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Sonriendo, Poché regreso al sofá. Tomo un sorbo de su chocolate caliente antes de colocarlo en la mesa de café. Con un gemido bajo, se tumbo y busco el ultimo libro de Calle que aun no había leído. Como su relación se había convertido en un romance, las historias que Calle había escrito sobre las mujeres que se enamoran y se divierten para siempre ya no parecían ser una ilusión.

Todo lo contrario.

Poché tomo otro sorbo de chocolate caliente y suspiro. La vida estaba bien. De acuerdo, tal vez hubiera sido un mejor si Calle no hubiera salido a reunirse con su editor, pero la novela en su mano era la segunda mejor compañía que podía desear. Después de todo, Calle había escrito estas palabras.

Ella se rio. Dios, estoy tan enamorada. Y se sintió fantástico.

El timbre sonó.

Un vistazo al reloj de pared revelo que la cita de Calle había comenzado hace solo veinte minutos. ¿Quién podría ser? Tal vez Dana había venido a saludar. Desde el incidente hace mas de tres meses, se habían hecho amigas.

Poché aun recordaba la conmoción que sintió cuando Calle le conto de que se había tratado realmente su recaída con Dana. Pero ahora, después de que las tres habían pasado algunas noches juntas durante la cena, incluso Calle parecía relajarse a su alrededor. Ver que Dana estaba bien parecía un bálsamo para su alma.

El timbre volvió a sonar, sacando a Poché de sus pensamientos. Con grandes zancadas, corrió hacia la puerta y miro por la mirilla.

La sonrisa que parecía tener plasmada en su rostro permanentemente desde que había comenzado a salir con Calle desapareció como si la hubieran abofeteado.

-Manuela -gruño. Manteniendo la cadena de seguridad en su lugar, abrió la puerta unos centímetros -¿Qué deseas?

-¿Qué tipo de saludo es ese? Hola -la sonrisa de Manu era tan falsa como una replica barata de Picasso. -No pensaste que simplemente me iría, ¿verdad?

-Esperaba que lo hicieras -murmuro Poché. Mas fuerte, ella repitió: -¿Qué quieres?

Manu salto hacia adelante, golpeando la puerta. La cadena se sacudió y luego se rompió. La puerta se abrió de golpe, arrojando a Poche hacia atrás.

Su cabeza reboto en la pared. El dolor exploto en su cráneo, y los mareos amenazaron con un desmayo para solo por un momento. Parpadeando, vio a Manu entrar al apartamento con una sonrisa depredadora en la cara antes de cerrar la puerta. El miedo la agarro.

Mierda, ella es fuerte. Esto podría ponerse feo. De repente, no estaba tan segura de que su energía pudiera protegerla de una Girah decidida a hacer un daño grave. Con las piernas temblorosas, Poché se alejo de Manuela, que gruño como un perro rabioso.

-Mira, eso es lo que pasa cuando no tienes modales. Deberías haberme invitado a entrar.

Cuando la mesa en el pasillo impidió que siguiera alejándose, Poché se detuvo y miro a Manu a los ojos, no queriendo darle la satisfacción de verla temblar.

-¿Qué quieres, Manuela?

-¿Qué quiero? Solo una pequeña charla sobre mi amiga Calle -Manu dio un paso amenazante más cerca -Y tu escucharas.

Por mucho que lo intento, Poche no pudo controlar su respiración irregular. Sin apartar los ojos de Manu, busco detrás de si misma, esperando agarrar algo que pudiera usar en defensa. Pero todo lo que pudo conseguir fue una bufanda. Ella la arrojó de vuelta. ¡Maldita sea!

Manu se acerco hasta que estuvieron a centímetros de distancia.

El aliento de Manu en su rostro helo a Poché hasta los huesos, pero se obligo a no retroceder. -Vete -dijo. -Pero primero paga por el daño hecho a mi puerta.

𝑺𝒖 𝑻𝒐𝒒𝒖𝒆 [𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora