Más allá de lo que los ojos ven. (Parte 2)

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Honestamente no sabía en qué me había metido.

Repasemos.

Ann me contó un supuesto rumor de una especie de genio de la lámpara, ya que tiene la habilidad de cumplir deseos.

Pero éste no es cualquier genio, tienes que darle algo de valor para tí para que conceda tu deseo, además... si no lo haces te intentará llevar al infierno.

Creo que esa es la parte más normal de la historia.

Recordé mi rechazo amoroso del día anterior, mis piernas lo hicieron de nuevo. Así que opté por buscar ayuda, y no hay mejor opción que un fantasma del mal?

¿Verdad?

Me adentré a la sala vieja de algunos chicos que se hacían llamar "animatrónicos" en el pasado.

Como esperaba, no había la gran cosa al inicio, tan sólo viejos instrumentos ya cubiertos por el polvo.
N

o mucho después, Fred apareció y  casi acabo en el infierno.

Terminé por dejarlo tomar algo de mí, ya que no llevaba una ofrenda y decidió que quería mi cuerpo, que sería su asistente.


Ser asistente de lo que sea que sea Fred podría sonar interesante.
Ya sabes, ayudar a un ser que no es de este mundo, estar relacionado con el mal, hacer misiones para él, magia, explosiones ¡todo lo que creía ficción!

Entonces ahora dime...

—¿Por qué tengo que limpiar?—Pregunta una Joy incrédula observando a Fred, quién estaría de espaldas viendo a fondo la sala con altas expectativas.

—Eres mi asistente ahora. Tienes que ayudarme, ¿no crees?—Responde obvio— ¿Sabes? este lugar está hecho un desastre porque no se le ha dado mantenimiento, ¡pero ahora estás tú!—agrega con emoción.

—No, no— Renegó con la cabeza—. Esto no era lo que esperaba de ser ayudante de... lo que seas.— Arquería una ceja ante la persistente duda.

—Una sombra.

—De una sombra.—Completa su propia frase, seguiría dudosa de aquella palabra.

—Oye, ¿qué esperabas?— Usando su aparente capacidad de flotar, avanzaría lentamente hacia la joven que se abraza a sí misma. Joy quedó perpleja al no ver sus pies sobre el suelo—. Tampoco es que quiera hacer que tu vida cambie tanto a pesar de meterte con las sombras.

—¿Qué es exactamente una sombra?
—Pregunta repentinamente, olvidando la conversación anterior.

—Las sombras... somos emociones de este mundo, pero venimos de otro.—Comienza— Normalmente nos relacionan con sentimientos negativos, aunque también podemos ser positivos.
En mi caso, aparezco ante el sentimiento de la culpa. Sin embargo, aparecí ya que fui invocado.
La cosa es que, yo ni siquiera debería estar aquí. —Redujo considerablemente el volumen de su voz.

—¿Por qué no deberías?— Suelta enseguida, limitando aún más el espacio entre ambos debido a la intriga.

—Que intensa eres, me pones nervioso.

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