenidamente a Dean quien aprieta la bolsa de sangre con sus delgados dedos a medida que la joven camina por el gimnasio. Jenna al estar más cerca distingue un temblor en la mano izquierda del vampiro en donde el anillo plateado se tambalea. Él cierra sus ojos cafés tragando saliva mientras le extiende la bolsa a ella. Jenna tímidamente la toma rozando sus dedos con los del vampiro que rápidamente corre la cara dirigiendo su atención a la pared próxima.

— Bébela. — Articula él severamente. Jenna lo mira atónita.

— Yo no bebo sangre.

— Si quieres que aparezcan tus habilidades potenciadas, bébela. — Informa dándole la espalda y despeinándose nerviosamente el castaño cabello.

           Sin comprender la reacción del vampiro quien posee un gran autocontrol con la sangre, abre la bolsa de etiqueta blanca que reza "Reserva del Banco de Sangre". En cuanto lo hace, Dean suelta un quejido que intenta suprimir mordiéndose el labio. Paralizada, se lo queda viendo teniendo el impulso no correspondido de arrojar la bolsa lejos y rodearlo con sus brazos para tranquilizarlo. Pestañea volviendo a sí misma e ingiere con frenesí el líquido espeso que una vez más recorre su garganta dejando a su paso una sensación de éxtasis. Vuelve a experimentar esa tormenta de energía en su ser que se apodera de sus sentidos. La vacía en menos de un minuto, apretándola contra su boca para limpiarla completamente. Luego de que su respiración se tranquilice, contempla seria la bolsa provocando que se pulverice en la palma de su mano haciendo que no exista más.

La caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora