Capítulo 12: Compasión

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Podríamos llamarlo cosa del destino... pero yo y Deku despertamos nuestros Dones el mismo día. Nos llevábamos 2 meses de diferencia, pero así fue. Ambos estábamos exponiendo nuestros poderes en el jardín de infantes, mostrando lo geniales que éramos...

O eso debería de haber sucedido.

En cambio, mientras mi Don se manifestó con leves explosiones... el suyo se manifestó dejando un enorme charco de sangre en el suelo.

Mi felicidad... se convirtió en terror. Ese niño... estaba sangrando sin parar. Su Don se había manifestado en heridas en ambas manos... Heridas que por alguna razón no dejaban de sangrar.

Era obvio que esa escena dejaría una leve marca en todos. Éramos niños de 4 años, después de todo.

Sin embargo... y ahora que revivo esos recuerdos... tal vez mi impresión fue diferente a la de los demás.

En ese día fue que aprendí su nombre: Izuku Midoriya. Fue ese día que aprendí... que los reflectores no siempre estarían a mi alrededor.

Cuando regresé a casa... gracias a esa bruja aprendí lo que significaba tener un Don como el mío. Un Don que me catapultaría a ser el futuro N°1. Era obvio que pensaría que ese era como mi destino. Era mi obligación. Mi deber.

Seria un error no aprovechar este potencial. Yo era alguien especial.

Por eso, ya desde lo 4 años, tuve una clara meta. Ser mejor que todos. Sobresalir entre todos. Ser el mejor y llegar a ser un héroe. El mejor héroe.

Pero como antes mencioné... los reflectores no estaban sobre mí. Izuku Midoriya era un rarito entre raritos. Un chico con un Don de tipo Mutación, uno que apareció súbitamente entre su familia como lo hicieron los Dones de la primera Generación.

Sumando aquello, era un Don defectuoso. Un Don que traía una enfermedad a su usuario. La enfermedad de Von Willebrand. Era un chico que no podría ser un héroe por ninguna circunstancia... pero aun así no se rendía con la idea.

Debido a su presencia... me di cuenta que no era el único especial.

Puede que incluso nunca lo fui.

Esa idea se reforzó con la llegada a U.A. donde todos estos extras no eran simples piedras en el camino. Incluso hace media hora Cara Redonda me dio tanta pelea como para que no pueda bajar la guardia por un segundo.

Nadie era frágil. Nadie era débil. Aunque yo era uno de los que sobresalían... de igual manera Deku me superó en los puntos del examen de admisión. De igual manera compartía el puesto junto a él y a Mitad, el ultimo quien ni siquiera utilizó el 100% en su primera batalla.

Esa idea se reforzó cuando Deku demostró un absurdo crecimiento. Incluso fue capaz de derrotar a Mitad en su 100% en mucho menos tiempo que yo. Es mas, ni siquiera se podía considerar que yo lo halla derrotado. Solo gané por tiempo muerto.

Deku... me había superado en méritos. Ese chico enfermo que siempre ocupó el escenario conmigo me había superado. Superado en velocidad. Superado en reflejos. Superado en popularidad. Lo único me queda... es en el combate.

Esa primera impresión que tuve de Deku, que era verlo sangrar siendo un niño de 4 años... me marcó. Incluso aunque estaba irritado por que compartiésemos escenario... nunca me atreví a tocarlo.

Incluso cuando me seguía sin parar. Incluso cuando mis amigos se hartaban de él. Incluso cuando me extendía la mano, haciéndome ver como alguien inferior... nunca intenté atacarlo. 

Solo intentaba ignorarlo... aunque las voces alrededor nunca me lo permitían.

Los niños y los maestros en el jardín de infantes. Mis amigos. Mis compañeros de preparatoria. Los profesores. Mis padres. Los héroes en aquel incidente contra ese villano de lodo. Todos me ponían en un pedestal. Todos me recordaban vez tras vez que seria un gran héroe.

El Destello Verde (BNHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora