Capítulo 65

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Xiao

14 de Febrero – 21:22 PM

Mondstadt - Ciudad

Como la escoria que era, me aguardaba al final de un inhóspito callejón de la ciudad. A capricho, aquel sujeto desparramaba su energía en las cercanías en forma de osada llamada.

Sus ojos verdes resaltaban en la nocturnidad, oscurecida aún más en aquella estrecha callejuela sin salida.

-Daniel: me alegra verte, cuñado –sonrió, juguetón, y levantó la mano en forma de saludo.

"Voy a destrozarte", deseaba internamente, mientras mis pasos, sin provocar ruido alguno, me acercaban a su ubicación.

Saqué mi lanza de jade y llevé mi otra mano a la máscara.

-Daniel: ¡espera, espera! –rió, ante mi evidente disposición de luchar-. He venido en son de paz.

Desaté la máscara de mi cintura.

-Xiao: no me importa cuál sea tu finalidad –fui contundente.

Y, siendo lo más rápido posible para evitar que iniciara la batalla, sacó algo de su bolsillo y me lo mostró. Su fulgor plateado brilló en la noche.

Era una ligera pulsera.

-Daniel: se le cayó esto cuando nuestro mundo fue destruido –informó, pero aquello me era irrelevante-. Se la regaló su madre...

Ante aquella última frase, tuve que detenerme.

-Daniel: sólo quería que se lo devolvieras, nada más –aseguró, pretendiendo parecer lo más sincero posible-. Puedes examinarlo todo lo que quieras, pero no es más que una simple pulsera.

La lanzó hacia mí y yo, en el aire, tomé aquel pequeño accesorio. Efectivamente, lo analicé con todos mis sentidos.

"¿Aria querrá tener esto?", desconocía por completo la respuesta. "¿Y si es otra trampa?", temía con razón. No quería llevarle algo peligroso, pero tampoco deseaba impedirle recuperar un importante recuerdo de su pasado.

-Daniel: es lo único que le queda de Serphiat aparte de mí, así que... -bajó la mirada.

"Serphiat" era el nombre que Aria había mencionado en sueños, tras activar su poder en un ataque de rabia y desmayarse. Me encantaría poder decir que no me importaba su origen, de hecho, sería lo que dijera en alto si ella me preguntase por ello. No obstante, había asuntos relacionados con su esencia que, por supuesto, me interesaban.

Y me fue imposible evitar el interrogatorio:

-Xiao: ¿cuántos años vive tu raza? –era una de las tantas cuestiones que habían rondado mi mente respecto a mi ahora mujer.

Soltó una sonrisa divertida.

-Daniel: al igual que tú, no envejecemos, si eso es a lo que te refieres.

Pese a que pudiera ser una mentira viniendo de él, mi alma celebró profundamente escuchar aquella respuesta. Y, sin quererlo, una mirada de alivio se esbozó en mi rostro.

-Daniel: ¿de verdad pretendes pasar la eternidad con ella? –reía, habiendo descifrado mis intenciones. Aunque, en aquel momento, no eran muy difíciles de atisbar-. Debes estar muy enamorado, sin duda.

-Xiao: ya te dije que eso no te incumbe –dictaminé, enfadado. Era ver aquella expresión estúpida o escuchar su altiva voz, y horribles recuerdos me asaltaban.

-Daniel: si estás tan interesado, debería contarte algo más –guiñó un ojo. Y no podría negar que mi atención se duplicó-, al menos si queréis tener hijos.

Mis mejillas ardieron de forma traicionera. Y él, ante mi rubor, se dispuso a soltar varias carcajadas. No obstante, le quité las ganas al amenazarlo, casi al instante, con mi lanza en su cuello.

-Xiao: ¿qué tengo que saber? –fui serio y firme, pese a que mi corazón hubiera vacilado ante aquella posible imagen del futuro.

Sin mostrar ninguna clase de miedo, apartó un poco la puntiaguda lanza con una de sus manos.

-Daniel: nuestro mundo era cruel y despiadado, y nuestra forma de reproducirnos no era distinta –introdujo, y una leve preocupación inició en mi fuero interno-. Sólo engendraban los más poderosos, tras haber marcado a aquellos con los que querían tener descendencia –realizó una extraña mueca-. No solía ser un acto de amor, más bien, de posesión... pero, sin marcaje, no había posibilidad alguna de engendrar.

-Xiao: ¿a qué te refieres con marcar? –debía preguntar.

Me observó por un momento, sobre todo la zona de mi cuello, y pareció llegar a una conclusión.

-Daniel: parece que no llevas ninguna marca... -comentó, un poco inquieto al respecto-. Pero, en definitiva, es un mordisco bastante sentido, que, como ya te he dicho, nace de un fuerte sentimiento posesivo.

Toda aquella historia era muy extraña.

-Xiao: ¿me estás diciendo que, hasta que no me muerda, no podré dejarla embarazada?

Aplaudió, creyéndose divertido.

-Daniel: exactamente –respondió, alegre-. Además... -su tono, ahora más serio, sonó como una advertencia- cuando te marque, sólo podrás embarazarla a ella –eso era aún más extraño-. Por cómo reaccionaste al sueño que te induje, sé que quieres de verdad estar con ella, pero esta información quizá te ayudará a pensártelo mejor. Una vez que te marque, no hay vuelta atrás, señor adeptus –sonrió, pícaro-. Te convertirás en parte de su harem personal. Al fin y al cabo, ella hubiera estado entre los más fuertes si... Serphiat continuara existiendo.

De alguna forma, sentía que la idea de que aquel planeta hubiera desaparecido, le era más que reconfortante.

El Pecado del Alquimista 3 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora